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Ducktails – Jersey Devil

Un disco, el primero de los de Matt Mondanile desde que éste abandonara Real State, que no defraudará a los fans de Ducktails. Los de New Jersey saben lo que tienen que darnos para hacernos felices desde la primera escucha. Juegan con elementos tan opuestos como la languidez y el éxtasis. Su sonido no ha variado demasiado a lo largo de estos seis discos, ni falta que hace, aunque siempre muestran detalles nuevos. Las señas de identidad siguen ahí en Jersey Devil: toneladas de reverb, la voz lánguida de Matt Mondanile grandes estribillos, protagonismo de las guitarras y ritmos sosegados.

¿Qué cambia en esta entrega? Los sintetizadores están presentes en casi todas las canciones, más como un colchón que como elemento principal del tema, pero ahí están. Un muy buen álbum con un conjunto homogéneo de canciones, sin salidas de tono ni grandes cambios, pero alcanzando la excelencia en lo que Ducktails sabe hacer mejor, regalarnos joyas del pop.

Desde el comienzo de la primera canción, Map to the Stars, que ya fue el primer single, emprendemos un viaje a un lugar más relajado, en el que el tiempo pasa más lento. Todos los temas están dominados por estas atmósferas envolventes llenas de luz tan propias de los de Mondanile. Sigue tu estrella, no hay nada que no puedas hacer es el mensaje que transmiten con estas introspectivas palabras. Light a Candle sigue este camino, con un toque más épico, más grandilocuente de lo que nos tienen acostumbrados. In the Hallway es una canción que podría estar en cualquiera de los últimos discos de la banda, aunque en ninguno destacaría. Bien construído pero con poca sustancia.

Keeper of the garden es una maravilla, una de las mejores canciones del disco. Con un contraste entre la fuerza del estribillo y la ligereza con la que funciona su estrofa, consigue emocionar desde la primera escucha. Directa, emocionante y sin alardes pero destilando calidad en cada segundo. Así Mondanile nos emociona. Y sin dejar tiempo para respirar, Solitary Star es otro golpe de autoridad, con un aire funky muy agradable en el que vuelven a utilizarse las estrellas como metáfora.

Lover sube un poco el tempo y rompe el esquema con un sonido más directo, menos sintetizador y más protagonismo de la batería. Se aleja un punto del sonido del disco para acercarse a sonoridades que recuerdan a artistas escandinavos como Erlend Øye. Una de las perlas del disco. Mannequin retrata algo que todos hemos vivido, una relación en la que te sientes atrapado. El amor y el desamor, tanto el propio como el ajeno, ocupan buena parte de las historias del disco. Con algo de dramatismo, pero una entonación juguetona ofrece un estribillo muy interesante, quizá lastrado por una estrofa con poco brillo.

Wearing a mask fue el segundo adelanto del disco. Un tema introspectivo, que te lleva a esas tardes lluviosas de domingo en Noviembre. Los de Nueva Jersey consiguen algo que parece imposible en 2017. Sus canciones son calma, serenidad, un lugar en el que pararnos a pensar. Shattered Mirror Travel es otra muestra de ello, aunque más atrevida, con unos arreglos de flauta y una batería muy interesante y una voz delicada que te envuelve con su eco.

Y todo gran disco tiene que tener un gran broche final. Así es, The Rising Sun lo tiene todo para ser una joya del pop. Ese recogimiento del que hemos hablado durante todo el disco, esas atmósferas que transportan a tiempos más tranquilos. Pero tiene mucho más, unos coros perfectos, unos arreglos geniales que enganchan y un cierre perfecto que desaparece poco a poco con un fade out.

Si después de un par de escuchas del disco (y especialmente de Keeper of the Garden y The Rising Sun) no te han enganchado, te recomiendo que vuelvas a escucharlo tirado en tu alfombra, con el móvil apagado y sin pensar en nada más.

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