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DJANGO DJANGO – BORN UNDER SATURN

Después de 3 años, tenemos con nosotros una de las vueltas más esperadas del pop británico, la de Django Django que, como ellos mismos explicaron, rechazaron lanzar su nuevo álbum antes de tiempo para evitar hacer «cualquier cosa» en vez de lo que realmente deseaban lanzar. El cuarteto afincado en Londres agradó a propios y a extraños con su debut homónimo en 2012, que apareció en varias listas del año y les valió la nominación al Mercury Prize, y después dejó que sus hermanos generacionales Alt-J continuasen su debut de manera precipitada mientras ellos esperaban como estrategas, construyendo poco a poco sobre las bases creadas por ellos mismos.
(Alerta Spoiler, esta crítica contiene metáforas un tanto forzadas).
El estilo de Django Django es bastante inclasificable, una mezcla de neopsicodelia, indie pop electrónico con toques tribales que resulta en una amalgama anaranjada -que no sólo tiene color, sino también un sabor dulce y fresco, algo desfasado y un poco seco en este Born Under Saturn–  que sigue siendo un aporte innovador ante lo que nos ofrece el panorama que les rodea. Si con su debut plantaron los árboles de su género, alterados genéticamente para ser entretenidos y no sonar a nada y a todo a la vez, con esta continuación estamos viendo unos frutos aún sin terminar de formar, verdosos y en los que se percibe una preciosa finalización, pero que por ahora han sido recogidos antes de tiempo.
Seamos realistas. Django Django se mantienen fieles a su estil(az)o y a sus orígenes, continuando de forma más que coherente y positiva su sonido, pero son más aburridos que en su homónimo debut. Este disco será esencial para los fans y justificado para la prensa, porque era necesario, porque ellos como artistas tenían que ofrecernos el camino recorrido en estos años, demostrarnos que siguen al pie del cañón con un toque más complejo, sin desvariar, pero no es el momento de recolectar las frutas del árbol Django.
Hablando ya de todo lo que contiene el álbum, la portada representa esta sequedad y madurez con un toque de color, como el que trata de crecer sin perder todo lo que le hacía ser quien era. Saturno, una de las figuras de la mitología que representa más oscuridad, da nombre a esta epopeya en la que los héroes son los Djangos, tratando de criar su álbum con luz solar y agua fresca, en un mundo sobrio y terco que no ofrece colores ni alicientes. Tanto es así que Born Under Saturn se pierde en 13 canciones que alcanzan los 56 minutos (casi con toda seguridad innecesarios), con episodios metidos con cierto calzador tratando de encajar en la naturaleza de lo que podemos escuchar hoy en día. Así, Reflections con su beat de house, o First Light, que parece una canción de Glass Candy sin tanto mal rollo, representan lo que resulta este accesible cambio en la forma de componer de los británicos, y cuando hablaba antes de episodios no me refería a canciones concretas, sino a secciones. Verdaderamente, lo que hace que cada escucha de este álbum merezca la pena es descubrir los recursos que logran que, de cada uno de los temas, se puedan salvar al menos 30 segundos.
En el disco, tenemos además varias tonalidades de naranja, cada una para la parte de la narración que le toca. Por un parte, encontramos el naranja que se vuelve árido, con referencias a la música western en la entrada de Shake a Tremble, Shoot Down, Begining to Fade, o en el rollo medio folk de 4000 Years.
Después, el naranja lento, de luz cálida, de conservatorio, para los toques jazz de Reflections o la genial primera canción, Giant. También el naranja playero y divertido del estribillo de High Moon, de Pause Repeat, o de Life We Know. E incluso un naranja sensual y misterioso impregnado en medio álbum, en cada beat que recuerda al garage británico y en cada momento semiexperimental como el ejercicio del xilófono( o ese instrumento irreconocible) que aparece al final de Break the Glass acompañado del bajo, que personalmente me parece el clímax del álbum.
De esta paleta con una gama cromática reducida pero variada se puede disfrutar en cualquier lado y a casi cualquier hora. El problema es que el uso durante tanto tiempo del naranja nos satura a pesar de lo bello de la armonía vocal y de todas las razones explicadas antes, pues el producto crece influido por el entorno y no sale tan natural como podría. Y queda especialmente patente con algún «fertilizante» que le han echado los Djangos por miedo a que no quede suficientemente reconocible, lo que ha provocado un color pronunciado pero un sabor agridulce (que a más de uno le encantará).
Concluimos. Buena continuación de Django Django, que tienen mucho que decir en el panorama internacional, pero que a pesar de cumplir casi todos los requisitos de un segundo álbum, han fallado en el de hacerlo suficientemente sabroso. O tal vez sea como el Tomako y en un año estemos hablando de un grower espectacular, pero no cuenten con ello.
(Inserte aquí a una revista muy importante hablando el año que viene de cómo Born Under Saturn ha influido al pop alternativo de 2016 y 2017)
 
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