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DEER TICK – DIVINE PROVIDENCE

Se acabaron los días lluviosos para John McCauley. Los que le colocaron en la órbita de los Neil Young, Gram Parsons y compañía deben estar rasgándose ahora las vestiduras al comprobar como su última promesa se desmarca a base de divertimentos en clave punk-rock. Lo que en The Black Dirt Sessions parecían ensoñaciones de un viejo lobo de carretera se convierten en Divine Providence en píldoras atómicas que apuntan directamente al sonido de los Ramones (Let’s Go All The Bar).

Actitud no le falta a la banda, que somete sus canciones a una terapia de energía guitarrera en temas como The Bump o Funny Word. Canciones que raspan como la lija, grabadas al vuelo, sin la intención de sentar cátedra ni de marcar un antes y después. Incluso los escasos intentos de frenar de nuevo la marcha (Electric) son acallados al instante por nuevas dosis de adrenalina (Something To Brag Out). Deer Tick se han propuesto seguir hacia delante, y para ello qué mejor que hacerlo a base de canciones simples y directas. Qué quieres un blues pantanoso, ahí tienes Make Believe. Qué lo tuyo son los cortes folk ‘marca de la casa’, allí están Clownin Around y Miss K. Incluso se permiten el lujo de un comienzo que recuerda al soul de los sesenta (Main Street). Así hasta echar los galones de combustible suficientes como para mantener el coche en marcha, al menos hasta la próxima estación de servicio.

Con una carrera corta pero intensa, la tropa de John McCauley ha sabido ganarse nuestra simpatía derrochando buen humor y rock&roll allá por donde ha pasado. Quizás por ello, resbalones como Walkin Out The Door logran pasar el corte sin que el conjunto termine resintiéndose. Claro que, a cambio, la banda nos muestra su mejor versión en Now It’s Your Turn o Chevy Express, momentos álgidos de este Divine Providence.

Pero la fiesta no acaba aquí. Los 33 minutos que asegura durar el último corte del disco esconden en su interior una de esas travesuras que tanto gustan a McCauley. Country árido, digno del mejor saloon del viejo oeste, whisky y guitarras que amenazan con escapársele de las manos en su intento por dejar que todo siga su curso, sin darle muchas vueltas a las cosas. En el fondo esta ha sido siempre la consigna del compositor. Con la carretera como religión, Deer Tick se han acostumbrado a mirar siempre hacia el frente, pisando el acelerador cuando veían camino libre y dejándose llevar por el instinto a la hora de escoger su próxima ruta. Rock, country, folk, blues, punk… poco importa para una tribu de músicos que componen canciones con la facilidad con la que cualquiera hablamos. Temas que, una vez vomitados en el estudio, siguen el curso que el escenario les marca.

En Divine Providence puede que alguno eche de menos la dosis de emotividad que la banda desplegaba en canciones como Twenty Miles o Sad Sun. Pero parece que McCauley ha decidido dejar los lamentos para otra ocasión, alimentando de paso su fama de forajido del rock americano. Mojada en alcohol, su voz enfila de nuevo el camino más corto. Atrás deja una docena de canciones que, a la larga, nos dejan con esa sensación de querer más. Quizás haya más suerte en la próxima parada. Con Deer Tick nunca se sabe.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 6/10

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