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DAN DEACON – GLASS RIFFER

Desde hace ya una década, Dan Deacon nos ha sorprendido de mil y una formas con su música y sus tics nerviosos, haciéndonos viajar, probar cosas nuevas, volver, estresándonos, después poniéndonos en un modo de relajación absoluta, y todo desde su polifacética e impredecible composición. Ahora, en 2015 y después de 3 años desde America, llega Glass Riffer, que vuelve atrás en el sonido creando una raíz casi ¿folk? en sonidos de sintetizadores y sampleos.
En uno de sus trabajos más uniformes, el artista norteamericano nos presenta una paleta que inspira colores: verde, amarillo, etc. Algo natural a pesar de toda la ingeniería y el trabajo superficial de un género como la electrónica, Glass Riffer llega con los primeros días soleados, se instala como una esperanza y se repite de manera que en ocasiones roza lo molesto sin querer que el oyente baile, sólo que se contagie de cierta alegría por la actividad. Esta última referencia puede parecer no tener sentido, pero Deacon siempre habla del estrés que le rodea en la composición, la tensión y la presión personal, y en este nuevo álbum esa tensión es palpable, tangible, pero no es negativa, es motivadora, por momentos bella y en otros soñadora, como un viaje, con esos sonidos tribales que aparecen escondidos entre tanta capa “rechinante”.
Dentro de las canciones con ritmo asfixiante, brillan con luz propia Learning to Relax y Sheathed Wings, que tienen un toque especialmente luminoso a pesar de su atmósfera desfasada. Pero dentro de este disco tan alocado hay espacio para la coherencia incluso entre los cánones de belleza del propio Deacon. When I Was Done Dying es una canción de coros folkie y naturalistas que se mezclan en una perfecta orquesta rítmica y salvaje, dándole un toque contradictoriamente alienado a la vez, con un cierre cada vez más épico y potente (base tribal). La otra canción que destacaría por su falta de “coherencia” sería Steely Blues, que ronda menos en su inicio los espasmos del resto del álbum dando un toque más sentimental al cierre, que lo merece. En este caso, la canción ronda el ambient por momentos, describiendo dos parábolas de crescendo, entre decenas de capas en su punto álgido, y además es más larga que las demás dejando claro que es una despedida con mayor sensibilidad implicada.
Dan Deacon ha firmado otro buen álbum dentro de su propio subgénero de la electrónica. No es un paso en falso ni tampoco un paso hacia arriba, es simplemente otro más dentro de la experimentación y el carácter que definen a este artista. Por más evidente que se haga que no va a ser uno de los discos del año, sí que es interesante de escuchar y contiene canciones que pueden estar en alguna lista (personalmente, When I Was Done Dying me resulta maravillosa), ya que no resulta extremadamente sorprendente (dentro de sus pautas), pero sí es verdaderamente digno de disfrutar y volver a escuchar. Esperemos que un notable le sirva como descripción subjetiva suficiente.
Escúchalo aquí:

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