Alice Glass y Ethan Kath vuelven a la carga electrónica por segunda vez con su nuevo disco, Crystal Castles (II). No, no es un error. Se llama igual que la banda, y sí, se llama exactamente igual que el primer CD. Eso sí, han tenido el detalle de añadir el (II) al final, para que no nos liemos (¿les dejará tan agotados la grabación de las canciones que son incapaces de buscar un título, o es que se la sopla el nombre del álbum?).
Para todos aquellos que ya escucharon su primer largo, esta segunda parte supone una correcta continuación de lo ofrecido, porque se mantiene la línea marcada con temas como Xxcxcuzx en su lado más contundente o con Crimewave en su vertiente más “light” (si es que, en algún momento, la música de Crystal Castles puede ser considerada así), pero no hay una gran evolución en el sonido de la banda ni un intento de romper radicalmente con lo hecho en el primer trabajo. Vamos, que para los fans de CC, este segundo álbum gusta, pero tampoco sorprende demasiado.
Sin embargo, para los que no hayan oído jamás ni una sola canción, tengan en cuenta este aviso: este grupo no está hecho para los oídos de todo el mundo. Crystal Castles son una máquina de innovación, de experimentación y, por qué no decirlo, de hacer ruido. Machacan los sintetizadores, someten las canciones a continuas distorsiones musicales y hacen casi imposible tener una primera impresión favorable sobre el CD si no se está avisado de antemano. Sobre todo si nos adentramos en el mundo de Crystal Castles tentados con Celestica, el single de presentación, que no recoge la tónica general que reina en el largo, pero es el tema que puede resultar más fácil de escuchar de todo el álbum (la que escribe esta crítica cayó en las redes de los canadienses por “culpa” de este single y, si bien en la primera escucha del álbum completo me lleve un susto, con el paso del tiempo se ha convertido en uno de mis imprescindibles del 2010). Pero en fin, vayamos a lo que importa, que es “despedazar” el segundo trabajo de Crystal Castles.
La primera canción del álbum es el primer contacto con el lado más complicado de Crystal Castles: mucho ruido, mucho sintetizador y una angustiosa y asfixiante sensación de que Alice Glass se está desgañitando para expulsar a sus demonios. Fainting Spells es un pistoletazo de salida difícil, pero que ya te predispone a recibir cualquier cosa del álbum. Y aquí es cuando te llevas la primera sorpresa, pues cuando ya estás preparado a recibir un trallazo de magnitudes considerables con la segunda canción, descubres que Celestica es una vuelta de tuerca y un cambio de dirección hacia una música más “sosegada” que no te esperabas en absoluto. Este álbum se alimenta de eso, de los cambios radicales entre temas, de altos y de bajos, pero siempre aderezados con sonidos potentes propios de una rave.
Crystal Castles (II) ofrece hits demoledores que enganchan definitivamente a todos aquellos que consiguen entender el mundo de Glass y Kath. Baptism y Doe Deer son esas canciones que probablemente jamás sonaran en el bar al que vas a dejarte la piel bailando, pero bien que los echas de menos cuando estás en la pista, porque son temas que te permiten descargar todos los malos rollos y la rabia acumulados. Pero, como ya he dicho, este álbum es un trabajo de grandes contrastes, y no sólo ofrece temas descarga-tensiones. Prueba de ello son Empathy o Violent Dreams, que nos ofrecen una visión de CC mucho más relajada, con canciones que te permiten desconectar del mundo durante unos minutos.
Hay que destacar que, en todos los temas, el tratamiento de la voz de la cantante es enorme, tanto que nos cuesta saber qué voz tiene exactamente Alice, como es en el caso de Vietnam (donde vuelve a utilizar el recurso de hacernos creer que hay letra, pero en realidad no dice absolutamente nada, como ya pasaba en el primer largo con temas como Untrust us). En otros temas, la voz de Glass se pierde bajo el magma de los sintetizadores y demás instrumentos utilizados, y queda relegada a un segundo plano, como en Birds. Probablemente sean en el ya citado Celestica o en Pap Smear donde mejor podemos vislumbrar la verdadera voz de Alice.
Los 14 temas que conforman este álbum de idas y venidas queda cerrado con el desconcertante I Am Made of Chalk, que básicamente es un tema sin pies ni cabeza, en el que crees oír la hiperdistorsionada voz de Glass, pero tampoco tienes claro si es ella, o un alien intentando establecer contacto con la Tierra.
Como ya os dije al principio, éste es un disco complicado en la primera escucha. Sin embargo, si le dais alguna oportunidad más, puede llegar a engancharos y daros a conocer una faceta de la música electrónica poco frecuente.
Un último apunte: en los últimos meses Crystal Castles han relanzado Not in Love, una versión del tema de los 80 de Platinum Blonde que incluían en este segundo trabajo. Pero en esta ocasión, el que pone voz es Robert Smith, el cantante de The Cure. La canción gana enteros en cada escucha, y para mí ya se ha convertido en el tema estrella de 2010. Tanto, que la primera versión cantada por Alice Glass, la que se incluye en el CD, se te hace insuficiente una vez que has escuchado la cantada por Smith.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 8.5 / 10