Ya son 18 años desde que surgió Coldplay, desde que una banda reinventó y cambió ciertas formas de hacer las cosas para finalmente acabar consumida por la sed de sangre de la crítica y el hype potenciado por la burbuja de Internet. Una carrera que ha ido creciendo hasta volverse incontrolable para los propios miembros, que han enrarecido su estilo hasta el extremo tratando de sorprender a un público excesivo que les ha convertido en llena-estadios de manera involuntaria, problema al que demostraron no saber sobreponerse en el desacertadísimo Mylo Xyloto, del que ya han pasado 3 años.
Tampoco hay que abrumar a nadie con mucha más información sobre una de las bandas más famosas de lo que va de siglo, así que vayamos a lo importante: Chris Martin compuso este álbum durante la previa a su ruptura y separación de su mujer Gwyneth Paltrow. ¿Cómo se puede tomar en serio un intento de minimalismo por parte de una banda que tiene millones y millones de fans por el mundo? Obviamente, uno debe trabajar y componer sobre lo que siente pero, ¿es coherente el álbum? ¿Es un golpe de efecto para reenganchar a los fans de los primeros discos de la banda? Es obvio que a los seguidores les va a encantar por su aire delicado y sentimental. Siendo justos, la producción es sobria y muy decente, pero se necesitan más cosas para hacer un buen disco, ¿o no?
Hay demasiadas ideas sueltas. Aunque después de escuchar Midnight como primer adelanto nos esperábamos un sonido extremadamente distinto a lo mostrado hasta ahora, sin embargo rápidamente aparecen demasiados tics nerviosos de los discos más comerciales, recordando a Viva la Vida o Paradise a pesar de buscar sonar de manera completamente nueva. Aunque esto le aporte continuidad al sonido, le sigue restando el efecto real que pretende provocar, puesto que a pesar de acudir a una obra más bella que las anteriores, parece seguir perdiendo energía y claridad, como quien sigue cansado de hacer su música a pesar de sentir más lo que está diciendo.
La parte que se puede comprender es el juego de sensaciones y sentimientos que va variando a lo largo de la composición del álbum, lo que le da sentido a escuchar temas con guitarras acústicas, beats electrónicos, una colaboración con Avicii y elementos corales y sinfónicos. La cierta épica que suele recubrir los grandes hits de Coldplay aquí falla, y no logra cuajar en ninguna ocasión, a pesar de buscar desesperadamente con elementos en ocasiones mal traídos tal resultado. ¿Tendría sentido tocar después de temas tan potentes como Lost! una canción como True Love? Tratando de despertar a su público entre sintetizadores y los típicos falsetes de Martin, el resultado de varios de los temas resulta ser de aburrimiento e incluso de pesadez, no existe emoción real más allá del puro dolor amoroso, que es un tema muy interesante sobre el que hablar, pero que también resulta tan tópico y está presente en tanta música moderna y comercial que no resulta emocionante o convincente.
Hay dos tipos de canciones bellas; las buenas y las malas (gran descubrimiento por mi parte). Las buenas son las que al escucharlas te rememoran emociones del pasado, sensaciones, experiencias y por tanto, te tocan la fibra y producen algo en ti, mientras que las malas son aquellas en las que el cantante/artista/autor se limita a contarte su experiencia sin buscar (o sin lograr) que te impliques en ella. Y de esas está lleno este Ghost Stories, que se inunda y hunde cuando tras la acústica de Oceans, que no llega a ningún lado, aparecen los pianos de A Sky Full of Stars, esa especie de “te sigo amando a pesar del dolor vivido” y que recuerda a cualquier canción de house que vamos a poder escuchar en un garito de moda con copazos a 12 € este verano a las dos de la mañana mientras nos hacemos los interesantes en la terraza y conquistamos a alguna moza o mozo con ayuda de la melancolía del amor de verano y el mar bajo la luna.
Un súpergrupo que mueve masas intentando resultar un mini-grupo que mueve corazones pero sin querer rechazar a sus ventas ni a un solo seguidor del que es su público objetivo (todos los jóvenes), complaciendo así a todos pero sin implicarse a gran nivel con nadie. Justamente una de las maneras de fallar en la música y en las relaciones, Chris Martin parece ese amigo pelota que sólo quiere quedar bien y no tener ningún problema, ni implicarse en ninguno tuyo, pero que luego espera contarte todos los suyos y que le escuches con interés e implicación. No es tan fácil amigo.
PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 5/10