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CARLOS CROS – NADIE SE RESISTE AL AMOR

Segunda oportunidad de Carlos Cros en solitario después de formar parte hace ya casi 15 años de Selenitas (con los que consiguió cierta repercusión en el auge del indie de los 90 con dos discos editados por Subterfuge), y tras su debut en solitario, Escucha los Latidos (2007), del que ya han pasado demasiados años.

Para la promoción de su nuevo álbum, ha conseguido el apoyo de personalidades varias del pop-rock de nuestro país, ganadas como amistades seguramente en la trastienda de bolos, tras muchos años de carretera y manta. Sidonie (a los que teloneó en una de sus giras, con Escucha los Latidos), Love of Lesbian o La Habitación Roja han hecho videos promocionales y los han difundido por las redes sociales. En concreto cantan el estribillo del primer single Nadie se Resiste al Amor, junto con algún piropo para Carlos. Este, su primer y bien elegido single, es la más optimista y primaveral del repertorio.

La etiqueta de cantautor se queda muy escasa para definirlo. Sus referencias van desde el rock acústico americano de los 70 (a lo J. Fogerty), a algo más cercano como las habaneras, a Serrat (de hecho creo recordar que hacía una versión en directo de Mediterráneo), a los Kinks o los Beatles (¿a quién no le han influido los Beatles?) o si nos ponemos algo más actuales, podríamos englobarlo en el mismo barco que Xoel López.

Abriendo el disco está La Cuenta Atrás, compuesta seguramente en unas navidades, haciendo balance del año. La letra está impregnada de otro de sus puntos fuertes, la nostalgia, de la que se sale brindando, tirando hacia delante o huyendo, como en la peter panesca La Distancia.

¡Qué Estupidez! (un violín acompaña la resignación por el amor perdido), No Más Lágrimas (y su etílica necesidad de pasar página) y Nadie Como Tú son las más lentas, incluso recuerdan en ocasiones a una serenata, cantada con nocturnidad y alevosía.

Gracias una vez más, a los vientos y en esta ocasión al piano, Mi Dolor de Cabeza Favorito es una de las más festivas y souleras.

La Última Vez Que Vi París está apoyada por un acordeón que viene como anillo al dedo al encanto francés a lo Chansón. Esto, junto con la teatralidad conseguida en la interpretación de Cros y los coros, le dan un aire a cabaret y bares de bajos fondos.

La particularidad de su personalísima y rasgada voz le otorga un plus a ese personaje que es protagonista de sus canciones, el canalla que sufre o hace sufrir por amor entre juerga y juerga.

La utilización de la trompeta en la mayor parte de las canciones les da un toque diferente y si al interpretarlas en directo puede llevar una banda completa, pueden ganar mucho (aunque también es dado a hacer sesiones acústicas él solo que no desmerecen).

Si tiene suerte, el disco editado por Pelícano Records y Warner Chapell será el nuevo comienzo de una larga carrera, sin tantas pausas entre disco y disco, y con muchos bolos por los escenarios de todo el país.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7/10

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