InicioDiscos – ArchivoCAR SEAT HEADREST - TEENS OF DENIAL

CAR SEAT HEADREST – TEENS OF DENIAL

Hace exactamente un año yo no era capaz de poner un par de frases seguidas por escrito y que sonaran medio interesantes. Entonces algo cambió, y ahora no pasa una semana sin que alguna canción o disco me haga querer explicar qué está pasando en mi mente mientras suena. Eso es justo lo que me está pasando ahora. Es ya tarde, la 1 de la madrugada, pero es que yo creo firmemente que a estas horas, cuando la música te pilla con las defensas bajas, es el doble de increíble. Y eso es justo lo que voy a hacer. Empezar a escribir.

Me he puesto The Ballad of the Costa Concordia por cuarta vez. Esta canción es un viaje. Y no puedo quedármelo para mí mismo. No puedo, de verdad que no. Porque no puede ser que una canción te cuente una historia así, tan en la piel, pero lo haga de esa manera. Una historia triste, una historia con un mensaje muy claro. Ésta  dura 11 minutos y, como todas las historias, tiene un comienzo, tiene subidas y bajadas, y tiene un final.

Primer acto: Introducción Lenta. La música comienza, tranquila, a transportarte a otro lugar. Claro, es un viaje a la tristeza. Now I wake up in the morning / And all the kindness is drained out of me / I spend hours just wincing / And trying to regain some sense of peace. Estoy pensando en The National, me resulta inevitable. El mensaje está en la puta piel, es palpable. La voz no deja duda alguna, y te dice Maybe you think / I’ll learn from my mistake / But not this time / It’s just gonna break me. Sí, he cometido muchos errores pero es que los voy a seguir cometiendo. Y en un grito, en un tomorrow interminable, te dice que no hay ningún remedio mejor que irte a la cama, que el viaje solo ha comenzado.

Segundo Acto: Ruptura. Ahora no hay música, solo hay lamento. Aquí el título cobra sentido. El Costa Concordia se convierte en una metáfora de tu propia vida. Y ya sabes cómo ha acabado, ya sabes que se ha hundido. El cantante, Will Toledo, ha vivido cada uno de los sentimientos que expone en la canción, y quiere contártelos para que no pases por ahí. Y empieza a hablar. Te habla justo a ti. Eres su confidente.

But what was I supposed to do? / How was I supposed to know how to make dinner for myself? / How was I supposed to know how to hold a job? / How was I supposed to know how to not get drunk every Thursday, Friday, Saturday / And – why not – Sunday? / How was I supposed to know how steer this ship? / How the hell was I supposed to steer this ship?

Y se hunde, y la tristeza se transforma, y te transforma, y la canción crece, y tú creces con ella. Y piensas en cuando tenías 16 años. Acabo de darme cuenta de que ya tengo palabras para las noches así. Para las noches en las que la música te coge, y te dice Mira, ahora no tienes el control sobre ti. Lo tengo yo, relájate.

This sea is too familiar / How many nights have I drowned here?

Tercer Acto: La Épica del Final. Entonces te rindes a la canción. Ya no luchas contra ella, ya no intentas entenderla. Ha vuelto a cambiar, ha subido. El autor da un giro totalmente inesperado. En la música y en la letra. Ya no parece la misma canción, y ya no estás en el mismo viaje. Ahora estás en el inicio. Me quiero levantar, quiero encontrar una razón para no hundirme. Pero mira, el mundo está peor que yo. No me quita las ganas de rendirme. Un repaso por la historia que acaba en un presente desesperanzador: So we got mad and we split the scene / Now we download all of our shit for free / It’s the new economy, we have nothing to offer and we sleep on trash.

Mira, yo me rindo.

And you wake up trembling
From a dream where I swam into the river
I reach out and hold you in my arms
I love you, I love you, I love you

Esta canción no es ni siquiera la que abre el disco, y probablemente no sea la mejor. Pero ahí está. Si las canciones fueran solo lo que sonara entre el primer y el último acorde, entonces no estaría escribiendo esto. Cuando entra en juego el contexto, el receptor y lo que despierta en él, entonces una canción es muchísimo más. Teens Of Denial es algo más que un conjunto de canciones.

La canción que abre el disco, Fill In The Blank, es simplemente un temazo. No hay otra palabra. Es insultantemente fácil, endemoniadamente pegadiza y la letra es descaradamente directa. Will Toledo no se anda por las ramas. (No lo hace en ningún momento del disco). Se pasa todo el tema diciéndote que no puedes estar triste, que no has vivido lo suficiente. La voz y la música encajan perfectamente, a veces se solapan, a veces se cortan. La guitarra sabe dónde parar, y lo hace de manera perfecta, sin resultar forzado. La escuchas en bucle, y te mueres por terminar diciéndole a todo el mundo You have no right to be depressed/ You haven’t tried hard enough to like it / You haven’t seen enough of this world yet. Claro que sí. Siempre impresiona un grupo que consiga ponerle música a tus pensamientos, y más si lo hace de manera tan directa.

Otro tema que resulta bastante destacable es (Joe Gets Kicked Out of School For Using) Drugs With Friends (But Says This Isn’t a Problem). Es exactamente lo que parece. Otra historia que contar, la de un joven que está en un viaje de drogas bastante duras. Una sucesión de acordes sencilla guiada por una voz que no consigue mantenerse en pie por el efecto del ácido.

And there was one guy there who kept asking me how does it are you sure feel and I / Didn’t even you don’t want to know how to talk about begin to answer what you’re / Experiencing that question and I just said so I just said no I don’t want to talk about it

Y cuando la canción parece que va a morir, resulta que las últimas horas de un viaje así no son tan calmadas. La música enloquece y Will se repite una y otra vez si es que Drugs are better / Drugs are better with/ Friends are better / Friends are better with…

Lo increíble de este disco es que, leyendo los fragmentos de letras que estoy resaltando, es difícil hacerse a la idea de cómo pueden sonar estas canciones. La tristeza, el arrepentimiento por una vida llena de excesos con las drogas y la angustia ante una sociedad que ha abandonado cualquier ánimo de lucha no son cantadas con pesar. El mensaje no es de resignación, quizás más bien de cambio. De transformación. Will se entrega completamente al receptor y solo pide un poco de atención.

Car Seat Headrest sacan su séptimo largo en 3 años, que se dice pronto, pero se procesa tarde. En efecto, llevan una media de 2 discos al año. Teens of Denial (Matador) sigue la línea de Teens of Style y Will Toledo, líder de la banda, se anota otro tanto en forma de trabajo plagado de dinamismo, indie-rock, letras profundas, “di-no-a-las-drogas”, inconformismo, tardes de verano, viajes en coche, noches de darle a la cabeza…

 

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