(reconstrucción dramática) Cuando uno comienza el grado en filosofía lo más corriente es encontrarse con un alto porcentaje de marxistas. Conforme éste va avanzando, sus pretensiones, borradas por desencuentros constantes con la realidad política y social, les guían hacia un individualismo, primero existencial y más tarde nihilista. Después algunos abandonan la carrera u otros aprenden a vivir tácitamente con lo que les venga dado. El caso de Antón Álvarez -filósofo de profesión, con una filosofía de vida que se podría traducir por: dinero, dinero y dinero- es distinto: su inteligencia radica en su capacidad para introducirse en la industria entre declaraciones provocativas, pero con pocos aspavientos, creando un personaje riguroso a la vez que vanidoso y vil. Es el malo de la película, porque antes era el bueno (Crema, el letrista para adolescentes enamorados que hacían takeos) y ahora se ha vuelto “inauténtico”. Lo es también porque da la impresión de que nunca le ha faltado el pan en la mesa, y de que su único mérito es zambullirse con estilo en una piscina ya llena de agua. Pero oigan, con qué estilo, y encima el tipo nos cuenta cómo lo hace, pero sin embargo prácticamente nadie es capaz de imitarle con acierto en nuestro panorama.
Avida Dollars es una oda “metacapitalista” al arte de hacer dinero. Un mixtape breve, conciso y machacón en el que se nos presenta metódicamente al ídolo de su debut en Sony, pero con un frenesí que suena desfasado, a ídolo caído, exasperado. El mago muestra su truco, nos adoctrina y se vuelve repelente con algunas líneas que da reparo oírlas y otras que provocan simple rabia, pero sigue siendo irresistible. Tiene una vez más a sus espaldas una producción impecable, en la que al ya habitual Alizz se une de nuevo Royce Rolo y como invitado más que esperado el uruguayo -crecido en Barcelona- Steve Lean (PXXR GVNG, 808 Mafia). El sonido es así simple y directo, bases de corte trap en su mayoría, con kicks veloces y subgraves especialmente cuidados, que sólo en algunas ocasiones (Llorando en la Limo, Cuando Me Miras, Pussy Call) dejan espacio para sintetizadores más suaves y melódicos. Pero es prácticamente imposible elevar uno de los dos estilos por encima del otro, es más, ambos se alean y se complementan de forma orgánica y divertida, aportando el dinamismo que caracteriza a este corto lanzamiento.
En la sección lírica una vez más C. Tangana dejará bastante que desear (al menos desde que trabajase en Sony) a pesar de sus constantes guiños y la ambigüedad, con la que se desmarca constantemente de las etiquetas en las que recae su imagen. También dejarán una sensación agridulce sus colegas en las breves intervenciones, clarificando poco más en sus letras que su preferencia por el sexo oral. En mi opinión el trabajo gira entorno al final de Na de Na, en la que Álvarez, descorazonado por un desamor y por lo que él invita a pensar, puesto de cocaína, llega a declarar: «No siento mi propia cara, ya no busco tu mirada, sólo quiero una mamada, que alguien llame a mi abogada». La relación que tiene este tipo con la fama y con el amor que hace 10 años nos planteaba de forma tan sutil y retórica, se ha vuelto mucho más explícita, violenta y sangrante. Pero esta disfuncionalidad y esta sobreexposición basadas en la emocionalidad, los breaks de los beats y frases que diría un grosero ex rencoroso a las 6 am, no son más que armas perfectas para relacionar el discurso de «Pucho» con la vida vacua y narcisista de sus oyentes.
Por todo esto Avida Dollars es un producto realmente adecuado para el público al que se dirige. Es simple, accesible, divertido y superficial. Además eleva una vez más el estatus de C. Tangana, que sigue siendo de los pocos habitantes de la «escena urbana» que parece ser capaz de ofrecer un trabajo constante, de rigor, inteligente y satisfactorio.