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Big Thief – Capacity

En 2016 arrancó la carrera discográfica de Big Thief; Masterpiece era el debut de la banda de Adrianne Lenker, compositora, voz y guitarrista de los neoyorquinos. Aquel debut bebía del country y el rock independiente de baja fidelidad, además de estar grabado en acústico, lo que le daba un aire todavía más indie. Melodías cristalinas y riffs pegadizos caían presos en la melancolía y soledad de la que impregnaba las canciones la voz de Lenker. Un año después el cuarteto regresa con un segundo trabajo que agranda todavía más esa tristeza y tensión de la que hablaba.

La aventura que es escuchar un álbum de Big Thief, por todas las sensaciones y sonidos que deparan a lo largo de él, comienza con Pretty Things, con la voz depresiva de Lenker aliñando un tema folk en acústico. De ahí pasan a unos riffs eléctricos y mucho ruido en la intro de Shark Smile, un tema melódico en la línea del primer trabajo de la banda. Destacan los riffs shoegaze y el ritmo in crescendo con la batería de James Krivchenia marcando el ritmo. Llega entonces la canción que da nombre al disco: Capacity ofrece distorsión y mucha tensión. No hay un ritmo claro; Big Thief no ponen fácil la escucha, no está hecha para que te guste, sino para que sepas apreciar todos los matices y arreglos que vertebran la atmosférica pieza.

Con Watering recuperan las melodías típicas del dream pop, dejando ver una mayor producción que en el debut; ya no son tan lo-fi y se nota en los riffs cortantes y en la batería rockera de Krivchenia, sin duda uno de los puntos fuertes del grupo. Recuperan la acústica en la aletargada Coma, que empieza con un ritmo simple de guitarra y la voz melancólica de Lenker. Hacia la mitad cambia el rumbo hacia un folk ambiental con coros incluidos, acercándose al pop barroco.

Y después, otro cambio de registro. Great While Shark es un temazo de rock experimental vía Radiohead con una épica instrumental impresionante, y unos ramalazos eléctricos emocionantes. Mythological Beauty mantiene el tono rockero al comienzo y acaba por convertirse en un pop ambiental en el que brilla el falsete de Lenker, recordando a una diva como PJ Harvey. La música de Big Thief tiene momentos de evasión, de alejarse del foco de la canción para luego volver con más fuerza, como ocurre en momentos de este último tema.

Encarrilamos el tramo final del álbum con Objects, repleta de cambios de ritmo y difícil de catalogar por sus diferentes registros. Más folk acústico es Haley, repleta también de múltiples matices y diversas idas y venidas en las que es difícil meterles en un género concreto. Con la teatralidad de Mary y la refrescante Black Diamonds se acaba una aventura sonora de lo más agradable y emocionante.

Estoy convencido de que vamos a oír hablar mucho de Big Thief en los próximos años. Aunque el debut sea más sorprendente, es de reconocer la dificultad que conlleva tan solo un año después apuntar alto con este segundo álbum. También me parece importante valorar que haya bandas capaces hoy en día de crear música sin arreglos sintéticos, ya que las armonías instrumentales acaban siendo las verdaderas generadoras de emociones.

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