Beck – Colors

Beck ha vuelto y lo ha vuelto a hacer. Hace ya tres años de Morning Phase, el disco que le hizo ganador de un Grammy. Pero el multinstrumentista californiano ha regresado con más color que nunca. Lo ha vuelto a hacer, ha vuelto quemarse y renacer de sus cenizas para reinventarse una vez más. Desde que finalizó su anterior trabajo, Beck ha estado trabajando de la mano de uno de sus mejores amigos Greg Kurstin, que también ha colaborado con Sia y Adele. Juntos han creado la mayoría de canciones que contiene Colors, el que es su nuevo álbum.

Un total de 11 canciones pero con un toque diferente, más energía, más ganas. Morning Phase comenzaba con un pequeño opening de menos de un minuto, calmado. Aquí ya entra a por todas, con energía. En ningún momento te va a dejar parado, es prácticamente imposible.

El disco está lleno de toques pop y funky, riffs juguetones y flautas que animan haciendo las segundas melodías. Abre con Colors, un opening bastante más largo que el de su anterior disco y por no hablar de lo distintos que son entre sí. Podríamos apostar todo a que este track será con el que abra los conciertos y de ahí un sin parar de baile.

Colors da la bienvenida a una nueva etapa de Beck, algo muy distinto pero que aun así, nos recuerda a sus anteriores trabajos como Midnite Vultures (1999) y Güero (2005). Seventh Heaven calma las cosas un poco más, después de toda la energía que desprende Colors, este segundo tema es un poco más tranquilo, pero tampoco nos vamos a relajar. Junto a I’m So Free, y No Distraction, son temas tan bailables que te invitan incluso a dejarte llevar, perder la cabeza y disfrutar de principio a fin la música que está sonando.

Dear life rompe un poco con esto, es una carta a la vida. El piano es protagonista a la vez que el cantante te va contando lo que es la vida, una vida dura y no todo felicidad. Aunque sea la canción más melancólica del disco, no pierde la esencia pop y funky que lo está caracterizando desde el primer tema.

Beck ha dejado clara una cosa muy importante con este disco, él no se repite. Se marca un Madonna con reinventarse o morir. Y esta es la esencia del artista, siempre es él pero en distintos ámbitos, como si de un camaleón se tratase. Que un artista sea capaz de tocar todos los palos, y conseguir que su estilo sea él no un tipo de música concreto es increíble. Y es así, lo ha vuelto a hacer. Sólo por eso ya debería estar en lo más arriba del panorama musical.

Aunque se traten de canciones por separado, se puede escuchar el disco de principio a fin sin pausas y se puede percibir la armonía que confluye entre todos los temas, como una historia que va evolucionando. Cuando llegamos a Fix Me, un ligero toque Coldplay recorre todo el cuerpo. No sólo por el nombre, que ya nos recuerda a aquella balada. Junto a Dear life nos regala las dos baladas del elepé, pero dura poco. El disco finaliza con Dreams y vuelve a subir toda la adrenalina hasta el tope. No va a acabar con melancolía uno de los discos más movidos del artista.

Nos dejó melancólicos con Morning Phase y decidió experimentar con indie rock, funky y pop para este nuevo trabajo. Y quizá Colors es el mejor nombre que le podía poner, una armonía de mil colores, ninguno parecido al otro, todos distintos al igual que él y su música. De los pocos artistas que ha conseguido que ninguno de sus discos se parezca a otro, en nada más y nada menos que 25 años de carrera musical. Todo un logro en la industria de la música actual. Beck ha sido capaz de renacer una vez más y sin estrellarse, impecable y no es la primera vez que lo hace. Que un artista sea capaz de que su propio estilo sea él y no un estilo concreto de música es algo muy grande.

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