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BAXTER DURY – IT’S A PLEASURE

Baxter Dury pasó por la sección de A great little place I know en The Guardian y no decepcionó. Podría haber escogido algún restaurante a la última, un club de moda o alguna tienda de vanguardia, pero prefirió hablar de una bodega situada en un castillo francés del siglo XII en la Provenza. Los quesos, el vino y el paisaje rural le encantaron a este “desventurado inglés”, según su propia descripción.

La anécdota ilustra el aire bohemio que gasta el hijo de Ian Dury y que ya se dejó notar en su estupendo disco de 2011 Happy Soup. Tan sorprendente y atractivo fue este álbum que hasta NME lo trató de debutante cuando en realidad era su tercera grabación. Tanto la música como las pintas seducían: Dury siempre de traje, demostrando la elegancia un dandy trasnochado, salido de alguna fiesta al amanecer o como un Serge Gainsbourg decadente, llamó la atención del público indie con su electro-pop mínimo, sin grandes piruetas y de evidente toque retro.

La confirmación de ese impulso debería llegar con el reciente It’s a Pleasure, que al final es un pequeño tropiezo pese a que el comienzo es muy alentador. Abre el disco Pleasure, que continúa con gracia el camino entre melancólico e irónico del personaje de mirada cansada (“Ferrero Rocher prostitutes, Primark debutantes in boots”) y el single Palm Trees brilla por su hedonismo y toque veraniego de Costa Azul.

El problema es que, pese a sus escasos 33 minutos, It’s a Pleasure resulta aburrido en demasiados momentos. No hay una canción que maraville como Claire (tal vez su mejor tema hasta la fecha) ni que tenga el nervio de Isabel. Este álbum es más de lo mismo, pero simplemente menos inspirado. Si en la valiosa Leak at the Disco recurría al recitado lento y profundo, con la voz grave de un Leonard Cohen resacoso, ahora repite en Other Men’s Girls pero sin el factor sorpresa: un sí pero no.

Las mejores novedades llegan por la parte femenina con la incorporación de la francesa Fabienne Débarre (de We Were Evergreen), que aporta un sugerente contrapunto en la calma de White Men (“Is she pretty, is she all that you want?”). Sus coros también ayudan al intento rock de Wintery Kisses aunque sigue echándose en falta algo más de picante en las intenciones de Dury: Whispered quiere ser el punto más frenético del álbum, con unas guitarras y bajo por fin destacados, pero su espiral de baile final se queda en leche desnatada cuando en manos de El Columpio Asesino habría sido un cóctel anfetamínico.

El tramo medio de It’s a Pleasure es un valle bastante monótono, blandengue y difícil de remontar, aunque en el resultado final hay un puñado de canciones meritorias que salvan el disco. Dury no es un músico ni un cantante especialmente dotado, pero esas carencias las disfrazaba con mucho encanto en el álbum anterior. En este resbala y se le puede perdonar, pero si la empanada continúa en el futuro tendremos que pensar en cambiarle el vino francés por un café con sal.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 6/10

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