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Atoms For Peace – Amok

“Una de las cosas que más nos motivaba era dar a luz un disco en el que no se pudiera distinguir dónde empieza el hombre y dónde acaba la máquina.” Con esta frase, Thom Yorke y Nigel Godrich, alma máter dual del grupo, no tan sólo situaban Amok (XL Recordings, 2013) en el mapa de la música en algún lugar a medio camino entre el art-rock y la electrónica, escorados hacia el dubstep y el kraut, sino que, de alguna forma, reconocían cuál era el tono que iba a seguir. Retomando temas y texturas que hicieron su primera aparición con OK Computer (Parlophone/EMI, 1997), y explorados en su vertiente más mecánica en The Eraser (XL Recordings, 2007), Amok continua la línea de revisión/introspección/investigación de esos límites indefinidos, cambiantes, persistentes e inquietantes que existen entre el hombre y la máquina; temas que profundizaron de forma brillante autores como Philip K. Dick y J.G. Ballard (influencias reconocidas del cantante de Oxford) y que, a día de hoy, siguen siendo terrenos que la cultura pisa de forma tangencial o superficial, tal como si fuesen tabú o nos infundiesen un terror primigenio.

Evidentemente, la narración de Atom For Peace no se sirve al mismo nivel (literario, se entiende), sino que la música se inspira más en la imaginería creada por ambos autores y filtrada al resto de expresiones artísticas, en especial en el medio cinematográfico; desde aquel Blade Runner de Ridley Scott, la preocupación por la identidad y la identificación hombre/máquina/híbrido evolucionó a través del ciberpunk y el new weird, cuyas metáforas son tan literales si mira a través de las costuras de la tambaleante sociedad contemporánea. Un mundo técnico, tecnológico, engañosamente optimista, donde el futuro ya nos ha atrapado y se ha fugado del pelotón, que deriva a formas de opresión que no se nos ocurría en un mundo sin móviles, iPads, streaming y redes sociales que nos conectan mutuamente y nos desconectan de la realidad. Cualquiera que esta pueda ser. Corremos el peligro de perdernos en nuestras propias invenciones y lo único que haremos será pulsar a “Me gusta”.

Obsesión: Ese es, sin lugar a dudas, una de las líneas de investigación de Amok. Ritmos obsesivos, complejos, dominantes, que tejen una red fractal donde la compasión desaparece. Bienvenido, estimado oyente, a su nuevo confesionario electrónico del Metaverso, donde sus inquietudes quedarán arrinconadas en algún cluster olvidado. Si buscaba consuelo o penitencia en su pantalla, Amok le recuerda, machacónamente, que su vida está dispersa en esta multiplicidad de medios.

Desorientación: En este tapiz oscuro y mecánico, ¿qué quedan de Yorke, Godrich, Flea, Joey Waronker y Mauro Refosco? ¿Es esa voz, tan versátil y tan ahogada en la corriente sonora, realmente la firma de Thom, o ha perdido su entidad y su identidad en las tripas de los chismes herederos del vocoder? Preguntas que nos empujan a recorrer los surcos/bits en una búsqueda cuya meta es desconocida, si es que alguna vez llega. O pasará ante nuestros propios ojos sin que seamos conscientes.

Before Your Very Eyes, precisamente, nos introduce sin tregua al mundo de Yorke. Así, ¡bam! Ritmo compuesto y guitarra sampleada sobrevolando una base obsesiva y jovial, terrible, ominosamente seductora, que habla del tiempo que se nos escurre entre las manos. A continuación, Default es clara heredera de The Eraser; un divertimento electrónico de falso optimismo, en el que destaca la hermosa voz de Thom Yorke (injustamente poco reivindicada), y que, de alguna forma, retrotrae también a aquel maravilloso arranque del Kid A (EMI, 2000), Everything in it’s Right Place. Ingenue, sin embargo, ya se adentra en armonías más sutiles. Una especie de tenso descanso entre ritmos pesados y sofocantes.

Dropped vuelve a colocarnos, tras la languidez de Ingenue, en ese terreno empedrado que forman esos ritmos de velocidad variable. Aquí nos encontramos, sin embargo, con que la acumulación de elementos y de patrones acaba embarullando en exceso el puente de la canción. Unless pierde entidad con respecto a los tracks que la acompañan, anodina y plana en comparación. En cambio, Stuck Together Pieces y Judge, Jury and Executioner remontan espléndidamente el vuelo, ambos sustentados en la melodía del bajo, más orgánico y con mayor presencia. Aunque concederle el crédito a Flea puede resultar exagerado, cuando nada hay a lo largo del trabajo que desentone en el aspecto de conjunto. No cabe duda: Thom podía haber firmado el trabajo tranquilamente en solitario.

Judge, en concreto, puede considerarse el corte más destacado de la obra. Ritmos cadenciosos, hipnóticos, con la estrofa Tell it like it was, judge and jury, executioner flotando cual meme que se aloja permanentemente en el lóbulo temporal, no sabemos si para estimularlo o arruinarlo definitivamente,  judge and jury, judge and jury, executioner…

La canción que cierra el disco y que, a su vez, le da nombre, resulta, dentro del conjunto, una espiral descendente sampleada, inquietante en su urgencia de pista de Sónar, entre el ambient y toques acid, y con unas de las estrofas más escalofriantes del disco.

Amok deja constancia del afán de Thom Yorke de seguir experimentando, de no quedarse quieto en el cómodo podio que treinta años de carrera con Radiohead le conceden. Quizá no sea un disco del todo redondo, quizá huela a picoteo en terrenos en los que se inspira, toma prestado y, simplemente, da rienda suelta a sus inquietudes. Pero, si no se siente cómodo, desde luego esa sensación no trasluce en el resultado. No suena ni innova com James Blake, por poner un ejemplo, pero no desmerece para nada su escucha.

PUNTUACIÓN CRAZYMINDS: 7,5/10

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