El turista que en 2006 decidió instalarse en España bien por el sol, bien por el amor, bien por la mar, ha sacado nuevo disco. Estamos frente a un compositor de detalles y sonidos dulces que desde el 98 ha ofrecido discos autoeditados, publicaciones bajo diferentes sellos y hasta alguna obra en modo de descarga. Josh Rouse es un tipo sagaz y tierno a la vez, cercano en sus directos y si en este disco sus arreglos han pasado a ser más electrónicos que de raíz americana (algo que ya adelantó en su momento), no pierde ese sonido característico en sus discos. Lo-fi pulido.
Love in The Modern Age está plagado de sintetizadores, voces femeninas apoyando sin forzar el gesto de una voz que con los años se ha ido quebrando. En ese giro propuesto, incluso el saxo toma protagonismo junto a los coros reformulando la década de los ochenta en sus manos. Convirtiendo la imagen de la televisión hd en algo con menor calidad que esa que hoy día tenemos pero que conlleva cierto encanto. Businessman por ejemplo, una vez puestas las cartas sobre la mesa, ahonda en el concepto de teleserie ochentera. El neón rosa, las cazadoras y cierto romanticismo unido al maquillaje encajarían con esta canción de fondo. Todo un ejercicio de estilo para quien recuperó los setenta en su disco 1972.
Los coros femeninos en algunos compases pueden ser el único elemento que sobresalga de una producción casi espartana (de ahí el lo-fi) en la que los sintes suenan casi desnudos sin demasiado ropaje de reverbs, delays y demás trucos de estudio. Women and the Wind recupera el sonido más clásico, entre el folk y la americana, con esa dosis justa de pop para hacer que todo fluya. Un bonito tema ante el edulcorado despliegue anterior. Un tema muy disfrutable. Estamos ante un disco de desahogo, de corazón y sonrisa y sí, algodón de azúcar (rosa). Hugs and Kisses y There Was a time cierran este pequeño flahback que se ha permitido el de Nebraska y que nos regala en los tiempos que corren despidiéndose de forma maravillosa a golpe de guitarra onda Luna y Theremin.
En conclusión, Josh Rouse podría haberse montado un proyecto paralelo para sacar estos temas, pero así nos ha sido más sencillo acceder a esta cadeneta de canciones que respiran moqueta de hotel, papel en las paredes, flamencos y noches con neones iluminando la ciudad una vez más y que resuenan al mediodía del día siguiente entre un círculo de amigos/as con resaca. La de aquella época. Le esperamos en su próxima gira Mr. Rouse