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White Lies aprueba el examen en Barcelona

WHITE LIES

Desde su formación y cambio de nombre, White Lies fueron la niña bonita del indie británico. Mimados por NME e incluso citados como promesa por MTV, grabaron su primer álbum To Lose My Life con medios abundantes, entre ellos una orquesta de 20 músicos.

Aunque quisieron huir desde el principio de los lugares comunes en que eran situados asegurando que bebían musicalmente de Talking Heads, su primer trabajo sonaba mucho a Editors o Interpol (o lo que es lo mismo, que se empaparon a base de bien con la era Joy Division). Ese fue tal vez su pecado, los sitios demasiado conocidos. Y es que su primer trabajo funcionó muy bien (fue nº1 en el Reino Unido y les llevó por todo el mundo), pero también recibió algunas críticas por falta de alma.

El problema es que da la impresión que han querido calcar la fórmula de éxito con su nuevo álbum Ritual y. lo que antes era una sospecha, ahora empieza a pesar. Este disco les acerca más si cabe a su propio sonido, si fuera suyo claro (la introducción creciente de sintetizador hace que recuerden aun más a New Order. Incluso hay alguna época de Depeche Mode por ahí). Cuidado, no es malo beber de los grandes, el problema es cuando no se añade alma propia, sea a través de las letras, de un matiz de sonido propio o de una presencia escénica potente. Y a mi entender es esto lo que deja un trabajo impecable en eso, un trabajo impecable pero plano.

Con estas premisas y con la curiosidad elevada a la enésima potencia entramos anoche en la Sala Apolo de Barcelona, abarrotada de un público entregado. Harry McVeigh y compañía nos han ofrecido un directo bien ejecutado, con una pulcritud en el sonido más que correcta e incluso bastante simpatía hacia el público (rompiendo con la frialdad británica). Han repasado los temas de Ritual sin olvidar los temas clave del disco anterior o sus mejores singles como Farewell to the Fairground o To Lose my Live. Incluso han conseguido levantar la sala entera con temas como Death.  Hasta aquí ha sido un concierto impecable desde el punto de vista sonoro y de ritmo.

Lo único que ha fallado en este directo ha sido tal vez lo que falla también en su discografía. Ha sido bastante plano, poca emoción. La voz de McVeigh, que busca pretendidamente la profundidad y oscuridad de grandes como Ian Curtis, no llega a convencer y personalmente el conjunto me ha dejado algo frio.

En resumen, y volviendo al título, White Lies ha aprobado sobradamente en Barcelona, un concierto impecable desde varios puntos de vista pero falto de subidas de energía y de emoción. En definitiva, ha sido el directo de jóvenes promesas que deben encontrar su propio espacio musical si quieren dar el paso siguiente.

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