Los orígenes de los festivales de música. Introducción. Un festival de música es un evento social. A veces incluso solo eso. Una reunión en torno a un lugar y con una banda sonora elegida de antemano. A veces (no esta vez). A veces es ponerse tu mejor camisa hawaiana y esos pantalones vaqueros que te quedan tan, tan, tan bien (apretados, están viejos, gastados, ya no eres lo que eras; quítatelos y tíralos en el mejor contenedor de Humana que conozcas). A veces los festivales de música giran en torno a una festividad local, un periodo vacacional, un entorno natural, una playa, una montaña, un bosque. A veces incluso un paraje sin igual. Y siempre, casi, siempre sobre un tipo determinado de música. Y siempre, o casi, sobre unos determinados grupos de música que emiten en alta fidelidad su particular y mismo mensaje. El Villamanuela Festival no es así (Es muy Monkey Week, en cuanto al estilo multisala, con todo lo bueno que signifique ello)
El Villamanuela propone conocer y recorrer los diferentes espacios dedicados a la música en el barrio de Malasaña, con propuestas musicales como pop electrónico(synthpop, dreampop), kraut, psicodelia, “garage”, postpunk, electrónica experimental, dark, tras, hip-hop…Etiquetas sí, pero muchas y diversas. Conocer y sobre todo recorrer o andar, patear, los diferentes espacios/salas en los que se lleva a cabo el festival durante el fin de semana. Con la apertura de Holy Fuck el jueves, el grueso del festival se lleva a cabo el viernes y el sábado, con fiestas extra de electrónica homenaje al legendario club de Düsseldorf “Salon des amateurs” y domingo de interclubs.
Día 1. Viernes. Acreditación. Pulserita. Joy Eslava. Grupo: Naked. No hay luces. Apenas sonido. Entramos en la oscuridad. Haces de luz blanca y oscuridad. Haces de luz blanca y ruidos metálicos, industriales. Son el dúo escocés Naked y los presentan como “violencia digital y éxtasis sexual”. Estructuras dark, con vertientes más punk, pop, triphop. Agnes modula su voz entre la perturbación, la dulzura y el éxtasis. Guitarrazos al aire y base de electrónica industrial. Primera bofetada.
Vámonos. Rápido. Empieza Melange. Sube Gran Vía o ataja por Valverde, etc. Destino: Teatro Barceló. Destino: no destino, no futuro. Melange suenan tan jodidamente bien, desde el principio. Cierra los ojos. Déjate llevar. Hay psicodelia, paisajes instrumentales infinitos, sintetizadores asimilados con guitarras, bajo y batería. Ennio Morricone, arabescos, caminos de tierra y barro, folk y kraut. Músicos curtidos que exponen su mezcla aquí. Su Melanje. Es una delicia escucharlos y dejarse llevar. Babum. Doble babum.
Corre. Aún me da tiempo a ver a Aries. Calle la Palma. Todo hacia bajo. Aries. Loops, samplers, cajas de ritmos. Importante carga audiovisual. Cambio de sentidos, odio, vista, colores, sonidos. Sinestesia. Sala llena. Baila mi sinestesia, mátame con tu voz. Esto último solo lo canto yo, para mi. Pero estoy bien, gracias.
Cambio. Corre. The king. The Khan. King Khan and the Shrines en el Teatro Barceló. Toda la calle Palma hacia Tribunal. Teatro lleno. Es Elvis Presley y Madonna. Es una burbuja freixenet. Es una auténtico crooner, con una banda que incluye vientos, teclados, batería, guitarras, bajo, panderetas… El rock and roll es solo una excusa para dejarse llevar. Bizarrismo frenético. Un auténtico espectáculo. El espectáculo, sin ser solo efectos especiales. Sí viste un body ceñido/embutido con una boa con cuello en v, pero su voz es enorme. Sí cogen el teclado y lo bajan al público, pero suenan bien. Es fiesta sí, pero suena a bandazo, a rockabilly, a psicodelia añeja. Es una auténtica gozada.
Corre. Da tiempo a disfrutar de Mar otra vez. Otra vez, de vuelta. Celebrando el 30 aniversario de No he olvidado cómo jugar en el barro/ Fiesta del diablo y el cerdo. Después de Corcobado y compañía en la sala 0 del Palacio de Prensa. Sonidos afilados, descompasados, libres. Poesía cruda disparada entre los ojos. Saxo, guitarras, bajo, batería. No wave, post-punk, dicen de ellos. Bofetada emocional.
Corre. Volvemos al café la Palma. Fiera, son otro verso libre. Radiografías costumbristas de distintas realidades de la sociedad en la que vivimos, con mucha sorna, ironía, sarcasmo, mala follá. Verso libre en letra y música. Presentaban su segundo disco Aljarafe como Fiera y con solo dos miembros de “Sí, son los de Pony Bravo”. Pablo Peña (al bajo y voz) y Darío del Moral (maquinitas). En un spin off más radical y electrónico si cabe, en el que tienen cabida kraut, math, electrónica y nada de eso. No hay rima fácil, ni sonido fácil; pero es una maravilla.
Fin día 1. Día 2. Sábado.
Mecánica popular. El origen. El germen. El protofuturismo. Back to the future. 30 años no es nada. Mecánica Popular se dieron con lleno en la oscura y calurosa sala 0 del Palacio de Prensa. Sonidos industriales y potentes, que fulguraron en la oscuridad de la sala, meta-oscuridad, futurismo, new wave. Batería en directo a los ritmos, audiovisuales, empatía y hora y pico de concierto. Muy buena forma de volver.
Seguidamente, en la Joy Eslava, The dwarfs of east agouza. Fueron, para mí, el descubrimiento del festival. Una dulce locura con tres componentes egipcios, en la que experimentan con la guitarra, saxo, tintes y cajas de ritmos. Una maravilla para el escuchante/oyente/percibidor. Búscalos. No te voy a decir ni una palabra más de ellos.
Locura dos. Faust. Experimentación, psicodelia, krautrock, spoken word y una hormigonera. Bajadas del escenario, solos de trompeta, un par de chicas tejiendo en el lateral izquierdo del escenario. Lo normal. Dos baterías, un bajo, y guitarra-sintetizador-efectos. Todo es posible. Lo más importante es la comunicación entre tú y yo, yo y el resto. Dice. Dicen que rompían con lo establecido y lo siguen haciendo. Maravilla 3 o 4.
Corre. Calle La Palma. Las Odio. Con la sala llena soltando sus píldoras de powerpop “garagero” y sisterhood, de baile y desenfreno. Canciones cortas, sonrisas, saltos. Cerveza negra, otra. Gracias. ¿De trigo? No, negra. Salto.
Corre. Siroco. Toca Hölograma le tocó lidiar con la más fea. Con Death in Vegas, con Craig Leon… Pero aún así hicieron lo que saben, electrónica bailable, de ritmos repetitivos e infecciosos. Lisergia pura que contrastaba con la propuesta de Death in Vegas en el teatro Barceló. Con un sonido más narcótico y monótono, en una sala eso sí llena y con querencia a pasárselo bien. Después vuelta a Siroco a ver a Amnesia Scanner que tiraron de electrónica con experimentación, oscura, pero bailable.
Posiblemente sea el mejor festival de Madrid, pero no se lo digas a nadie.