Arrancamos la segunda jornada de festival. Durante muchas ediciones el Viernes ha sido el primer día “oficial” y estaba precedido de una fiesta de bienvenida el Jueves. Ahora éste ha pasado a ser (casi) un día más, y hay una fiesta más modesta el Miércoles (este año con Young Fathers, Andy Butler, Huías).
Era el momento de comprobar si el escaso público del día anterior iba a ser parecido durante todo el festival o era un espejismo, debido a que el primer día era laborable o con un número de grupos menor que el resto de días. Afortunadamente, por la supervivencia del FIB, había bastante más fibers en el recinto, repartidos entre los escenarios y otros espacios como carpas de dj´s o el South Beach, un recinto con arena de playa, piscinas hinchables y cócteles.
La Bien Querida está dejando atrás su hermetismo, apartando sus habituales gafas negras tras las que se ocultaba y hasta animándose a bailar entre las canciones. El escenario “Radio3”, el de tamaño medio de los tres existentes, estaba bastante lleno de gente que esperaba ver como las nuevas canciones de su magnífico disco/Ep (Premeditación, Nocturnidad y Alevosía) y su toque más bailable funcionaban en directo.
A pesar de ciertos problemas de sonido (bastante habituales este año, de los que se salvaba el escenario Las Palmas y sólo si podías coger el sitio adecuado) de los que se quejó Ana, el concierto se convirtió en un buen aperitivo para el resto del día, de una digna heredera de los mejores escritores de canciones en español.
Lo sentimos por Jaime T, pero La Bien Querida y Sus poderes extraños (con la que terminó su actuación) no nos soltaron hasta el final y llegamos cuando ya había empezado. Era uno de los claros objetivos del público foráneo y consiguió el primer lleno del año. Personalmente no me transmite mucho y todo me parecía una mezcla de referencias, desde lo más folk (donde creo que más gana) hasta cierto toque hip-hop, en busca de definición.
El ver como la mayor parte del público salta y canta con sus canciones más conocidas como Zombie te hacía estar hasta fuera de lugar. Es un claro ejemplo de lo que pasa en Benicássim desde que es tan Internacional: un público dividido entre sus grupos favoritos y otros bastante desconocidos.
La primera y dolorosa elección que tocaba hacer era entre Palma Violets y Nudozurdo. Optamos por los madrileños y nos acercamos por primera vez al escenario más pequeño “Red Bull Tour Bus”. Un autobús con una plataforma, que quedaba escasísima, no sólo para Nudozurdo sino para todos los grupos que tocaron en él.
El sonido tampoco era el deseado, Leo Mateos, voz y guitarra se quejaba de acoples. La sección rítmica siempre tan intensa y espectacular, “Meta” al bajo y Ricky Lavado a la batería (también de Mi Capitán y de Standstill, banda que tristemente anunció su separación definitiva hace pocos meses) brillaba en Yo soy el hijo de dios, Prometo hacerte daño y demás himnos incontestables.
Se acercaba el momento nostálgico de la noche. De hecho tengo la duda si es sólo la nostalgia la que habla en esta parte de la crónica. La magnífica banda que acompaña a Noel hace que su repertorio nuevo brille a la altura de lo mejor escrito nunca por el hermano mayor de Oasis. Everybody´s on the run o Dream On de Noel Gallagher´s High Flying Birds brillan con luz propia PERO… Se arranca con Champagne Supernova y todo es maravilloso, suena mejor y hasta Noel parece guapo.
Quizás sería acertado que no tocara canciones compartidas con Liam para dar más importancia a su nuevo repertorio, pero desde luego no seré yo el que quiera privarse de esos clásicos y de ese final con Don´t look back in anger. Qué gran momento Oasis para dejarse llevar por la emoción.
Godspeed You! Black Emperor era la apuesta por el post-rock y casi lo menos festivo del fin de semana y aunque es muy de agradecer introducir variedad en el cartel de los festivales, la hora no presagiaba demasiado público. Unas cien personas se reunieron junto a estos canadienses que estaban concentrados en lo que mejor saben hacer, reunirse en un pequeño espacio casi como si estuvieran en su local de ensayo y dejarse llevar por la intensidad y la emoción.
Nada de fuegos de artificio, sin imágenes en las pantallas y tocando prácticamente en la oscuridad con sus clásicas improvisaciones. Sólo pudimos disfrutar de algo menos de la mitad de su concierto para no perdernos nada de The Prodigy y eso que tocaron dos horas.
Y como contrapunto a Godspeed You!, del escenario Radio3 nos acercamos al Verd… digo Las Palmas, el principal, para ver a The Prodigy seguir con lo suyo: fulminar al público a base de una batalla campal de luces, trallazos y pelea rave. Maxim Reality y Keith Flint (en peor forma que su compañero mc y poseedor de uno de los peores peinados del mundo de la música) siguen dando el mismo miedo sobre el escenario, a la vez que consiguen que nadie se quede quieto.
Empezaron con Breathe y desde entonces nadie tenía resuello hasta que acabaron con Take me to the hospital (y ojo que entre medias atronaron Smack my bitch up, justo antes de los bises, Firestarter o The day is my enemy).
Polock tuvieron la mala suerte de coincidir con un cabeza de cartel y nos quedamos con muchas ganas de ver en qué forma están. Hubieran podido llamar la atención del público que no les conociera si su espacio y compañeros de horario no hubieran sido los que fueron. La próxima vez no se nos escapan.
Llegó el momento de irse a descansar, no vaya a ser que mañana a Damon Albarn le de por tocar cinco horas seguidas, como ya hizo hace unas semanas en Roskilde Festival.