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Una noche en los mundos de Fatboy Slim

30 de junio de 2015.
La Riviera (Madrid).

 

Pocos músicos pueden tener la vitola de ser estandarte de una década y todavía menos artistas se convierten en El Padrino de un género, como la electrónica de vanguardia en los 90. Para algo así hay que ser capaz de crear un mundo irresistible y saber exportarlo usando todas las disciplinas artísticas al alcance. El fin justifica los medios para alcanzar la excelencia. El maestro audiovisual de los noventa se paseó por Madrid mostrando imágenes prometedoras de un mundo presente únicamente en los platos de Fatboy Slim.

Reverse se trajo a la Riviera al icono de la última década feliz y el resultado no pudo ser otro que un fiestón lleno de colorido, alcohol mal refinado y música de muchos quilates. Todo ello enmarcado en un entorno espectacular, buen sonido y unas visualizaciones increíbles.

No es fácil ir por delante viniendo de tan atrás en el tiempo pero estamos hablando del dj que situó a la electrónica en el pedestal dorado del éxito global. Karretero viene de más cerca en el tiempo y en el espacio y aunque su sesión nos dejó con ganas de más, de bastante más, se notó un cambio sustancial cuando el protagonista de la noche se abalanzó sobre los platos.

No le hacen falta mucho artificio ni siquiera muchos aspavientos sobre la mesa. Fatboy trae consigo el espíritu festivo y despreocupado de los 90 y esa mecha es demasiado corta, incluso para un recinto como La Riviera, cansado de todo. El talentoso músico británico cocina bpm’s con frac y nuestras tumultuosas neuronas hacen el resto. En ese momento, la disco cambia. No es que entre en un vórtice con dirección a los 90 como podríamos prever. La dirección que toma Fatboy no existe, sus sonidos no se pasean por cualquier platea. Son exclusivos y reservados para sibaritas musicales. Los presentes abarrotaban una sala diseñada esa noche para mantener a nuestros sentidos hiperexcitados.

Para tan distinguida ceremonia no existe dresscode porque esas cosas no van con la filosofía de Fatboy, pero el trabajo del dj saca a relucir que la vanguardia también puede ser rabiosamente elegante… y divertida. Imágenes de tipos duros, smileys, mil trucos de animación y la presencia de ese hombrecillo menudo ya entrado en años nos sitúan en un lugar fascinante en medio de ninguna parte.

Fatboy demuestra siempre que va a lo suyo porque sabe a donde va. Sus clásicos van cayendo a cuentagotas, un goterón de Praise You, un diluvio de Right here, right now y una catarata de temas que nos llevaron al éxtasis cuando el escenario se llenó de globos gigantes. Estalló entonces una tregua con la realidad y terminamos de entrar en el peculiar universo Fatboy Slim. Un lugar apacible para bailar y experimentar una noche que se hace corta a base de Big Beat.

Un muñeco gigante y futurista anima a un público enloquecido por el ritmo del mago de los 90. Pero por mucho que no parezca un show de otra era, es inevitable echar la vista atrás y comprobar que el tipo de la mesa de mezclas era quien te obligaba a buscar en la parabólica esos canales raros de música donde salían sus espectaculares vídeos. El público poco a poco se va dando cuenta de esas cuestiones una vez superada la estupefacción inicial. Se crea una comunión especial azuzada por un dj muy cercano y que le gusta mantener a su público en el punto exacto de ebullición.

El concierto de ese señor de camisa hawaiiana es más que un directo. Se trata de un desfase de leds bien orientados y temas Big Beat con tendencia a un Techno-House con mucho de mala leche y poco de tópico Club. Tras más de dos horas en el universo paralelo de Fatboy Slim descubres que su realidad mola más que nuestros recuerdos de los 90, los 00 y la actualidad. Los genios tienen esa capacidad de sofisticar la mediocridad y enseñarlos el brillo oculto de las cosas.

La noche va tocando a su fin, los decibelios van bajando y el alcohol en sangre subiendo cuando nuestro guía por otras realidades decide dar por finalizada su visita. Se marcha FatBoy Slim con una premisa clara: Quizás ahora sean otros los que llenan las pistas y los spots de televisión pero ninguno de los que vinieron después ha sido capaz de crear un mundo tan refinado y vanguardista. No todo el mundo puede ser uno de los padrinos de la electrónica con una propuesta, como la de Fatboy, que nunca vamos a ser capaces de rechazar.

 

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