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Una barra atraviesa su/tu cabeza. Soledad Vélez. Concierto en Madrid

Ella lleva una franja azul en sus ojos. Hay una franja azul. Una tristeza posada en su vista. Un poso oscuro que te hace temer y te hace buscar. El miedo no ha venido hoy. El medio, justo el medio de la sala, es el lugar indicado, hoy. Ella está allí. Justo en medio. Ella lleva una franja azul en medio de sus ojos. Una franja azul que la convierte en Jeannette; y a ti y a mi en el fin. Es nuestro día del fin.

La primavera ha vuelto a mojar la calle. Hemos quedado antes del concierto de Soledad Vélez en la Siroco. Calle San Dimas. Soledad es el nombre de  Soledad Vélez y de su madre. De su madre, también. Hemos ido a tomar una cerveza lisérgica antes. Antes del concierto es el día del fin y hay que celebrarlo. No hablamos en ningún momento sobre que Soledad Vélez es chilena, que sube montañas y duerme a veces allí en lo alto. En la montaña. Sí, lo hacemos. Hablar de eso. De las montañas, de su voz. De la tienda de campaña.

Hoy es el día del fin y hemos venido a celebrarlo con un concierto. Soledad Vélez desde Chile, Valencia. Desde Chile, donde los pingüinos, donde el fin (del mundo). Hoy es el día del fin y Soledad Vélez presenta Dance and Hunt (Subterfuge Records). Está oscuro allí en el medio. Es oscuro y tierno. Tierno no es la palabra. Acogedor, tal vez. Su voz es una jodida eminencia. Una eminencia topográfica. Un terreno más alto que el que lo rodea. Algo que permite disfrutar de las vistas. Del río, del resto de montañas, de las estrellas. Su voz te arrastra y eleva.

Estamos justo en medio del concierto. Y según Ella he sufrido un caso raro de desfrontalización y lirismo. Su voz me lleva a pensamientos propios, introspectivos, silencio e intimidad. Soledad Vélez y su banda, Jesús de Santos (Polar) a la guitarra y Luis Torregrosa a la batería abandonan el folk-americana (south americana) para sentirse cómodos con el sintetizador y empatarlo perfectamente a las guitarras. La intensidad aumenta. La trama siempre ha sido buena, pero adquiere una pátina diferente. La oscuridad te llama, te atrae, te busca, te caza. La sala está llena. Hasta arriba. Hasta el fondo. Soledad da las gracias e inunda la sala, solo cabe la inmersión, una parálisis transistoria y la desfrontalización.

Busco en Google, desfrontalización. Habla de Phineas Gage y el fantástico episodio en el que se atraviesa el cráneo con una barra de hierro. No a propósito. No de forma consciente, no por amor. Trabajando. Y se sube a un carro y lo conduce por un camino de tierra y rocas con una barra metálica cruzándole la cabeza, y llega a ver al doctor. Y este le dice: “!Fantástico!”.

El jodido doctor te dice «fantástico” mientras tienes una barra metálica en tu cabeza, mientras escuchas a Soledad Vélez y te da por bailar, mientras pierdes la compostura. Es humor inglés creo (lo de del doctor).  Aunque era de Vermont, Massachusetts. Puedes buscarlo. Hay una foto de Phineas y su hierro. Y una foto de su cráneo, el de Phineas, su famosa calavera serrada. Y de la barra, a un lado.

La barra que le atravesó. Como su voz y el azul de la barra no metálica de sus ojos. Ella cuando sube a un escenario es Jeanette. Y la enorme dulzura, cierta timidez y candor se quedan debajo. Soledad sube a la eminencia y eleva su voz. Su desfrontalización. Su pérdida del freno de los impulsos. Ella dice: “El lóbulo frontal es la parte del cerebro que frena los impulso. De comer, follar, agredir, decir lo que se piensa, ser descortés. En algunas demencias o tumores (o etc) se pierde esa función por afectación de ese lóbulo. Y eso hace… que las personas anden así, desfrontalizadas, tocándoles el culo a otras, sin filtro”.  Ella, Soledad,  se convierte en noche. Es la noche. La dueña. Y marca los pasos. Ella, Soledad dice que Furia Trinidad son la hostia. ¿Los del Puerto de Santa María, los conoces? Furia Trinidad. Los conocemos. Y conocemos Dance and hunt. Y deberías dejarte llevar no sólo por Jeanette, ni siquiera por Knife o la canción que da nombre al larga duración, o Nightmare. Es un disco enorme. Soledad baja del escenario y atraviesa la sala y al público, como una una barra en tu cabeza. Lo atraviesa puño en alto. Atraviesa del escenario a la barra. A la barra del bar. Y vuelve. La gente aplaude, hay bises.

Hoy es el inicio de la presentación de Dance and Hunt, es el inicio en el que Soledad Vélez paseará su trabajo por el litoral y el interior de tu ser y otros. No dejen de ir a verla. Hoy es el día del fin.

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