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Bilbao BBK Live 2017 (Sábado): Última jornada a ritmo de surf sesentero y bailando bajo la lluvia

El sábado, la jornada se presentó maratoniana. A las 12:00 del mediodía en el muelle Pío Baroja, teníamos una cita muy especial en el Escenario Barco By Jägermusic. Se trataba de disfrutar durante una hora de una vuelta en barco por la ría de Bilbao, bajo la bandera de Jägermeister, disfrutando de los directos de Rrucculla, King Kaiman, y Kaixo. Tres grupos de lo más eclécticos, que representaban a la perfección lo que ha venido a ser este festival.

Gracias a esta experiencia, además de disfrutar de música en directo en un escenario inusual, pudimos disfrutar de la arquitectura bilbaína de la que me declaro enamorada. A ambos lados de la ría pudimos ver desde otra perspectiva la fachada del ayuntamiento, pasamos bajo el puente del Arenal, y del  Zubizuri (el polémico puente  de Calatrava), vimos la preciosa fachada de la estación de trenes de Bilbao,  del mercado de la Ribera,  la impresionante Torre Iberdrola, las placas de titanio del Guggenheim, y la Grúa Carola, con su color rojo intenso de los astilleros bilbaínos.

Embarcamos en un pase reservado únicamente para prensa, y en cuanto zarpamos se puso a los platos la jovencísima productora de música electrónica Rrucculla. Es maravilloso ver Bilbao desde otra perspectiva mientras disfrutas de buena música. Es cierto que a mí en particular la propuesta elegida por Rrucculla para esa hora me pareció más digna para el Basoa a las 3 de la madrugada que para el barco, pero para gustos los colores.

 

Quien me sorprendió muy gratamente fue King Kaiman, que trajo su propuesta más garage punk. Según nos confesó estaba sin desayunar y temía marearse en el barco. Guitarras afiladísimas, una voz apenas inteligible (si suena bien es que algo va mal, nos decía), ritmos frenéticos y unos riffs descontrolados de guitarra que nos despertaron al mismo tiempo que nos encantaron. 20 minutos que nos supieron a muy poco, y un gran músico que horas más tarde volveríamos a ver acompañando a The Parrots en Kobetamendi.

 

Para terminar los 20 minutos de navegación, llegó el músico gallego Kaixo. El Julio Iglesias Gallego ya está aquí, nos dijo, e inmediatamente reclamó mucho ruido. Este artista abanderado del New Punk ha trabajado entre otros con C. Tangana y alucinamos con él. Nos presentó Mallory, su nueva mixtape, durante algo más de 20 minutos, ya que los organizadores de la vuelta en barco, le dejaron tocar una canción más ya llegando al muelle con temas como Crack o Fuck Kurt Kobain al más puro estilo trap con letras bastante reivindicativas.  Eso sí es todo un Showman, que pareciera llevaba actuando toda la vida a bordo de un barco.

 

Una experiencia estupenda al más puro estilo Amsterdam, con gente curiosa que nos saludaba e incluso nos fotografiaba al paso del barco con la música en directo. Gracias a Jägermeister por hacernos partícipes de esta experiencia. Mereció la pena el madrugón.

Nada más desembarcar fuimos otra vez hasta el kiosko del Arenal, ya que hacía escasos minutos acababa de comenzar uno de los conciertos más multitudinarios de la explanada bilbaína, y es que parece ser había mucha curiosidad por ver a Delorean.

La banda zarauztarra  llegó con su séptimo disco, Muzic, bajo el brazo, y llevaron el ambiente de club al centro de Bilbao sin apenas esfuerzo. Su electrónica es de esas que entra bien a cualquier hora del día, y que hace bailar a gente de todas las edades, sobre todo cuando suenan Deli y As Time Breaks Off.

 

El cansancio y el sueño estaban haciendo mella en nosotros, así que decidimos comer, y descansar un poco antes de volver a subir, andando, a Kobetamendi.

Llegamos al recinto hacia las 19:00h de la tarde, y nos fuimos directos a la carpa a disfrutar de los madrileños The Parrots. Si hay ritmos desenfrenados de garage- rock y surf, allí que intentamos ir, y si encima la propuesta viene de un grupo patrio, mejor aún. Qué os voy a contar de The Parrots.  Dieron, sin duda alguna, uno de los conciertos más gamberros y divertidos de la jornada.  Diego (voz y guitarra) es todo un experto crowdsurfista, ya que fueron varias las ocasiones en las que se abalanzó sobre el público. Hacia la mitad del bolo aproximadamente, se incorporó a la guitarra el gran King Kaiman, y aquello se convirtió en una fiesta en toda regla. Los Niños Sin Miedo, con la canción que da nombre al álbum, No me Gustas, Te Quiero, o Lets Do It Again hicieron las delicias de los amantes del surf, y no podíamos elegir nada mejor como previa al concierto del gran Brian Wilson. Cerraron el concierto, al igual que lo hicieron unas semanas antes Novedades Carminha en el concierto que ofrecieron en el festival urbano Hirian de Bilbao con una genial cover de Demolición de Los Saicos, y otra vez con Diego dándose un baño de masas y sudor entre el público. ¡Espectaculares!

 

Los melómanos teníamos una cita ineludible en el escenario Bilbao. Y es que no siempre es fácil ver en este tipo de festivales a leyendas vivas de la música. Brian Wilson y compañía aparecieron sobre el enorme escenario principal. Nos hacía mucha ilusión ver esta actuación y es que, ¿a quién no le gustan los Beach Boys?.

Brian Wilson tuvo que salir ayudado al escenario hasta sentarse en su teclado y dar inicio a un concierto mítico. Junto a él Alt Jardine, fundador de The Beach Boys y su hijo quien tomaba la voz cantante en algunas canciones. Era bastante contradictorio ver a un Brian Wilson más pochito de lo que esperábamos, teniendo en cuenta la estupenda forma de Alt Jardine contando ambos con la misma edad (75 años cada uno de ellos).

Un escenario en el que contamos hasta 13 músicos, y donde empiezan a sonar los clásicos de los Beach Boys como California Girls o I Get Around. Qué maravilla, en nuestra cabeza nos hemos trasladado a los 60 tras una jornada de surf en las playas de Bakio, y ahora es hora de disfrutar de la fiesta con los Beach Boys.

 

Con Wouldn’t It Be Nice comienza el repaso a el mítico disco Pet Sounds, que culmina de manera sublime con Good Vibrations. Hemos escuchado en directo uno de los mejores discos de la historia.N o sé si es nostalgia, pero lo recuerdo como el concierto más especial vivido en la jornada del sábado.

Con gran sabor de boca tocaba elegir. ¿Chk, Chk, Chk (!!!) o Blonde Redhead? ¿Y por qué no los dos? Divide y vencerás dice el dicho, así que vimos el inicio de Chk, Chk, Chk, dejamos a Richard y a Óscar disfrutando de los estadounidenses, mientras el resto de la comitiva fuimos a la carpa.

Sabéis que lugar que pisan Nic Offer y Lea Lea, lugar que se convierte en una auténtica fiesta funk, y Kobetamendi no iba a ser menos. Pero no sólo de baile vive Chk Chk Chk, puesto que no hay que olvidar que lo que hacen no es nada fácil. Imaginaos tener que cantar y afinar mientras estáis en vuestra clase de aerobic, ¿difícil verdad? Pues el chorro de voz de Lea o pierde ni un ápice de intensidad, ni aún a los 45 minutos de show, ni siquiera cuando baja a cantar entre el público.

 

En seguida Nic bajó a darse el primer baño de masas. Si le tiran un pantalón se lo pone encima del suyo. Si le tiran una visera se la pone del revés, y si no le tiran nada, ya se encarga él de bajar a sentir a su público de cerca. Richard me cuenta que fue una auténtica locura, toda una fiesta, con todo el público entregado y bailando a ritmo de funk discotequero. No faltaron sus grandes hits como Slyd o One Girl/ One Boy donde Nic y Lea no pudieron resistir a bajar a cantar y bailar con todo el mundo.

 

Dejamos atrás la fiesta en el escenario Heineken para ir hasta la carpa a descubrir a un grupo que a pesar de su larga trayectoria (23 años), no había visto en directo y nos dejó hipnotizadas. Hablamos de Blonde Redhead. El trío estadounidense con la japonesa Kazu Makino al frente, acompañada de los hermanos Pace, ya llevaría unos 10 minutos de concierto para cuando llegamos, pero podemos decir que en la carpa, no muy concurrida, estábamos todos sobrecogidos por la maravillosa voz de Kazu. Su voz suena a pura poesía y nos transporta a fascinantes universos sonoros. Hasta Leo Mateos (voz de Nudozurdo) que se encontraba entre el público, se encontraba hipnotizado totalmente metido en el gélido y armónico directo de la banda.

 

Una vez finalizados sendos conciertos, llegaba la hora de juntarnos todos de nuevo y ver uno de los «cabezas de cartel». Pensamos que bien podían haberse intercalado el nombre de Two Door Cinema Club con el de Primal Scream. No entendemos ese protagonismo que se les dio a Two Door Cinema Club, banda de temas pegadizos, clónicos entre sí y fáciles de asimilar que, si bien se hubiera solapado con otro grupo, cosa que no ocurrió, hubiesen sido completamente prescindibles.

 

Ya que a Laura le encantan, vamos a ver  con ella el concierto y ya sabéis lo que dice el refrán: «Si no puedes con el enemigo, únete a él», así que empezamos a bailar y a cantar los temas con el inglés de Mario Vaquerizo, y finalmente nos divertimos bastante más de lo esperado. Pero si se formó hasta un pogo detrás nuestro, yo alucino, ¿pogos con Two Door? Ver para creer. Cigarettes in the Theatre, Undercover Martyn o I Can´t Talk sonaron con bastante energía, cosa que ayudó a no parar de inventar pasos de baile, y en el momento final, cuando sonaban los primeros acordes del What You Know, con una sincronización de reloj suizo, comenzó a caer el diluvio universal, y todos los fans enfervorecidos se pusieron a saltar y a cantar bajo la lluvia.

Lluvia que empañó en cierto modo uno de los conciertos que más ganas teníamos de ver, el de Primal Scream, aunque tampoco teníamos las expectativas muy altas tras leer las crónicas de su último concierto en Madrid. Nada más lejos de la realidad, ni la intermitente lluvia pudo empañar el show de Bobby Gillespie y compañía que no cesó e en sus poses ni en sus movimientos a lo Mick Jagger. Nosotros lo vimos desde la lejanía pero nos pareció que la banda tenía un gran sonido. Grandes hits como Swastika Eyes con la que comenzaron, Movin’ On Up, Rocks o Come Together hicieron que la gente se olvidara de la lluvia y disfrutara de un concierto que a priori no prometía demasiado.

 

Como si los sudafricanos  Die Antwoord hubiesen invocado a los dioses, o al mismísimo diablo, minutos antes de su actuación, de repente la lluvia cesó para despejarse el cielo y ver la luna llena sobre nosotros.

A pesar del barrizal en el que se había convertido el suelo, unos minutos antes de que apareciera un enorme Play en las pantallas, apenas si cabía un alfiler para ver a Ninja, Yolandi y DJ Hi-Tek.

Gracias a este grupo, descubrimos lo que es el Zef, palabra que proviene del afrikáans,  y que significa mezcla o reciclaje de elementos culturales asociados a la vida de los barrios marginales. Para Die Antwoord significa «ser punk, futurista, indestructible. Lo opuesto a una víctima. Que haces lo que quieres y no te importa lo que digan los demás», dijo Ninja, en una entrevista.

Así cargados de zef, de vídeos irreverentes a los visuales, de twerking, de electrónica y de enormes pijamas que parecían como de peluche (desde la lejanía no se apreciaba muy bien) decidieron cerrar los sudafricanos el escenario Bilbao. Era el último día de festival, el último concierto en ese escenario y llegaron dispuestos a reventarlo con su particular rave.

Como ya hemos dicho, un Play gigante en las pantallas advertía de lo que se avecinaba, y a continuación, al ritmo de un remix de Carmina Burana, salía a escena la frenética pareja. Fatty Boom, Boom dio el pistoletazo de salida al final de este BBK Live 2017 y a partir de ese momento todo fue desenfreno, bailes, y público saltando en el barro. Hacia el ecuador del concierto se desató la locura a ritmo de Baby’s On Fire y I Fink You Freeky, nosotros que estábamos alejados del barullo, pero viendo el espectáculo desde el montículo de la parte derecha del escenario, alucinábamos con la que se montó. Era impresionante ver cómo saltaba toda la muchedumbre a la vez. Increíble.

Para dar por terminado el BBK Live, tocaron el que fuera su primer tema Enter the Ninja e inmediatamente después aparecieron en las pantallas las palabras Game Over. Madre mía la que han conseguido liar, anonadados nos hemos quedado.

Como conclusión diremos que hemos salido felices de esta edición del BBK Live, habiendo podido disfrutar de conciertos de lo más dispares, y es que el eclecticismo de estilos ha sido la estrella de este BBK Live, y  además, como ya mencionamos en el primer post, la organización ha sido impresionante para lo que conlleva un festival de estas magnitudes, así que por ello felicidades.

Por poner alguna pega, diremos que, a pesar de los vasos reciclables, faltaban más contenedores para mantener más limpio si cabe ese entorno natural, y sobraban los altísimos precios de comidas y bebidas. Por lo demás, fetén.

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