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Twin Peaks & Hinds: Ardor de juventud

Aunque uno vive en su área de confort en referencia a los gustos musicales, de vez en cuanto está bien salirse del molde de la extrema comodidad y abrir los oídos a nuevos sonidos, que a fin de cuentas por edad, serán el relevo generacional que nos ayudará a mantener viva la música independiente.

Cuando vi esta doble cita no dudé en acudir: Una mezcla de curiosidad y afianzamiento me rondaba en la cabeza y tenía que vivirlo en primera persona, que nadie me lo fuera a contar, así que allí me presenté a disfrutar del espectáculo.

En primer lugar salieron los teloneros, aunque para mí, tenían un peso parecido en el cartel. Twin Peaks es  una joven banda de Chicago, cuna de grandes nombres de la música, cuyo nombre ya invita a ser escuchado. Tienen tres discos en circulación pero han sido parte ya de grandes festivales internacionales aunque por el momento, su fama se mueve más nivel local, aunque las publicaciones más reputadas ya les apuntan como banda a tener en cuenta.

 

 

Al margen de datos históricos, bien parecía que a Cadien Lake James y los suyos les acabamos de recoger con un school bus americano recién llegado del instituto para meterles en el local de ensayo a quemar las cuerdas. Su juventud apabulla, tengo la sensación de estar a años luz de sus vivencias.

Pero una vez empuñadas las guitarras se te olvida este punto quasi anecdótico y uno se deja llevar por la pasión que ofrecen en las tablas, la vitalidad, un sonido que te transporta inmediatamente a los años 60, donde el amor y otras vivencias copan sus versos. A pesar de ver la promiscuidad en sus rostros, notas la sapiencia musical que albergan para llegar a este sonido tan auténtico.

Twin Peaks se paseó tranquilamente por sus ya grandes éxitos como Making Breakfast, donde la voz de Clay Frankel suena decadente y las guitarras, llenas de vigor, nos hacen contonearnos dulcemente ante semejante hipnosis o la maravillosa Flavor otra vez sacando genio y carácter con esos coros tan enérgicos. Sucedieron más canciones y a medida que el concierto se desarrollaba, los miembros de Twin Peaks se soltaban la melena acabando por el suelo, lanzando las cervezas y demostrando que de actitud van sobrados.

Si alguien nos lo conocía previamente, nos jugamos el cuello a que ayer disfrutó de lo lindo del rapapolvo de rock punk suscrito en ocasiones a un punto de elegancia.  Esperamos que vuelvan pronto por aquí por si algún descocado  y amante de este sonido se los perdió anoche.

Para haber sido un previo teníamos las expectativas especialmente altas.

Era el turno de las madrileñas Hinds, esas chicas de las que todo el mundo habló, habla y hablarán mientras que sigan en los escenarios. El concierto tenía como excusa el segundo aniversario del primer concierto que ofrecieron, así que cada 26 de abril tienen algo bello que festejar.

Cuatro chicas, cuatro estilos, pero un denominador común: Su música traspasando fronteras. En realidad es fascinante lo que mueven y peor los sentimientos que generan, fuera y dentro de los escenarios. Recordemos que su gran hito es que eran ya famosas sin tener disco, algo bastante increíble.

Para mi gusto ya que las he visto otras veces y aquí es donde necesitaba reafirmarme, he visto un crecimiento como banda. Es decir, dentro la juventud arrebatadora que les lidera en la cabeza, se ve una actitud más positiva en escena y un sonido algo más cuidado. No hablaré de madurez, hablaré de presencia escénica.

En realidad, hay muchas bandas que tampoco tienen una técnica impecable y unas voces arrebatadoras, pero en este caso Hinds vende actualidad, rebeldía y otros valores con los que hasta yo me siento un poco identificada.

Se las critica por la falta de rigor musical, pero en el fondo, siento que hay un triste trasfondo de envidia injustificada hacia el éxito ajeno. No pasaran a la historia como unas brillantes vocalistas pero sí como uno de los grupos que el 2015 permitió que la escena nacional española se abriera la puerta al mundo. Por supuesto cabe destacar la cantidad de comentarios insulsos que se hacían on y off the record que seguramente no se propagarían si en vez de cuatro chicas fueran cuatro chicos.

Vengo a decir que hay muchos grupos femeninos de sabiosa actualidad (Warpaint, Haim, Savages) como para asustarnos y propinar todo tipo de comentarios.

Pensamientos apartes, Hinds ofrecieron ayer lo mejor de si mismas, dentro de sus capacidades. Sacaron brillo a canciones deliciosas como Fat Calmed Kiddos, que invitan a bailar cual escolar. En realidad, son honradas: Tal y como suena disco, suena el directo. Warts, una de mis favoritas sonó acertada mientras que el público enloquecía a base de pogos y demás.

 

 

Otros hits sonaron a lo largo de la hora y media como Chilli Town, Bamboo o Garden, hasta supieron crear un pseudo clímax con Solar Gap en los bises.

Aunque en algunos momentos todo suena un poco parecido y te dan ganas de mirar al techo, me fui a mi casa feliz por haber visto un atisbo de atrevimiento en una banda local, ellas arriesgan y quizás no sean fantásticas pero tienen su punto enternecedor, están en la edad de experimentar, sobre todo musicalmente. No son sobresalientes, pero quizás ahí erradica su gracia y por ende, su exposición internacional, que las lleva hasta Glastonbury.

Aunque ellas sueñan con transcender unos veinte años más no sé si las auguro un camino tan largo, pero por lo menos tienen un carácter personal a pesar de que la técnica vocal y musical la dejan a medio camino.

A la salida de sala pensaba en la poca pureza técnica vivida, pero sí contenta de ver que los relevos generacionales vienen potentes, larga viva a la juventud. Los conciertos desenfadados también puntúan.

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