Fecha: 15 de Marzo de 2012
Lugar: Sala Arena (Madrid)
Ante una desangelada Sala Arena se presentaba anoche Thurston Moore. Parece que el guitarrista de Sonic Youth sigue infundiendo respeto. Poco importa que su banda de toda la vida parezca abocada a la extinción tras los últimos acontecimientos, Moore sigue siendo el paladín del ruidismo más crudo y desquiciante. Y ello a pesar de que venía con un último disco bajo el brazo en el que la bestia se doma a base de guitarras acústicas y arreglos clásicos.
El gesto desafiante del comienzo con Mina Loy y Orchard Street apenas logró hacer arquear la ceja a un público falto de enganche. Y a una banda atípica formada por dos guitarras, un batería de ascendencia jazzística y una violinista. La cosa no termina de cuajar, y las canciones de Demolished Thoughts pierden la magia que Beck, productor del LP, les había insuflado en el estudio. Ante semejante plantel, Moore opta por la vía rápida, esa que nunca falla en un concierto de Sonic Youth. El guitarrista se engancha a una nota, la estrangula, juega con los límites de un público, eso sí, habiendo cogido de antemano sus seis cuerdas eléctricas. Con ellas Moore ya puede decir que intimida, convirtiendo cada segundo en una oda al desasosiego.
Ni por esas. No parece que esta vaya a ser la noche del músico. Presentes o no el guión, las constantes afinaciones, el cambio de una cuerda o la aparición del algún que otro espontáneo despistado en el foso, enfrían las acometidas de la banda. A estas alturas Demolished Thoughts es historia y Moore echa mano de su primer disco en solitario, Psychic Hearts. La garra de Pretty Bad, Hang Out y, sobre todo, Ono Soul, marcan el punto álgido de un concierto que sigue con la temperatura bajo cero. Las salidas de tono a base de guitarras tostadas y acordes al rojo vivo estiran el aguante del público. Y la esperada comunión termina por llegar.
El guitarrista da por concluido su repertorio más áspero y se entrega de nuevo a su lado más plácido y acústico. In Silver Rain In A Paper Key suena como un oasis y Circulation, un tratado de energía que bien podría cuajar en el cancionero de Sonic Youth, marca la diferencia. La banda ha salido del letargo definitivamente. Hora de desaparecer del escenario.
La reanudación sólo nos entrega un corte potable, ese precioso Blood Never Lies, en el que Moore se redime con ayuda del folk. Sólo por ese momento algunos habrían pagado el precio de la entrada. Otros en cambio hubieran preferido ver la versión más arisca del guitarrista. Ni la una ni la otra. Moore se quedó a medias, evitando el naufragio por los pelos, dejando al respetable en la encrucijada. Una cosa está clara: nadie salió satisfecho.