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The Waterboys presentan "Out of All This Blue" en BARTS

Si por algo han destacado The Waterboys a lo largo de sus tres décadas de trayectoria ha sido por el eclecticismo de su obra, una discografía que les ha llevado a transitar por géneros como la big music, el folk o el rock, siempre con un estilo muy personal del que su líder Mike Scott es el gran responsable.
Con este espíritu y sin añoranza alguna, la formación sigue en la actualidad con su eterno deseo de llevar su sonido aún más allá, algo que se puede apreciar en el disco doble (Out of All This Blue) que publicaron el pasado mes de septiembre. Un trabajo discográfico en el que hay espacio para la música celta, el country y el pop de siempre, pero sobre todo para explorar la música negra como nunca antes lo habían hecho.
Géneros como el R&B clásico, el soul, el funk y el hip hop, en los que los ritmos de batería y las líneas de bajo juegan un papel muy importante, como se pudo comprobar en Do We Choose Who We Love?, Santa Fe, If I Was Your Boyfriend, If the Answer Is Yeah y Love Walks In, los primeros temas que interpretaron el pasado domingo en la sala BARTS en el marco del 47 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. El último, con la cantante británica Sophie Morgan como artista invitada, una canción con un estribillo final que repitieron como un bucle infinito. Unos temas en los que el amor y el romance fueron los protagonistas, pero sin caer en exceso en el remilgo.
Concierto con pocos resquicios para la nostalgia, A Girl Called Johnny, aquel éxito que Mike Scott dedicó a Patti Smith, fue el primero de los temas de la noche que condujo a los años ochenta. Una canción a medio camino entre el post-punk y el folk celta, con uno de los arreglos de violín más bellos de la historia del pop, que Steve Wickham defendió desde el centro del escenario. Un tema que el cantante escocés cantó sentado al piano para seguidamente en un country del último trabajo discográfico, tras presentar uno a uno a los otros ocho miembros de la banda, plantearse con la guitarra y acompañado por un frenético Paul Brown a los teclados si quedarse con Memphis o Nashville, Tennessee.
Publicado en 2015, Modern Blues también tuvo un espacio de la mano de Rosalind (You Married the Wrong Guy), una canción orgánica que mostró la Influencia que han ejercido sobre Mike Scott la música y la cultura norteamericana del siglo pasado. Antes de que When Ye Go Away, un sencillo pero arrollador folk celta rescatado de Fisherman’s Blues (Ensign Records, 1988) que Bart Walker tocó con el banyo, devolviese al cantante a las húmedas tierras de Irlanda.
Inspirada en las bacanales del productor cinematográfico Harvey Weinstein, la nerviosa The Hammerhead Bar volvió a plasmar el sonido del último disco de la banda, antes de sonar uno de sus grandes temas de siempre. Una canción, All the Things She Gave Me, en la que Scott habla acerca del final de una relación y que ejemplifica aquel sonido bautizado como big music que distinguió a la formación. Una pieza tan conmovedora como pegadiza a la que el cantante puso fin bailando con las coristas (Zeenat Adefela Abike Sarum y Jessica Cavanagh).
Seguro de sí mismo durante todo el concierto, el británico continuó con The Girl in the Window Chair, uno de los temas más emotivos de Out Of All This Blue. Una composición sobre una antigua relación, con la que el cantante a la guitarra recreó el estilo de los grandes chansonniers franceses y belgas, como Jacques Brel. Amores viejos y amores imposibles, protagonistas también de Morning Came Too Soon y Man, What a Woman, respectivamente, los enésimos temas del repertorio que la banda extrajo de su última grabación. Unas canciones que fueron subyugadas por la ardiente guitarra de Bart Walker.
Con el sonido épico y los tintes progresivos de Medicine Bow, una de las canciones de This Is the Sea (Island Records, 1985), la formación encaró una recta final en la que hubo espacio para un par de canciones más de Out Of All This Blue.
La primera, The Elegant Companion, un tema con los recientes viajes a Japón de Mike Scott con su esposa Megumi Igarashi como telón de fondo. Un acercamiento a un género como el trip hop, tan de moda en el país del noreste asiático.
La segunda, Didn’t We Walk On Water, una canción con la que recrearon el funk estadounidense de los años setenta y ochenta, con una fantástica sección rítmica a cargo de los bateristas Ralph Salminen y Jonathan Green y el bajista Aongus Ralston. Una interpretación a la que puso colofón Jessica Cavanagh con un scat.
Gran éxito de la trayectoria de The Waterboys, los primeros acordes de The Whole of the Moon levantaron definitivamente a los asistentes que abarrotaban la sala de sus asientos. Un público complacido y complaciente a pesar de un repertorio con un sonido diferente al que la banda les tenía acostumbrados, que permaneció de pie hasta el final de una actuación a la que la banda puso el broche con How Long Will I Love You? y This Is the Sea, los dos clásicos que había reservado para el encore. Dos canciones con las que pusieron de nuevo de manifiesto su talento para explorar los elementos folk y llevarlos a los terrenos del pop y el arena rock.
De dos horas de duración, el paso de los gaélicos por Barcelona fue un claro ejemplo de la confianza que la banda tiene en sus nuevas canciones, con las que ha regresado más de veinte años después a lo más alto de las listas de ventas. Un nuevo éxito que llega en uno de los mejores momentos de la vida de un Mike Scott recién casado. Un artista igual de rebelde que siempre, con un gran dominio del escenario, con ánimo incluso para reivindicaciones políticas como evidenció al despedirse exteriorizando su esperanza de que el pueblo catalán pueda decidir su futuro.

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