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The Horrors hacen su parte en La Riviera

Este pasado viernes tuvimos la oportunidad de ver a The Horrors en La Riviera, en Madrid, cosa que llevaba sin pasar bastante tiempo, después de que se cancelase su último concierto en diciembre, y de que sus seguidores de aquí exigiesen uno nuevo.
Es muy interesante ver lo variopinto que es el público de los británicos, incluyendo gente a la moda surf, personas muy mayores, adultos normales, góticos de varias clases, y modernos varios, unidos en una misma sala siguiendo los hits de los de Londres.
Les precedieron Disco las Palmeras! para ir calentando el ambiente, con un ratito de set intenso y bastante duro de oír, canciones nuevas, pocas palabras, y mucha actitud que les caracteriza. Después, con bastante puntualidad, vimos aparecer la surrealista silueta de Faris Badwan, muy metido en su papel -que se mueve como un espíritu oscuro por el escenario, impasible y a veces hasta deforme en su alargada figura- con las palabras justas de agradecimiento y sin que apenas se le viese la cara en todo el set, con mucha luz de contra y uno de los carteles luminosos de Luminous a la espalda. Como todo mago que sabe que tiene grandes cosas que ofrecer, los Horrors empiezan con algo fuerte para sorprender y motivar a su público, en este caso con Scarlet Fields para poner los pelos de punta a más de uno y meternos totalmente en materia. La euforia de los asistentes es evidente, se siente en el aire la fortuna de poder ver a esta banda una vez más. Aunque la sala no esté llena, los que están, están «a tope». Resabidos en las melodías de las canciones de Luminous y Skying, charlando entre canción y canción, en los coitus interruptus, con conversaciones incómodas y bastas que se salen totalmente de la situación que están viviendo.
Tanto es así que por partes el público se descentra un poco, como si fuese ya el Dj Set de Badwan y los suyos, se mueven libremente por la sala, bailan tranquilos y no disfrutan de la técnica. La técnica tampoco se hace fácil de escuchar. The Horrors la tienen muy pulida pero el sonido que nos llega no se parece al del estudio, y no porque lo estén reinventando, más bien porque no oímos las pocas guitarras a las que dejan paso en sus últimos álbumes, los sintetizadores están tan altos que ni siquiera se pueden disfrutar de forma minimalista y para colmo a Badwan tampoco se le oye «que te cagas». Aún así en el aire hay espíritu de fiesta, la gente aparca los prejuicios y las expectativas y disfruta de ver a sus ídolos repasando su catálogo de canciones maravillosas. La lo-fi que coquetea con el shoegaze Who Can Say suena espectacular, todo el mundo baila y grita «She cried!» una y otra vez, eufóricos en la melancolía dolorosa, sucediéndose también Mirror’s Image, Endless Blue, la vitoreadísima So Now You Know (da gusto ver a un bajista moverse con tanto sentido junto a la música que hace), Still Life, I See You… Y tras el bis, para cerrar, la canción que mejor sonó con diferencia, una épica Moving Further Away, que se extendió durante diez minutos de reloj implacable y hermosa, aunque a más de uno del público le diese por volver a hablar en sus interludios.
El paso por Madrid de The Horrors ha vuelto a ser un éxito en casi todos los aspectos. Traernos sus grandes canciones, hacernos disfrutar y bailar y despertar en nosotros de nuevo esa vena medio gótica que la propia banda sigue arrastrando a pesar de estar implicada ya en otros géneros. Aunque como siempre ha habido una mancha en sus actuaciones (altercados, apagones de sonido…), no ha sido suficiente para dejar de hacer sentir a su público este surrealista sentimiento.

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