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The Drums en Madrid: La tabla de surf se quedó en Nueva York

Fotografía: Victoria Espinoza (@xladyoflight)

A veces, merece la pena vivir la vida en otoño en una ciudad como Madrid. Si bien es cierto que el número de giras está descendiendo notablemente en nuestro país y muchas bandas sólo se hacen posibles en los festivales (atención: No es una crítica, es una reflejo de la realidad), siempre hay grupos que rompen una lanza a favor y no se olvidan de visitarlos.

The Drums es uno de ellos. En su gira mundial han incluido España, dos ciudades y siempre lo han hecho. Y nos gusta sentirnos queridos.

La sala era más pequeña que en su última visita, pero podemos agradecer que la acústica era buena y el ambiente era familiar. De hecho, todo fue más cálido y próximo que lo que podíamos esperar.

Clasificar a The Drums es una ardua tarea. Siempre han tenido un ligero aire surfero en sus composiciones, pero en las letras abunda el drama a pesar de estar disfrazadas las estrofas en melodías más joviales. Por ello, no son ni de un lado ni de otro, pero no nos confundamos: Saben llevar con bastante diligencia diversos géneros.

La entrada en escena se llevó a cabo con Bell Laboratories, una de las piezas más complicadas de su heterogéneo Encyclopedia. Ambiente algo minimalista, luces bajas y sobriedad para el arranque, aunque luego se fue rompiendo el hielo. Se siguieron paseando por su último trabajo, ésta vez con Let me, algo más rockera pero enmarcada en esa frialdad inicial, aunque la voz de Jonny Pierce suena en directo todavía más electrizante.

«Madrid, we miss you«, nos dice el inconfundible vocalista del dúo, que además de haber adoptado unos bailes muy peculiares (Siempre fue un poco dramático en sus gestos, a decir verdad, pero lo de ahora es de órdago) que además confrontan con los movimientos que realiza el teclista y otro 50% de The Drums.

Me and the Moon y Days fueron el preámbulo a una de las mejores canciones de su último disco, un medio tiempo cuyo final se hace intenso: Hablamos de I can’t pretend. Quizás la mejor interpretación de la noche.

Se sentía que estaban cómodos sobre el escenario y quizás el verlo en un recinto más pequeño ayudó a que se soltaran mucho más en su interpretación y soltaran el lastre el hype que han podido llegar a arrastrar. Kiss me again siguió ayudando a conocer su último álbum y cerraron un micro ciclo con Book of Stories.

Empezaron a caer hits de su corto pero variado repertorio: Money, cuya interpretación dramática al final ascendía cómica y Best Friend se enlazaban. Se echaron de menos algunas canciones más de Portamento.

Podríamos seguir mencionando canciones, pero nos gusta más hablar de actitud. Parece que hay más humildad y más personalidad en su directo. Les he visto otra vez y me parecieron muy buenos pero muy egocéntricos. Ahora también lo son, pero es un directo más familiar, de esos conciertos que calan más. Nunca llenarán estadios y posiblemente tampoco saquen himnos memorables, pero, ¿y qué? El directo está bien ejecutado y al final es el recuerdo que se nos queda.

Tuvimos un bis único: Forever and ever Amen llevó directamente a Let’s go surfing, canción que el propio Jonny gozó cantando e hizo acallar las voces que le pidieron durante todo el concierto que tocara esta canción. La razón era obvia, en parte: en el concierto celebrado en 2011, a pesar de tener todavía menos canciones publicadas, no la tocaron, cuando es la canción más oída de ellos. Nos curamos la herida.

El cierre correspondió a Saddest Summer, canción incluida en el EP Summertime! y nos fuimos bien calentitos con Down by the water, su canción más bucólica que animó a hacer coros al público.

¿Conclusión? No existe el concierto perfecto, pero vemos cercanía en ellos, más entrega y más ganas de entretener por su parte. Tienen buena artillería musical y no les debería frenar en tener diversos géneros en su misma discografía y sobre todo, no se deberían cortar en enseñárnoslo. Se acercan más a grupos de su influencia a la hora de inspirar su música (Joy Division y a veces, tímidamente aparecen The Smiths) y se dejan el lado más surfero para cuando toca: Momentos puntuales. Nos gusta el formato poliédrico empleado, sí señor.

Se les ve sueltos, pero son jóvenes y todavía les faltan tablas. Pero en general, fue una muy buena noche con síntomas de madurez.

Grandes The Drums.

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