Aunque el cartel representaba algunas dudas para ciertos incrédulos, para mí era el punto perfecto entre nombres populares, posibles descubrimientos, precio adecuado y la posibilidad de volver a Murcia, ciudad amable y hospitalaria, donde siempre descubrimos nuevos lugares geniales e inolvidables.
Aunque hablaremos de las luces y sombras que hemos vivido en primera persona, en general ponemos un notable alto a la organización ya que esta ya pasada edición ha estado menos masificada, lo que ha permitido hacer todo con más rapidez, además de la oferta gastronómica rica y variada, además de comprometida.
Como en todos los festivales, los días previos a las jornadas del SOS 4.8 los pasé confeccionando un horario con todos los grupos que tenía intención de ver en esos 3 días.
Pero, como en todos los festivales, la posibilidad de estar de paso por un escenario a una hora que escapa a tu organización y que una banda te mande a la mierda tus planes es alta. Y ahí estaban Spring King, a unas sanas 6 y media de la tarde, pegando una hostia tras otra, gritando»Nos meamos en la mitad de los grupos que van a tocar hoy aquí«, y aportando ese punto punk-noise que se echaría en falta en esta edición del SOS.
Rectifier se metió en la cabeza de medio público, y la energía y el sonido de los ingleses fue más que recompensa justa para todos los que damos la talla desde horas tempranas en cada jornada de festival.
Ay, los solapes… Baywaves, unos tipos de Madrid con un rollo psicodélico muy sano, tocaban a la vez que MEW. No importaba, tres o cuatro temas no hacían daño a nadie, y el sonido tame impalesco que esta jovencísima banda traía era razón más que suficiente. Time Is Passing U By y nos vamos a ver a los daneses.
Lo de MEW es otro nivel. Jonas Bjerre, líder de la banda, se encargó de demostrarlo. A ver, cómo explico lo que pasó con este grupo… Digamos que cada sonido que salía de la boca de Jonas te alejaba poco a poco de Murcia para meterte en un mundo épico a base de rock progresivo. Qué bestialidad de banda, qué manera de mirarnos de incredulidad.;¿Es esto real?». Sí, joder. Comforting Sounds cerraba el concierto. Un escalofrío subiendo por la espalda mientras la canción crecía. Y después, la más dolorosa Nada. Cuando acaba y tienes que volver a la tierra has olvidado dónde estás, a quién tienes al lado y por qué coño vas a aguantar 6 horas más si ya has visto suficiente para que el festival haya merecido la pena.
Y corriendo nos fuimos a vivir comienzo de Toundra, una banda valiente que ha bebido las influencias de grandes nombres como Mogwai (su referencia más cercana) y lo ha hecho suyo, generando un sonido denso pero con un trabajo estructural que deja embobado a cualquiera. Tras haber llenado un Barclays Card Arena hace escasamente una semana en Madrid, los madrileños siguen en una mejora ascendente de su propio sonido. No es una banda de escuchar y menos de sentir si no los conoces, pero creo que supieron demostrar con mucha clase lo mucho que se puede apreciar la música instrumental.
El siguiente concierto y especialmente esperado fue el de Manic Street Preachers. Un foro ecléctico se congregaba en el foso esperando a la salida de los galeses, desde jóvenes inexpertos a señores curtidos en el campo musical, pasando por curiosos que pretendían, sabiamente, dar una oportunidad a los legendarios miembros de la formación.
Realmente es atrevido proponer a una formación con tal vasta discografía en prime time pero sacaron, con poco esfuerzo, un buen escrutinio. La ecuación era sencilla de despejar ya que la gira venía motivada por el 20º aniversario de Everything Must Go, uno de los trofeos que alberga la banda. Manic Street Preachers se tocaron el disco de principio a fin, con algunas intervenciones buenas al público, recreando con maestría y tablas el sonido que recoge este largo, sin grandes florituras pero con un sonido puro, bonito.
En realidad es como cuando escuchas un disco después de siglos sin oirlo, los sentimientos de amor u odio se tornan intensos y los recuerdos vuelven como fantasmas del pasado; al volver a chocarnos con este trabajo la mente recupera pensamientos soterrados y sendaciones especiales.
El público se desbordaba al sonar A Design for Life o la propia canción homónima que da título al disco; en otras y es lo que toca, el respetable se relajaba y se generaba menos ambiente (o más ruido ambiental, porque lo que se dice respetar, no se respeta mucho). Tras lo que se puede denominar un bis muy largo, se tocaron temas clásicos al margen de este homenaje lo que dio vidilla al público que no entendía que estaban viendo a unas grandes glorias de la música de los años 90.
Piezas imprescindibles en su discografía como Motorcycle Emptiness, Ocean Spray o la coreada If you Tolerate this se quedaron en el recuerdo sobre nuestros oídos y retinas y sobre todo con el orgullo de haber visto muy vivos y frescos a grupo de semejante calibre. Muy buen sonido, el punto justo de conexión con el público y un repertorio especialmente seleccionado nos harán recordar durante años este especial recital. Oso a decir que uno de los mejores internacionales que han pisado La Fica.
La siguiente parada fue al Escenario Inside donde Love Of Lesbian realizaban su primer bolo festivalero de la dilatada temporada que se les avecina. El sonido durante el 75% del concierto fue bastante flojo y no hablamos de intensidad sino porque la calidad era algo cuestionable.No les culpamos directamente, pero algo estaba claro que fallaba y hablamos desde el conocimiento directo de los conciertos de la formación catalana.
El setlist era de corte festivalero y aunque ellos estuvieron estupendos como banda, tampoco provocaron una marca épica. Su simpatía y gracia innata ayudaron a sacar este directo lleno de cortes populares como Club de fans de John Boy, Cuando dices Ben (yo digo Affleck) o varias pistas de su último trabajo, incluyendo Psiconautas, siento un total atrevimiento meterla en un certamen de este estilo, pero una acertada decisión. Echamos mucho de menos canciones más allá de 2009 pero entendemos que no estabámos en una sala y el setlist se adecúa de otra forma.
En resumen, aunque el sonido no fue la bomba, estuvieron simpáticos y cumpliendo expediente, siendo muy valorados entre los asistentes que no paraban de bailar.
El turno venía para los otros cabezas de cartel que tenía la velada: Chvrches. Mi precedente con ellos era muy bueno pero sus últimas actuaciones parecían haber perdido fuelle, pero en realidad, ver un vídeo del Coachella es algo casi tóxico a día de hoy si te gusta la música.
Los de Glasgow presentaban su segundo largo por primera vez en tierras nacionales y aunque no tienen por el momento interés en tocar en gira, salieron con la motivación muy alta para ofrecer un concierto potente.
Siempre pienso en lo difícil que veo hacer una réplica interesante de un disco electrónico y llevarlo al directo con dignidad pero para mi gusto, el tridente escocés lo borda. Lauren y sus guardianes estuvieron apoteósicos, creando unos escenarios sonoros creíbles y intensos, sin dejar de correr por el escenario y haciendo moverse a la masa, que en esta ocasión, parecía estar algo más viva. Los hits no faltaron como Never Endless Circles, The Mother we Share o como las mágicas piezas que convierte en algo valioso las que canta Martin, cuyas canciones parecen encajar como un puzzle en su aterciopelada voz.
Si alguien pensaba que esta banda era un hype pues se equivocó porque ejercen de buenos embajadores de una nouvelle vague de un sonido electrónico llevable y compresible, sin caer en lo mainstream, dividiendo lo que podría freírse en una radio fórmula a lo que puede respetarse en los círculos musicales más sibaritas y carroñeros.
El directo del trío es acertado, convenciendo incluso a aquellos osados que nunca habían oído a la banda previamente. Una hora y media de energía positiva, jauría desbocada, sonido que te envuelve y te enloquece. Si se mantienen en la línea y no se dejan arrastrar, yo a Chvrches les auguro un futuro bastante saludable y extenso. Creo que fue uno de los mejores conciertos del festival, a todos los niveles, la fiesta padre con calidad total.
Nosotros tenemos un (poco) de debilidad por León Benavente, pero lo suyo es para guardarlo en la cápsula del tiempo. Con dos largos y un EP y tablas a sus espaldas (menos mal que ya son un grupo autónomo y no un super grupo, aburrido calificativo para hablar de interesantes mezclas de bandas), han sabido llegar un punto de delicia acústica que no es nada fácil provocar.
Sus letras, ácidas hasta corroer que tocan la actualidad, las nimiedades, la pura verdad, son un reclamo en sí mismo y además, una excusa para que Abraham Boba a la cabeza y su banda exploten en directo como la más grande de las festividades pirotécnicas. Creo que es uno de los grupos que nunca jamás pierde la forma física y mental ni se corroe con el paso de las giras, y además, este 2 lo hace más grande jugueteando con estilos como el rap en Habitación 615. A veces el directo parece una ida de olla pero en realidad es auténtica pasión por las tablas lo que llevan a sus conciertos, locura que se transmite con ese cable invisible que une al público con las bandas, desencadenando un Big Bang inesperado.
En el repertorio tiraron de pocos hits de la banda, aprovechando para dar a conocer su nuevo LP, otro gesto más que reta al vidente a disfrutar más de la fórmula. La cara de Abraham expresiva hasta la ofensa era el vivo retrato de lo que siente su pluma afilada. Ojalá sus letras cruzaran parlamentos, consejos de dirección, ministerios. Vivimos algo muy gordo.
La noche caída y dejamos un hueco para Matt & Kim cuyo respeto musical es de un término medio pero su función a esas horas de la jornada era la del divertimento general, hecho realidad gracias a melocotonazos como All Right. Sonaron jubilosos, no les pido mucho más cuando solo pretendo hacer arder la pista de baile.
En este momento, consideré que una retirada a tiempo es una victoria, la selección natural me había hecho quedarme allí pero el sábado necesitaba tener la fuerza necesaria para disfrutar en plenas facultades.
Gracias a mi querido compañero Alejandro Olivo por completar la crónica en algunos puntos muy relevantes.