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Crónica Sonorama Ribera 2018: A pleno rendimiento

Un año más hemos pisado el Sonorama Ribera. La tierra prometida. El lugar donde sentimos la magia de la música por unos días. Dejamos los problemas del día a día atrás y entramos en un estado lisérgico que nos permite una certera evasión por un momento.

Haciendo balance, ha sido una muy buena edición. Seremos críticos en los puntos que haya que serlo pero diremos que, una vez más, la organización se ha partido el pecho en todos los detalles escuchando los fallos de pasadas ediciones y mejorándolos. Es cierto que, a pesar de haber cortado la venta 7.000 abonos antes que el 2017, se notaba un alto volumen de gente que no se notaba tanto en los conciertos en sí como en el pueblo y en algunas zonas del festival.

Nos ha gustado mucho el tema de la restauración y el mercadillo fuera de la zona de conciertos, un desahogo importante. Estaría muy bien que hubiera otra salida adicional para abandonar el recinto, pero damos un aplauso muy fuerte a la rapidez en la gestión de pulseras y acreditaciones, ahí es donde las organizaciones marcan la diferencia.

Por otro lado, el tema de los conciertos matinales es algo que creo que la organización tiene difícil controlar ya que, a pesar de la gran oferta de escenarios, todavía hay quién equivoca la música con las fiestas populares y al final se convierte en una rave mañanera… con molestas pistolas de agua incluidas. Sin duda esperamos que de alguna manera estos conciertos sean también para aquellas personas que van con su abono y amen la música tanto como lo hacemos nosotros. Confiamos en el saber hacer de Javier y su excelente equipo.

Ahora, tras esta pequeña introducción, queremos desgranar lo que fue para nosotros el Sonorama Ribera. Nuestra edición comenzó, por así decirlo, el jueves a la tarde y con uno de los momentos estelares. Nos gusta estrenarnos a lo grande. Llegamos a tiempo para ver a Diego El Cigala ya que, aunque obviamente se escapa mucho de nuestro contenido habitual, había curiosidad.

Sí, salió unos 45 minutos tarde. Sí, salió con un «vaso de zumo de naranja». Eso es lo que dijeron los medios, pero poco dijeron de la banda tan buena que lleva y que sin duda salvó los pormenores. Sin ser especialmente fan, reconocemos la valía profesional de sus acompañantes. En cuanto a su interpretación, fue correcta, aunque las canciones estaban rectificadas para dar mucho más espacio a la música que a su voz.

Tampoco nos pareció mal del todo ya que hay que asumir realidades. Tal y como se comentó después, su actuación ha sido más comentada por otros detalles externos que por la propia interpretación en sí. Cierto es, pero es lo que hay cuando traes a personalidades de este calibre… ¡todo es posible!

Tras este momento, nos desplazamos a Neuman. Uno de nuestros artistas favoritos que se vio afectado, colateralmente, por el retraso previo pero que dio una clase magistral de saber estar, templanza y educación. Aunque en cierto punto de la canción notamos cómo le bajaron el sonido, Paco y los suyos acabaron la última canción con suma dignidad. Eso es lo que distingue a una persona de un ser humano excelente. Pocas canciones pero cuidadosamente seleccionadas para demostrar que es uno de los mejores.

El escenario Burgos Origen y Destino del Sonorama Ribera es siempre sorprendente. En esta ocasión nos dejamos llevar por la pasión de Modelo de Respuesta Polar. Son de estas bandas que las vimos nacer, crecer y engrandecerse. Sus directos no fallan y consiguen dar ese punto emotivo.

Acto seguido tuvimos el placer de disfrutar de Egon Soda. Y cuando decimos disfrutar, es en mayúscula. Grandes letras para enormes canciones. Precisión, pasión… sin duda empiezan a merecerse un escenario más notable. Destilan nobleza y estilo.

Nuestra noche cerró con Pasajero, otras promesas más que emergentes de la escena española. Siempre acertados y a quienes les auguramos un más que próspero futuro desde aquí. Siempre es un gusto ver cómo progresa nuestro indie local.

Viernes en el Sonorama Ribera

El viernes se presentaba muy bien. Para nosotros era el día grande del festival, siendo honestos. ¿La culpa? Unos cuantos nombres internacionales apetitosos. Intentamos estar de nuevo en la Plaza del Trigo. Y decimos intentar porque era intransitable. Llegamos a Tomasito, esa figura camaleónica que se adapta a cualquier registro. En esta ocasión no tuvo pavor en dar un concierto guitarrero y muy animado. Hablaremos de él más adelante.

El segundo de la mañana, para nosotros, fue Tu otra bonita. Rock psicodélico algo variado para hacer la mañana amena. Siempre nos gusta descubrir nuevos nombres. La sorpresa de la mañana del viernes fue inmensa: La M.O.D.A se plantaba allí a animar, si cabe un poco más, la plaza más candente. Son de Burgos y eso se nota a leguas, la tierra les ama. Aunque las condiciones para disfrutar no fueron las mejores, literalmente quemaron la plaza.

Corrimos y mucho para ver a una de las primeras bandas del recinto, los ingleses The Subways, quienes bajo un sol de justicia aparecían para hacernos saltar. Un puñado de valientes decidimos que no era tan pronto para darlo todo y es que el trío formado por Billy, Charlotte y Josh encontraron esa comunión con su público y fueron una de las grandes sorpresas del día. Si no los seguís, os los recomendamos mucho.

Tras este desgaste de energía tuvimos la oportunidad de ver a Ángel Stanich, habitual de este festival. Y lo de habitual es algo muy bueno, le hemos visto saltar de escenario en escenario hasta llegar al principal. Su último disco Antigua y Barbuda gana de manera exponencial en directo y el público conecta a la perfección. Poco podremos añadir a lo que no se haya dicho ya de este gran hombre.

Tras acudir a la rueda de prensa de Nada Surf y poder ver la preciosa vinculación con el Sonorama Ribera, nos fuimos a ver a Smile. Nos encanta su buen rollo surfero, sus melodías pegadizas y su puesta en escena. Cumplieron con creces a pesar del corto recital pero es lo que tienen los festivales en sí.

Corriendo pudimos llegar a L.A. Y es que otro drama de los festivales son los solapes. Pero ya sabemos que los mallorquines son entes superiores y bordaron su directo, bien tirando de repertorio antiguo como actual como, por ejemplo, The Keeper and the Rocket Man. Para nosotros es una de las bandas de esta década y esperamos que su talento y proyección traspasen todas las fronteras necesarias porque ellos lo valen.

Uno de los platos fuertes de la noche fueron Nada Surf. Procedentes de Nueva York pero con mucho sabor a Matador Beach o Malibú, tenían una responsabilidad seria esta noche. Pero cumplieron expediente con sobresaliente, aunque tendremos que decir que el público estaba a otra cosa. Canciones tan maravillosas como Inside of Love, Popular o The Blankest Year nos iluminaron la noche y nos demostraron que siguen siendo esas bandas incombustibles que en directo nos hacen volar.

De regreso al escenario Burgos Origen y Destino nos encontramos con El Último Vecino, que como en otras ocasiones nos encantaron con esas reminiscencias y producciones tan ochenteras. Gerard transmite la oscuridad desde un punto de vista mucho más emocional y sentido que muchas bandas coetáneas que buscan la imitación, generando un estilo propio.

Llegamos al momento cúspide de la noche, aunque el Sonorama Ribera se compone de muchos momentos mágicos. Aunque muchos no daban crédito hasta que apareció en escena, Liam Gallagher estuvo en Aranda de Duero. Y fue una noche increíble.

Hemos tenido la suerte de ver al hermano menor en muchas ocasiones pero sin temblarme el pulso diré que ha sido su mejor noche. Buen setlist, hecho para fans de Oasis y para seguidores de sus variadas ideas y venidas. Y muy buena actitud. Decir buena actitud a un Gallagher son palabras mayores pero así fue, pendiente del sonido, un poco increpador pero muy correcto y hasta un parón en Wonderwall provocado por una mezcla de factores externos que a día de hoy no son 100% claros.

Dejando la parte de las anécdotas, sonaron cosas increíbles como Morning Glory, Bring it on Down o la mismísima Whatever, algo que para mí fue épico. Muchos medios han tachado de taimado el concierto del mancuniano pero quién sigue de cerca a los hermanos, sabemos hasta dónde están sus límites musicales y reconocemos que estuvo a la altura y bajo lo esperado. No esperaba más que un puñado de buenas canciones bien ejecutadas y ser feliz de haber visto a Liam en un sitio tan especial.

Eso sí, una vez más el público, lejos de sentir la emoción de ver a alguien tan icónico, estaba pendiente de hacerse esa foto que subirá a las redes sociales o de molestar con los anticuados palos-selfie. Como amante de la música, pido respeto a éste o cualquier otro artista y si no es de tu interés, mejor deja hueco a los que nos encanta disfrutar.

Tuvimos que hacer una pausa de primeras necesidades ya que este festival es digno de un corredor de maratones, para irnos directamente a ver, en la medida de los posible, a La M.O.D.A. Como buenos embajadores en su tierra, los burgaleses congregaron el quizás concierto más multitudinario. Se valora su trabajo y se les quiere mucho.

Me quedo con ver el brillo en los ojos de sus componentes al estar pisando las tablas del escenario principal, siendo profetas en su tierra. Aunque reconozco que no son un grupo que, a priori, me llamen la atención, me dejé llevar por la intensidad del momento y disfruté viendo la pasión que derrochan. Inmenso ver cómo han crecido.

Nos dirigimos a ver a una de las bandas revelación: Viva Suecia. Los murcianos han crecido como la espuma en meses y no ajenos al éxito, siempre están metidos en el estudio para no perder mucha comba. Y es que bien sabemos cuán efímera es la fama y lo mucho que hay que trabajar. Tenemos claro que su proliferación en festivales es debido a que sus canciones son como himnos, recordándome a otras bandas que me abstengo de mencionar porque las comparaciones son odiosas. Eso sí, me encanta el poder de sus canciones.

Tras verlos, tengo sentimientos algo encontrados: por un lado les auguro muchos sold outs y posiblemente el salto a grandes recintos pero por el otro la fórmula podría explotar. Estoy segura que es una percepción mía y sabrán sabiamente dirigir su carrera hacia la innovación y triunfarán más de lo que ya lo han hecho. El poder del boca a boca es infalible. ¡Grandes!

Nuestra noche, ya muy entrada la madrugada, la cerramos con Joe Crepúsculo y amigos, porque fue un desparrame. Sin duda alguna quemamos bien la zapatilla con hits como Mi Fábrica de baile, Ojos de conejo o Música para adultos. Además se unió Tomasito y otros cuantos amigos de la formación y aquello acabó pareciendo una rave improvisada… y es que no queríamos menos para recogernos a casi las 5 de la madrugada.

Sábado en el Sonorama Ribera

Ya sabemos que el Sonorama Ribera es una dura carrera de fondo para la que nos preparamos todo el año, donde dormir está de más. Así que, con alegría, fuimos a la Plaza del Trigo. O, al menos y de nuevo, hasta donde pudimos llegar para ver, o más bien intuir, a Carolina Durante. El momento Cayetano merece ser disfrutado.

Pero en este festival no se concentra todo en esta plaza, hay magia por todas partes así que fuimos a ver a Stay, una siempre maravillosa perlita que viene de Barcelona, con un sabor british que nos encanta. Este tipo de bandas merecen bien volver al recinto por seguir siendo originales y atrevidos en los tiempos musicales que corren.

La sorpresa del sábado era mayúscula pero inabarcable: Lori Meyers salía a darlo todo en la mítica plaza. Nos hubiera encantado disfrutarlos en plenitud pero era imposible estar. Siempre me quedarán las bonitas salas de conciertos, esas que muchas veces no se llenan, para vivir de cerca sus directos con la misma pasión.

Casi con el lechazo en la mano nos fuimos corriendo a Mi Capitán, esa banda de grandes músicos que más bien parecen un grupo de amigos que disfrutan con lo que hacen. Y no sólo disfrutan sino que nos transmiten a cada acorde que el rock no está acabado (aunque Maluma dice que sí, menudo erudito). A pesar del calor sofocante, nos hicieron bailar con sus maravillosas canciones como Acaba con él. Valientes ellos y nosotros de estar ahí pero contentos de haberlos disfrutado.

Tras tanto guitarreo, nos dirigimos a otro palo muy diferente: al de la poesía de Maga. Una vez más diré que me cuesta encontrar canciones más bonitas que las que hacen los sevillanos, que tras su vuelta como banda, están más inspirados que nunca. Escuchar canciones como Diecinueve siempre me pone los pelos como escarpias. Se les quiere mucho y es que no dejan de ser grandes tanto en composición como interpretación, y esa dualidad no es fácil.

Nuestros cuerpos ahora se dirigen a ver a Los Punsetes, el cambio es radical, lo sé. Pero no nos pueden gustar más, su set list es siempre un sing along y musicalmente es alucinante ver tanta maestría, a veces algo cegada por la curiosa puesta en escena. Como siempre, no decepcionan ni un ápice, banda que nunca me cansaré de ver.

Lejos de ver otras propuestas más masificadas, optamos por Texxcoco. Una propuesta muy potente y garajera que demuestra quién manda aquí. Nos encantó la energía, ese rock rápido que a veces se contonea con los instantes más delicados. Increíble el potencial de esta banda.

Uno de los momentos más esperados era la vuelta de Dorian, especialmente tras su fallido concierto en 2017. La organización nos contó de primera mano que habían mejorado los medios técnicos y no lo dudamos porque ha ido todo mucho mejor. Salieron con muchísima energía y el sonido fue maravilloso… pero en este caso les falló el setlist.

Precisamente no somos los que venimos a escuchar los grandes hits pero cuando la secuencia se alarga, sí desconectamos un poco hasta que nos reenganchamos en La Tormenta de Arena, una de mis favoritas. Sabemos que el tema de la selección de canciones es algo muy personal y totalmente subjetivo y no podemos juzgar una actuación por ello porque en términos de calidad ejercieron como grandes triunfadores y como la letra grande que se merecen.

La noche comenzaba a dar sus últimos pasos, aunque aún quedaba mucha tela que cortar. Bailamos de lo lindo con Ladilla Rusa, una de esas formaciones que, en otro contexto, podrías aborrecer pero no puedes dejar de estar ahí para ver qué pasa. Y lo que pasó es que aquello se convirtió en una macro discoteca noventera de la que no podíamos salir.

Cerramos la noche con mucha elegancia patrocinada por Vintage Trouble. Los angelinos, aunque no son tan conocidos como deberían, son un diamante en bruto. Nos encanta el estilo y, sobre todo, que sean capaces de cerrar una noche de órdago en un festival tan variopinto. De verdad, que si algún insensato no ha escuchado su música, debería hacerlo ya porque es un viaje en el tiempo.

Domingo en el Sonorama Ribera

Sólo nos quedaba el domingo por la mañana. Comenzamos de la forma más bella, de la mano de Ricardo Lezón. Tras finalizar, fuimos a ver a Cala Vento, otro de esos nombres que han despuntado con rapidez en 2018 y que nos gusta por ese punto un poco desenfadado y fuera de lo institucional que a veces resulta la música.

Aún quedaba una sorpresa y, aunque nos la olíamos, llegaron Varry Brava. Una Plaza del Trigo abarrotada acompañada con el sol que apuntaba, aunque en este caso cediendo entre las primeras nubes. Fiesta, Playa, Calor y Verano del amor y otras tantas propuestas para no dejar de bailar ni un segundo. Nos encantó dejar uno de nuestros festivales favoritos con tal subidón de adrenalina.

Como siempre, dejamos muy tristes Aranda. Ese lugar compuesto por ciudadanos agradables que nos tratan como hijos, donde siempre nos sentimos como en casa. Nadie es ajeno en el Sonorama Ribera. Sabemos que hay cosas que pulir pero se nos olvidan al minuto. Volveremos y siempre ayudaremos en todo lo que podamos porque creemos en ello. Desde aquí damos las gracias a la organización por el cariño que ponen en cada detalle; no lo olvidéis, la vida es lo que pasa entre Sonorama y Sonorama. ¡Hasta 2019!

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