InicioConciertos - ArchivoSlow Magic; el Tamborilero, Sala Siroco, Madrid.

Slow Magic; el Tamborilero, Sala Siroco, Madrid.

En Crazyminds ayer tuvimos el placer de acudir a otro concierto organizado por Cooncert, que está haciendo mucho para que podamos disfrutar de la música que deseamos en nuestras ciudades. En esta ocasión acudimos al “directo” de Slow Magic, productor americano de electro pop con ritmos tribales (mucho más en directo) que visitaba por segunda vez nuestro país, la primera este 2015.
Slow Magic es uno de estos misteriosos productores que se presenta con una máscara para darle una aire misterioso e intrigante a todo lo que hace, en este caso de algún felino, y se ilumina sola, lo cual es muy guay. Sale ahí, toca un poco su ordenador y empieza a pegarle cebollazos a los tambores, como si no estuviésemos a 3 grados en la calle, los asistentes se desprenden de sus prendas de abrigo y  empiezan a  bailar, chillar y brincar con estos ritmos tan divertidos y sobre todo tan adictivos, esa sensación de hermanación de tribu se va consumando poco a poco, como si Slow Magic fuese el líder espiritual y tocase para nuestro goce astral. El clímax se alcanza en momentos clave como el single de su segundo álbum; Girls, en el que baja con un tambor a la altura de su público y se pone a tocar con ellos, tod@s veneran al tambor, es un objeto sagrado. También hace una forma de corazón con las manos constantemente, como haría un jugador de fútbol, nos la dedica una y otra vez, regala baquetas, se divierte y se acerca, choca con la gente, e incluso coge su sintetizador y va pasándoselo al público con la programación de la batería, que va variando a gusto del consumidor, vuelve a bajar al suelo con tod@s, se despide con su primera canción y hace un bis como por hacer algo.
El concierto es divertidísimo, se nos ha pasado volando, nos hemos dejado llevar por todo lo que suena mientras vemos a un animal espasmódico tocar tambores.
AHORA BIEN; me considero un gran aficionado a la música y un defensor de la electrónica, pero personalmente (y como muchas personas, y lectores supongo) cuando voy a un directo me gusta ver tocar a alguien en directo, y es que Slow Magic, cediendo a la complejidad (de 10 a 15 capas, no más) de su música, programa las canciones que él mismo ha creado completamente, las deja reproduciéndose (con sus crescendos, sus variaciones, acordes, sampleos) y se dedica a tocar dos tambores (que los toca bien). Venera a los tambores, tanto que es capaz de dejar una transición chirriante de dos minutos mientras trata de afinarlos y colocarlos en el lugar exacto, aporreándolos  una y otra vez hasta que encuentra el punto ¿Cuál es la experiencia más real de la música electrónica en directo? Recuerdo cuando la gente se quejaba de los directos de The Knife por sus apoteósicas coreografías y rollos raros, pero por lo menos tenían una experiencia a la que engancharse, aquí nos han regalado baquetas.
Mentiría si dijera que lo pasé mal, incluso hubo momentos divertidísimos y muy entretenidos (versión de las Destiny’s Child) pero no estoy seguro de cuál es mi exigencia no satisfecha, si la de aficionado a la música o la de mero crítico que quiere ver algo vivo, (que lo hubo) pero en toda su complejidad e intensidad. Aun así, agradecemos a Slow Magic este paréntesis veraniego que nos hemos podido tomar a base de bailar y brincar con un sonido diferente en uno de los febreros más fríos que se recuerdan por la capital.

spot_img
Salir de la versión móvil