FECHA: 6 abril de 2011
LUGAR: Sala Apolo (Barcelona)
Suecia está de moda desde hace bastante tiempo, lo dicen los entendidos en la materia: coolhunters y trendsetters. Pero permitidme la observación, personalmente creo que siempre ha sido tendencia, lo es por naturaleza. Los suecos, Suecia en general, hace tiempo que son tendencia por modernos y rompedores, por valientes, transgresores. Los muebles, suecos, la ropa, sueca, los libros, suecos y ¿la música?, también la música.
Grandes grupos, recordados por todos, se gestaron allí y si no pensad simplemente en los archifamosos ABBA que os gusten más o os gusten menos, rompieron moldes. Pero la cosa no queda ahí. En la actualidad, grupos jóvenes y generalmente indies como Those Dancing Days cotizan al alza y The Knife, Peter Bjorn & John, The Radio Dept., Lykke Li o los increíblemente encantadores y dulces Shout Out Louds tienen verdaderas legiones de seguidores en todas partes y no es para menos.
Todos ellos, cada uno en su estilo, tienen impresas en sus melodías, en su ADN, la clase, la profesionalidad y el saber hacer sueco. Como si de un don se tratara.
El pasado miércoles, Barcelona se tornó Suecia por unos instantes. Shout Out Louds nos visitaron como ya hicieron en el Summercase de 2008. Y se les echaba de menos, muchísimo, perdonad mi ramalazo fan descontrolado.
Los incondicionales marcaron en rojo la cita de los suecos en sus agendas y muchos, a pesar de la convocatoria futbolística importante del día (también los componentes de la banda confesaron que lamentaban perderse el encuentro y ver en acción a Messi), asistieron puntuales a la Sala Apolo. Una sala que, lamentablemente, no se llenó del todo. Quizá muchos sí que se sintieron más tentados por el futbol y Messi y esas cosas del mundo del balón. Pero, sin lugar a dudas, se perdieron un gran concierto.
Comenzando por los teloneros, calidad del país, los Grises de Guipúzcoa calentaron motores y de qué manera. Madera de grandes tienen y de ‘grises’ nada. Más animados no pudieron dejar al personal. El final de su actuación tampoco dejó a nadie indiferente pues uno de los componentes osó a bajar del escenario y tocar desde el público con la seguridad de los que llevan años. Sorprendidos y encantados nos dejaron a todos. Y no podían dejar en mejores condiciones el ambiente de la sala. La cosa prometía fiesta y la hubo. Hay noches en las que vas a un concierto y en las que todo sale redondo. Todo fluye espontáneamente tornándolo perfecto. Ésta era una de ellas.
No sé si fueron las ganas pero los suecos se hicieron rogar un poco. Y mientras se hacían querer, permitidme el chisme, pero me llamó la atención el comentario de uno de los asistentes. Porque es cierto que para la calidad de lo que hacen Shout Out Louds es una banda demasiado poco conocida. Los que me rodeaban hablaban de que se encontraban ‘en la segunda división del indie’. Por detrás de bandas como Arcade Fire. Desde luego inalcanzables sí que son los canadienses, pero creo que esta teoría (nunca más apropiado el símil futbolístico) de ‘la segunda división’ fue del todo rebatida por los propios suecos desde el escenario instantes más tarde. Pues Shout Out Louds se merecen, con creces, estar en la primera categoría, en la primera división.
Desde que aparecieron sobre el escenario, tan encantadores, tan bien vestidos, con ese aspecto de chicos buenos y educados y comenzaron a tocar los primeros acordes del primer tema se metieron al público en el bolsillo y no se lo sacaron hasta el final. Diría que todavía les tienen.
Shout Out Louds fueron tejiendo, enlazando, trenzando, engarzando temas uno tras otro. Lo hacían con suma delicadeza y cuidado. Canciones de su nuevo disco Work pero sobre todo de sus dos trabajos anteriores: Our III Wills, de contenido brillante y de su primer álbum, Houl Houl Gaff Gaff. El público estaba eufórico, encantado de la vida. Las caras, los bailes, lo decían todo. Los suecos tienen el don de hacerte sentir feliz, de colgarte una sonrisa en la cara aunque no te apetezca hacerlo y olvidarte de todo lo que te preocupa por un momento. Desprenden magia a raudales. Y precisamente mágico fue escuchar en directo el Tonight I Have to Leave It. Carne de gallina y lágrimas contenidas. Maravilloso ese momento y tantos otros que se me escapan por la emoción. Melodías alegres se vieron las caras con otras más melancólicas y algo tristes con aromas a The Cure o a Belle and Sebastian. Pero 100% Shout Out Louds.
Y el momentazo de la noche, sin duda, lo protagonizó por Adam Olenius (cantante sexy donde los haya), que bajó del escenario un buen rato para cantar con todos los allí presentes. Lo que convirtió el concierto en una verdadera fiesta. Los asistentes que se encontraban en las primeras filas, además, participaron como los que más y como si fueran también integrantes de la banda hicieron sonar los instrumentos de percusión entregados por el resto del grupo. ¡Por favor que se pare el mundo en momentos como estos!
Y así, en ese estado de euforia colectiva, de éxtasis de alegría, siguió el show. Tan a gusto todos, que parecía que la noche no tenía que acabar nunca. Hasta los bises fueron generosos. Igual de generosos que demuestran ser Shout Out Louds con su público. Tremendamente encantadores en todos los sentidos de la palabra y de ahí la ovación y los plausos, también MUY generosos, al final del concierto.
En definitiva, una auténtica MARAVILLA todo. Sin PEROS a destacar. Un auténtico gusto. Un placer de concierto, vaya!
*Tack så mycket. Ses snart Shout Out Louds!
*En sueco: Muchas gracias. Hasta pronto Shout Out Louds!