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Rusos Blancos: Abanderados de la escena verdaderamente independiente española

 El pasado 2 de abril salía a la venta el segundo trabajo de Rusos Blancos, Tiempo de Nísperos (Ernie Records, 2013), un disco que daba por zanjada la certidumbre sobre su inminente aparición.

La Sala El Sol fue la anfitriona. La encargada de acoger el pasado miércoles a alrededor de 200 personas que acudían a escuchar Tiempo de Nísperos en directo.

Hay algo que repito bastante y es que los grupos españoles son infinitamente mejores en directo. Estoy tan segura de esto que a veces ni siquiera hago especial hincapié en escuchar nuevos trabajos hasta no haber visto al grupo en directo.

No lo hice con Tiempo de Nísperos pero, me arrepiento de escoger el camino inverso esta vez. Rusos Blancos ya venían dejándose querer en directo. Bueno, dejándose o haciéndolo inevitable. Quizá por la ligereza y la acidez de sus letras, esa mezcla que le sienta TAN bien a la música. La sutileza melódica, el pop y las historias de adultos encerrados en cuerpos de adolescentes. Esa mutación genética que parecemos querer corroborar continuamente con aquella frase de: ‘Los treinta son los nuevos veinte’, ya saben.

Lo que no saben –los que no estuvieron, claro– es que el nuevo trabajo no mejora exclusivamente en directo respecto al grabado. Mejora respecto a las publicaciones anteriores. También –por el despliegue– entendimos, con el que la banda quiso abrir una pestaña de ‘noche especial’ en destacados. Escogieron buen puerto.

Entre las canciones más canturreadas, coreadas, tarareadas, bailadas – sin mover los pies – Se Me Enamoran, Carrera de Lesbianas, Algunas Cosas Acerca de mí que Aprendí Estando Contigo, Marina, La Playa de Los Locos (playa compartida, por cierto –canción fetiche del disco– momento especial durante el directo) o Tus Padres, Tu Novio, Tú y Yo. Esa maravilla de canción que casi daba por finalizada la noche.

Como contrapunto de la velada, una vez más, ese público cutre que acude a las salas a llenarse la boca con cerveza mientras falta al respeto: 1. A las personas que hay sobre el escenario. 2. A todos los que, de verdad, quieren escucharlo. Y eso que la Sala El Sol lo pone especialmente fácil con los horarios de ‘una hora más tarde siempre mejor’, quiero decir, en esa hora de margen entre el horario establecido y el real, la gente debería entender que tomarse una cerveza y hablar es lo normal, pero no después. Molestando.

Estaría bien que alguien comprendiese esto porque las atmósferas que se crean en muchos conciertos serían bastante más especiales. Y hubo momentos bonitos, para exprimir y salir sonriendo. Por suerte o por desgracia la costumbre dejó que disfrutásemos de buena parte del concierto con cara de estar realmente cómodos. Cara, gestos. Estándolo. Eso es un don que Rusos Blancos puede explotar de manera indiscutible.

Amén de descubrir que los nísperos son, en un porcentaje enorme, fruta exótica para la población española.

Rusos Blancos, un clásico. No por la clase, pero por la clase. Un clásico. También.

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