LUGAR: Sala Razzmatazz, Barcelona
FECHA: 26 noviembre 2010
La noticia se abría paso entre los rumores de reencuentro hace ya unos cuantos, bastantes meses. Calentaba el sol de verano y quizá alguno se enteró de ello en pleno frenesí vacacional. Suede decidían reunirse en seis ocasiones únicas. Entre las fechas elegidas, una era para nosotros, y Barcelona la escogida entre estas seis ciudades privilegiadas para tan esperado encuentro. No hacen falta más explicaciones para entender que, a tan sólo tres semanas de dicho concierto, la sala Razzmatazz, que por cierto está de aniversario y por ello decidida a hacernos disfrutar como enanos y consiguiéndolo con éxito rotundo (felicidades y sobre todo muchas gracias. ¡Por muchos años, que así sea!), colgara ya un ENTRADAS AGOTADAS, lamentablemente para muchos. La ocasión lo merecía pues se trataba, subrayamos, de una oportunidad única e irrepetible ya que, por el momento y según declaraciones del mismísimo líder del grupo, Brett Anderson, a partir de aquí no hay previsiones de que la banda se vuelva a reunir definitivamente.
Por todo esto cientos de ávidos fans de Suede se hicieron lo antes posible con sus entradas, previsores y cautos ellos. ¡No era para menos! Había muchísimas ganas de volver a ver en esta misma sala a los de Londres, pues fue aquí donde en 2003 nos decían ¡Adiós! o quizá mejor recurrir al ¡Hasta luego! en su despedida de los escenarios. Y con las entradas ya en el bolsillo, el cartel de ‘Agotadas’ colgado a las puertas y con un recopilatorio del grupo recién salido del horno (un The Best Of que incluye lo que para Anderson ha sido lo mejor de la banda además de añadir grandiosas caras B y que repasamos aquí en Crazyminds), los Suede aterrizaban en Barcelona el pasado viernes 26 de noviembre para ofrecernos toda una buena dosis de su mejor brit-pop. Y no defraudaron.
Las ganas eran tantas que, a las 8 en punto, haciendo honor a los orígenes ingleses de sus ídolos, los fans de Suede se agolpaban ya, pacientes o no, en una larga cola a las puertas del recinto preparados para aguantar de pie estoicamente el inicio del concierto, que finalmente se produjo a las 9.45h, sin necesidad alguna de teloneros que amenizaran la espera. La sala se fue haciendo pequeña a medida que pasaban los minutos y, a pesar del frío exterior, la temperatura en la 1 de Razzmatazz subía a toda velocidad a medida que se aproximaba el tan esperado momento. Y subió del todo al ver aparecer, al fin, en el escenario al inconfundible e incombustible Brett Anderson y a los suyos. Un quinteto al completo que contaba también y afortunadamente con el ya más recuperado Neil Codling al piano y guitarra.
Pero Suede no sería Suede sin destacar a su carismático líder. Un Anderson espectacular que se presentó ante su público cual estrella que es. Inconfundiblemente delgado, elegante, de un riguroso negro, poderoso, pero sobre y ante todo, dando muestra de que es un maduro demasiado sexy, en el buen sentido de la palabra. Pensadamente descamisado, salió al escenario y sus movimientos sensuales a la par que sí, sexuales, no se hicieron esperar. Bailes que se han convertido en seña de identidad del grupo y un Anderson que es todo un estandarte de la banda y un icono de su tiempo. Todo el protagonismo de la noche fue para él, que demostró su fuerza escénica, derrochó su inimitable voz y sudó lo suyo, pero no le fue en vano, provocando al público al que se arrojaba en innumerables ocasiones. Un Brett Anderson con algún año más en su pasaporte pero que continua incitando y de acuerdo, excitando, con sus bailes y sus poses a un público entregado en cuerpo y alma que no dejó de corear la canciones ni mucho menos de saltar a su ritmo.
La banda se presentaba ante ellos con This Hollywood Life, y así los de Londres fueron desgranando uno a uno y con un enérgico cuidado todos sus grandes éxitos (extraídos de sus 5 álbumes desde el 1993 al 2003. ¡Había tela que cortar señores!), desde She al Animal Nitrate, también sonaron New Generation, The Drowners o Can’t Get Enough. Se vivieron momentos de auténtica locura y de éxtasis colectivo provocado en parte por el mismo Anderson al sonar Trash y Beautiful Ones. Tampoco faltaron temas más íntimos como The Wild Ones, Pantomime Horse, By The Sea o So Young.
Un buen repertorio en el que no sobró ningún tema pero donde faltaron muchos otros, pues Suede dejaron grandes hits en el camino con los que podrían haber estirado su setlist durante horas y horas sin descanso hasta hacernos desfallecer. Temas que brillan a pesar del paso del tiempo, que sobreviven a pesar de la propia historia y separación del grupo. Y con todo nos regalaron un solo y escaso bis con el que se despidieron hasta no se sabe cuándo, su gran Saturday Night.
Un directo intachable repleto de grandes éxitos, algunos con aspecto de himno de toda una generación. Generación o incluso varias generaciones que se agolpaban ante los de Londres, quienes nos hicieron vivir una regresión en toda regla a los ‘90 al acudir a este revival musical. Sonido que parecía que resucitaba no después de seis años desde su ausencia sino como si tan sólo hubieran pasado seis míseros meses.
En definitiva, lo que se pudo vivir el pasado viernes en Razzmatazz fue un gran espectáculo. Un ‘retrospecter’ musical absolutamente vibrante que da fe de que, a pesar de las nuevas bandas de éxito, hay que rendirnos a la evidencia de que las grandes bandas y su legado, es decir, su música, sus canciones, nunca mueren. Hay que reconocer, por otro lado, que la cosecha inglesa de los ’90, señores, merece la etiqueta de: ‘gran reserva’. Grandes grupos, grandes temas que brillaron entonces, que continúan brillando ahora y desde luego, no lo dudo un segundo, brillarán pase el tiempo y las generaciones que sean. Y uno de ellos es Suede. Una banda que, a pesar de sus altos y bajos, de sus separaciones y posteriores experimentos en solitario que no acabaron de funcionar, en cuanto se reúnen en un escenario hacen funcionar la maquinaria con la misma precisión que siempre. Ya dicen que donde hubo fuego quedan rescoldos, y si el fuego se reanima queman de nuevo las llamas y eso es lo que lograron los de Londres el pasado viernes en Barcelona, reavivar el fuego de un sabroso recuerdo de juventud y demostrar que, tal como suele decirse ahora amigos: ¡lo siguen petando! Y que sea por mucho, mucho tiempo. Esperemos que esto no quede en una simple anécdota en el calendario…