Hay noches colmadas de errores que te llevan al éxtasis o a la miseria. Aún me recupero de mi última noche inesperada en la cual me pasó de todo y donde llegué de manera equivocada a un concierto inesperado.. Este tipo de momentos cuesta asimilarlos y por ello hay que reposarlos antes de escribir acerca de ellos.
A veces, ese error afortunado del que te he hablado te abre un nuevo universo. Esa puerta a lo desconocido me acercó al Fotomatón madrileño a ver la presentación de un álbum celebrada 24 horas antes. Tras las excusas debidas surgió una invitación a probar algo nuevo, diferente, único. Mi empanada habitual suele jugarme pasadas de este tipo pero esta vez me tenía reservada la antesala de un directo radical con unos protagonistas que no dejan indiferente a nadie con un mínimo de buen gusto.
Quentin Gas & Los Zíngaros no es una banda convencional. Llevan el sur tan dentro que han logrado fusionar los dos tipos de sur que más fascinan al amante de la música: el sur andaluz y el yanki. Su compendio de flamenco, blues y rock no puede ser más sugerente y diferente. En el momento en que la guerrera roja vestida por ese músico de vodevil alocado y refinado de nombre Quentin Gas apareció en el coqueto escenario del Fotomatón, yo no lo conocía. Craso error subsanado por mi error afortunado.
Desconocía las dimensiones del nuevo sur global que han creado estos granadinos de talento ecléctico. Una vez sumergido en su nuevo disco Big Sur me quedé atrapado en su mundo de matices demoledores e irresistibles. A pesar de aparecer en escena con la única compañía de Mariano, su batería, y sin la mitad de su banda, la increíble escenificación de estos músicos locos conectó con el sabio público que disfrutó atónito de un show espectacular. Las canciones de esta banda tienen un quejido muy flamenco pero también muy rock y en esa combinación perfecta reside el encanto de su arte. Su pose es también una mezcla de cantaor atormentado y cantante de rock, con continuos guiños a la platea. Imposible no dejarse llevar por la pasión de su música. Paseos entre el público, subidas a la barra del local y una fuerza intensa son el resumen perfecto que mi cerebro ha podido almacenar de aquella noche.
En el Fotomatón me quedaron unas ganas inmensas de conocer más a estos andaluces con alma de blues y pude comprobar que todo lo imaginable es posible en su nuevo álbum. Su sonido allí es más refinado y aún más andaluz y eléctrico, pero donde sin duda el torrente de emociones de Quentin se desboca es en el directo. Allí, son los reyes del cortijo musical de ensueño que han construido con mucha imaginación y unos referentes musicales deliciosos. La inspiración de aquel error inicial ha dado para contarte en estas líneas lo sucedido en una noche equivocada donde me encontré con lo inesperado: Una banda que hará mucho ruido con un sonido tan personal que no encontrarás nada similar en ninguna parte.
Una vez terminado el concierto de aquella errónea noche supe que no olvidaría las poses de artista callejero de Quentin ni sus emocionantes entonaciones cargadas de elegancia y rabia ni siquiera su aspecto de músico comprometido con el arte. Esa amalgama de sensaciones me conducirá ansioso al siguiente directo de esta banda que un error ha puesto en mi camino como señal divina para seguir al nuevo profeta de ese flamenco enamorado del blues.