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Primavera Sound (Viernes): El arte de la performance

Seguimos vivos. Con dificultades, pero aquí estamos. Despues de dos días del Primavera Sound, estamos más hechos polvo que en otras ocasiones. Pero la ocasión lo vale, posiblemente debido a que, para un servidor, este año presenta uno de los line ups más completos de las últimas ediciones. Y eso se nota, no paras quieto en ningún momento. Pero, volvamos a lo que importa, aquí os dejo la crónica de la segunda jornada del festival barcelonés.

Nos gustan los experimentos musicales y, especialmente, romper las barreras cuando eso se pone en práctico en el directo. Y esto fue lo que destacó más en la jornada de ayer, viernes, en el Primavera Sound. Empezamos a media tarde con el concierto de John Maus en el Pitchfork. El genio americano lo vívia al completo. Entre sus fantasías lo-fi, que nos daban paso a otra dimensión, se podía ver como su rostro era un espejo de todas sus emociones y sentimientos. Maus mostró una fuerza que salpicaba a los espectadores para que viviesen lo mismo que él. Una vez finalizó, nos movimos hasta el Ray-Ban para bajar un poco las pulsaciones y recuperar aire. Era el turno de Rhye. Cambiamos de ambiente radicalmente y la melancolía que emanía Mike Milosh nos cubrió con una calidez íntima que, ni el sol que pegaba fuerte en aquel momento, podía dar.

Llegó el momento de romper moldes, de salir de las burbujas del directo a la que estamos acostumbrados y vivir la fuerza de Sevdaliza. Realmente, la mejor forma de definir su actuación es la de una performance: musical, de baile e interpretativa. Posiblemente de los shows más completos y sorprendentes de esta edición del Primavera. Además de los teclados y la percusión, un cuarteto de cuerda se unió en algunas canciones y, la estrella de la performance, además de Sevdaliza, un bailarín que se movía como si no tuviese huesos y expresaba más que El Grito de Munch. Fueron una combinación de ingredientes rompedores que, junto a su trip-hop/pop, llevó al público a otros niveles y no dejó de sorprenderles en todo momento. Obviamente, no faltaron sus temas más conocidos: Human y Marylin Monroe. Os puede gustar más o menos su música, pero si tenéis nunca la oportunidad de ver un show suyo, id de cabeza. Sí, do it please.

Las sorpresa no dejaron de llegar. Las siguientes fueron Ibeyi, en el escenario Pitchfork. La curiosidad era alta, pues su último trabajo, Ash, para un servidor es de lo más interesante que se hizo el pasado año. Y, aunque iba con un poco de miedo debido a su joven edad, el directo fue de un claramente notable alto. Las dos hermanas lo hacían todo entre ellas: piano/sintetizador, percusión, voces, bailar… Además, para su única canción en castellano, Me Voy, apareció La Mala Rodríguez para cantar sus versos. Creo que una de las cosas que elevó más el concierto fue la empatía que tenían con el público, interactuando con ellos en todo momento y haciéndolos partícipes del espectáculo. Horas más tarde, cuando llegué a casa, aún iba gritando en mi cabeza «We are deathless!«.

Continuamos la noche con una de las artistas más polifacéticas del Primavera Sound 2018: Charlotte Gainsbourg. Con una puesta en escena minimalista, a base de cuadrados de neones blacos, que realmente me hizo pensar en una obra de teatro contemporánea, Gainsbourg cantó principalmente los temas que forman su último trabajo de estudio, Rest, como Lying With You o la magnífica Deadly Valentine. Pero también hubo momentos para algún clásico, como Lemon Incest, canción que originalmente cantaba con su padre, Serge Gainsbourg. Después nos desplazamos hasta el escenario Mango para ver, por tercera vez en el festival barcelonés, a las Haim. Su show no ha cambiado mucho desde la primera vez que vinieron, cinco años atrás, en el Primavera Sound. Indie rock, ahora con algun toque más funk de los 80, con altas dosis de carisma y jugueteo.

Toca romper con todo de nuevo. Y, ahora mismo, hay poca gente que lo haga tan bien como Arca. Incluso esta vez, que en lugar de tocar temas suyos, fue más un dj set; su performance no dejaba de ser el auténtico protagonista en el show. Vestido de novia con tanga y tacones, corriendo, saltando, chillando, rapeando, twerking… Todo con versiones totalmente trash de música de todos los géneros: pop, ranchera, metal… Incluso hizo el remix de una canción tradicional española con imágenes perturbantes de una falla de Valencia. Ah, momento impresionante cuando empezó a bailar con un remix (de lo más loco que escuché ayer) de Madonna.

Ya llegamos al último tramo de la noche y era el momento de ponernos las zapatillas de bailar hasta no aguantar más. Primero fueron los Confidence Man, que montaron un espectáculo propio del dance de hace 20 años, con sus dos artistas principales bailando (y corriendo) sin parar, con un gran repertorio de coreografías distintas, que animaban aún más al público a perder los papeles y dejarse llevar por ellos. Y, a continuación, fue el turno de uno de las reinas del house, The Black Madonna. Como siempre, una bomba de relojería que te absorbe. Una vez empiezas a bailar su música, ya no puedes parar. Los ritmos van subiendo, las pulsaciones igual y, sin darte cuenta, ya estás atrapado en su red. Incluso, puede ser que acabes enloqueciendo y, aunque no puedas moverte más, pedir que la sesión no se acabe nunca.

(Foto Sevdaliza y Ibeyi: Paco Amate / Foto John Maus: Dani Canto / Foto Charlotte Gainsbourg: Garbinelrizar)

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