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Primavera Sound Touring Party: Talento, exquisitez y divulgación musical

A falta de Primavera Club, buena (y diría que mejor) es el Primavera Touring Party. ¿Y por qué no? A la organización se le puede achacar el gigantismo y casi masificación del festival indie de referencia (¿en Europa?), pero cabe destacar por todo lo alto la labor didáctica y de acercamiento de la música a la población. El Touring Party no es más que una lógica, aunque más costosa y complicada, extensión de los programas Primavera als Bars, Primavera al Metro y Primavera als Parcs. Vale que estos son gratuitos, pero apostar por un plantel básicamente nacional y llevarlos por la geografía española y parte del extranjero hace mucho más por la música que toda la labor de un ministerio de incultura durante n legislaturas que más vale olvidar.

El Primavera Touring Party arrancó la semana pasada en su ciudad natal, Barcelona, y se estrenó con un cartel exquisito.

Con una sala Barts acondicionada con butacas para la escucha calma, Lee Ranaldo and The Dust tomaron con discreción la incómoda tarea de poner en marcha el festival. Resultaría incómoda en los primeros compases, pero no ingrata, pues la discreción y la humildad no amilanó para nada a un Ranaldo que derrocha talento e inteligencia por los cuatro costados. Last Night on Earth (Matador, 2013) es una obra para gourmets que, en directo, sacia cualquier apetito: el del connoisseur, el del vanguardista, el del amante de las sensaciones fuertes y el del festivalero hambriento de guitarra y electricidad. Apabullante, que no arrollador, Ranaldo y los suyos desgranaron Last Night apelando a la tradición noise más inquieta, la que usa el ruido para explorar las fronteras narrativas y emotivas con el fin de encontrar nuevas dimensiones, nuevas formas expresivas. En su caso, el resultado es extraordinario, magistral, conmovedor, máxime cuando, contrapuesto a las explosiones eléctricas abrasivas, uno se encuentra con una voz que, sin ser perfecta, se muestra frágil y sincera.

Y si bien el arranque con Ambulancer y Home Chds pudo parecer que se Lee Ranaldo se encaminaba a un cierto academicismo rockero cercana al americana, a partir de Key/Hole quedó claro que nos hallábamos ante un concierto memorable. Pero el embelesamiento casi acabó en paroxismo cuando, después de que la organización lo avisase de que se le acababa el tiempo, cambiase de opinión (que no de guitarra) y, tras soltar un escueto “Thank you, Lou” arrancase por el Rock & Roll de sus maestros, Velvet Underground. Siento repetir adjetivos, pero abrasiva y electrizante encajan en la descripción de esta versión como un guante. Así que, amigos de Burdeos, Bilbao, Valencia y Madrid, no dejéis escapar la ocasión de verlo la semana que viene. Consejo de amigo.

Raül Fernàndez, aka Refree, bien podría ser un alumno aventajado de Ranaldo. Lo que implica que aún no ha alcanzado el grado de maestría. Si bien inquieto, tal como se puede oír en los surcos (o bits) de su Nova Creu Alta (El Segell del Primavera, 2013) o presenciar en directo (que llenase el escenario de plantas a través de las que, a duras penas, se distinguían los instrumentos de su banda, no era nada casual), la voluntad de sorprender provoca que, precisamente, la sorpresa aparezca más como impostura que como parte integral de su discurso. Y donde en Ranaldo la ruptura, el ruido, la distorsión eran elementos que resaltan en un tapiz impresionante, en Refree apabullaban por acumulación y conferían rigidez a unas canciones que, por otra parte, no carecen de personalidad propia. Y es una lástima, porque Raül es uno de los guitarristas más hábiles de este lado de los Pirineos.

Aun con sus defectos, Refree ofreció un repertorio recio, preñado de magia y surrealismo, de ejecución primorosa y metronómica, que fue calando tras, ahí sí, la ingrata tarea de hacer pasar página del concierto de Ranaldo.

A Standstill ya los habíamos visto unas cuantas veces con su espectáculo Cénit (versión completa o redux) este año. Y sin embargo… Y sin embargo nos encontramos con un grupo más relajado, muy cómodo en el escenario que vio el debut del Cénit. Pero hubo algo más que cariño y morriña. Las canciones de Dentro de la luz (Buena Suerte, 2013) ya empiezan a despegarse de la probeta del disco y a crecer, a destacar, a adquirir personalidad propia e independiente de la banda. Variaciones, arreglos nuevos, instrumentaciones diferentes, toda una amalgama de pequeños detalles que recordaban a las escuchas de esos discos en directo de antaño, de la era de las copias en cassette, de los que generaban debate entre los fans sobre qué versión era mejor, si directo o estudio.

Pues ya os digo yo que la versión en directo.

Y es que es sobre el escenario (y quizá con especial intensidad en este escenario) donde se articula el vehículo perfecto para el universo Mostefusco, y ese no es otro que la intensidad que acompaña a la emoción. El vinilo, ahora sí que lo podemos afirmar, queda definitivamente en pálido reflejo de la obra real, una vez se han desembarazado de la rigidez de la imitación del sonido grabado. La base rítmica percutora, la intensidad vocal, la orgía de ruido, y la vivencia, la resonancia torácica, el aliento perdido, recuperado y vuelto a perder, todas esas sensaciones imposibles, de momento, de recoger ni siquiera en formato Blu-Ray HD Dolby Surround 3D con Hendricks y pepino.

Seguramente el hecho de jugar en casa y el rodaje tiene buena parte del éxito arrollador de la versión redux, en la que Bonaparte por fin ha alzado el vuelo y ha pasado de ser el hit a vivir su propia vida, libre de ataduras. Y es que, en resumen, esa fue la sensación que dejaron los chicos de Standstill: conscientes de haber concebido unas criaturas a las que han insuflado vida y que, alegres, relajados, juegan con ellas con amor de padre.

La ovación final, por supuesto, fue para ellos.

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