Último día del festival barcelonés en el Parc del Fòrum. Un año, por suerte, marcado por el sol, el buen ambiente y un cartel con una gran variedad de géneros musicales. Si alguien ya está pensando en el Primavera Sound del año que viene, ayer por las pantallas del festival ya se podía leer que los primeros abonos anticipados saldrán este miércoles. Si sois rápidos, os podréis hacer con los abonos más económicos de la edición que viene. Y, a continuación, os dejo con la crónica de la tercera jornada.
Realmente, el día no podía empezar mejor. Lo primera canción que escuchamos al llegar al Fòrum fue un cover de la maravillosa Crosseyed and Painless de los Talking Heads. El autor de la versión, Car Seat Headrest, estaba tocando en el escenario Mango y mostrando al público que su genialidad no solo reside en sus discos, sino también en la fuerza de su directo. Pero que las buenas vibraciones veraniegas no cesen. Rex Orange County, en el Pitchfork, fue una buena continuación. Los jóvenes británicos tocaron un repertorio, mezcla de indie, pop y R&B, que hizo bailar alegramente a los asistentes. Música que te acaba provocando una sonrisa y vaciando la mente de todas las preocupaciones.
Nos desplazamos al Ray-Ban para presenciar a un nombre ya conocido para el Primavera Sound, el imparable Ariel Pink. Aún era relativamente temprano, un poco más tarde de las 20:00, y realmente impresionaba ya ver el escenario lleno de gente. La ocasión lo valía. Nunca sabes qué esperarte de un concierto de Ariel Pink, no sabes si en parte improvisan o ya tienen calculadísimo cada una de las macarrerías y locuras que hacen. Seguramente, parte de la inspiración de artistas como Mac DeMarco (tanto a nivel musical como interpretativo) beben de gente como Ariel Pink. Un concierto lleno de explosiones, muchas veces por sorpresa, que alteraban las versiones de estudio de sus canciones para darle el toque exclusivo e irrepetible del directo. El público era totalmente consciente de lo que iba a ver, por eso fue tan bien recibido y alpaudido por toda la gente que se acercó hasta el Ray-Ban. Una estrella lo-fi incontrolable y, siempre, sorprendente.
A continuación tocó entrar en el bloque pop del día. Primero, presenciamos el sueño, la melancolía y la fuerza emotiva de la sueca Lykke Li. No faltó ninguno de los nuevos temas que ha ido mostrando de su imminente cuarto disco, So Sad So Sexy, como two nights o la preciosa utopia. Obviamente, tampoco faltó ninguno de sus temas anteriores que, a la vez, fueron los más celebrados por los fans, como No Rest for The Wicked, Little Bit o, la más conocida de todas, I Follow Rivers. La siguiente fue Lorde, la que venía a presentarnos en vivo su Melodrama, uno de los álbumes más aclamados del pasado 2017. Realmente es curioso como ha conseguido unir el pop de masas con los seguidores del indie. Si con su segundo LP ya había quedado claro que la neozelandesa tenía notables dotes de composición, ayer pudimos ver como su directo también es de un gran nivel. La mayoría de temas acompañados de bailarines, Lorde cantando, bailando e intepretando… Y, también comentarlo, que bien suenan sus canciones en directo. El público lo daba todo y no dejaba de saltar y bailar en ninguna canción. No falto ninguno de sus hits: Royals, Green Light, Perfect Places, Liability. Incluso un cover de Frank Ocean.
Era el turno de Arctic Monkeys. De hecho, para muchos, el plato más fuerte de esta edición del festival y que a tantos fans había ajuntado. Además de sus nuevos temas, no faltó ninguno de los hits que tanto enloquecieron al público: I Bet You Look Good on the Dancefloor, Do I Wanna Know?, Brianstom, R U Mine?… Aunque, por otra parte, faltó un poco de fuerza en el directo, un poco en la actitud quizás, pero eso provocó que el recital, en algunos momentos, flojease y, en general, fuese irregular. Además, se fueron un poco antes del tiempo que marcaba el horario. Cambiamos totalmente el mood y nos fuimos hasta el Bacardi Live para ver el nuevo directo de Oneothrix Point Never. Con más músicos que la última vez que vino al Sónar, Daniel Lopatin nos dejó saborear algunos de los temas que ha sacado recientemente en su nuevo Age Of. Todo acompañado de unos montajes audiovisuales que combinaban a la perfección con el ritmo y el mood de las piezas. Una auténtica experiencia sensorial, pasabamos de la calma y la melancolía electrónica a la destrucción. La belleza del caos.
Volvimos al Ray-Ban para seguir presenciando cosas bonitas. Otro nombre que en los últimos años ha tocado varias veces en el Primavera Sound: Deerhunter. Aunque empezó un poco flojo de público, una vez acabó el concierto de Arctic Monkeys, el espacio alrededor del escenario se llenó de golpe. Fue un repertorio de los temas más queridos del público, y que bailaron tanto los que estaban en la grada com los de la pista. No faltaron He Would Have Laughed, Helicopter, Agoraphobia o Revival. Volvemos al Bacardi Live, es necesario presenciar el live de uno de los mejores productores en la actualidad: Jon Hopkins. No era la primera vez que vivía una sesión suya, y todas son muy explosivas. Domina a la perfección los cambios de ritmo y sabe alargar muy bien las piezas para que los drops sean mucho más fuertes. Un auténtica fiesta. Tanto tocó temas de su recién estrenado Singularity como de su brillante Immunity.
Finalmente, cerramos el festival con el fenómeno The Blaze. Aún no han publicado su primer LP, pero el dúo francés ya acumula millones de reproducciones tanto en spotify como en youtube. Composiciones electrónicas efectivas, especialmente en el directo. El público enloqueció cuando pincharon sus dos temas más conocidos: Virile y Territory. Una bomba energética que acabó de gastar todas las fuerzas que aún, de forma milagrosa, quedaban en el cuerpo. Y de esta forma terminamos otro año más del Primavera Sound. Acordaros, este miércoles saldrán a la venta los primeros abonos anticipados de la edición del 2019. ¡Os esperamos allí el año que viene!
(Foto Ariel Pink: Paco Amate / Foto Car Seat Headrest y Lykke Li: Sergio Albert / Foto Jon Hopkins: Alba Ruperez)