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Primavera Sound (II): Marcado por las XX

Foto: Eric Pamies

El segundo día del festival lo empezamos un poco más tarde, tuvimos la necesidad de descansar más horas de las previstas después del ritmo del día anterior. Nos dirigimos directamente al escenario pitchfork para no perdernos el directo de Mitski (y valió la pena correr). Está claro que la americana tiene un don en la voz y, especialmente, en su personalidad que desgarra, engancha y enamora a la vez. Mezcló a la perfección tanto canciones del último disco como de anteriores, y acabando con aquel binomio de temas tan buenos del Puberty 2HappyMy Body’s Made of Crushed Little Stars. Justo al mismo momento, el Primavera nos volvió a sorprender con uno de sus conciertos sorpresa, esta vez con Mogwai, quien dio un directazo (el valor unexpected siempre suma) en el Bacardi Live.

Aún con un poquito de tiempo, nos fuimos ya hacia el Ray Ban para tener buen sitio para presenciar el directo (y su debut en solitario) de Sampha. Su Process ya demostró que el artista tenía un gran talento sin la ayuda de terceros (hasta el momento, Sampha había destacado por sus colaboraciones con otros artistas). Y el directo, no fue distinto. Con un público muy entregado, el británico (con la ayuda de tres músicos, y un percusionista excelente) llenó uno de los escenarios más amplios del festival a las 20:30 de la noche. No faltó ninguno de los hits de su disco y supo acabar el concierto, de forma muy adecuada, con su gran balada: obviamente, hablo de (No One Knows Me) Like The Piano.

Cambiamos totalmente de mood, de chills, y nos movemos hasta el escenario Mango para ver (otra vez en un Primavera Sound) a Mac DeMarco y sus amigos. Nunca sabes que puede pasar en los conciertos del canadiense; dan tanto la impresión de ser unos amigos de fiesta en un bar/karaoke que todo es imprevisible. Esta vez? El batería estuvo todo el concierto desnudo, Mac DeMarco eructando en el micro, se puso de pie y desnudo encima de un altavoz mientras se iba quemando pelos del cuerpo con un mechero… Eso sí, cuando tocaban las canciones y cantaban, todas eran impecables y, la mezcla del juego borracho con la profesionalidad musical, enamoraba aún más a sus seguidores. Aún no me puedo sacara de la cabeza el On The Level.

Después, con ya los nervios en la piel, era el turno de The XX, uno de los cabezas indiscutibles de esta edición. Con solo tres LP, ya se han convertido en una de aquellas bandas que te aseguran un lleno en los festivales y, además, toquen la canción que toquen, será un hit que el público entonará a la perfección. Y así sucedió: el Heineken se convirtió en una pista de baile protegida por tres ángeles británicos. No faltó ningún tema esencial de los británicos: Crystalised, Islands, Intro, VCR… Cómo tampoco ninguna de las más nuevas: Say Something Loving, Dangerous o On Hold. Cuando Romy cantaba sola, como en Performance o, especialmente, en Angels, muchas lágrimas de emoción caían entre el público; pero cuando sonó Loud Places, los asistentes enloquecieron y The XX se marcó una victoria indiscutible.

Que no pare la fiesta, es más, a partir de ahora ya todo a más. La siguiente fas fue Run The Jewels en el Mango. Su fuerza es tan arrolladora que se lo lleva todo per delante, si estás cerca, y oyes alguno de sus beats, ya no podrás escapar de allí. Brazo levantado y a saltar sin parar. No paro de pensar que el tema que hizo DJ Shadow con ellos, Nobody Speak, está hecho para hacer enloquecer el público. Temazo. Después volvimos a las XX para bailar una sesión de Jamie XX (como sustitución de Frank Ocean). Una buena sesión que se sacó de la manga con menos de una semana de tiempo. La primera mitad, principalmente disco ochentero, puro Jamie XX y, obviamente, puro baile. Empezó con Frank Ocean y, como no, acabó con él también, haciendo una mezcla curiosa de Gosh con Nikes.

Los dos encargados de acabar la segunda jornada fueron Flying Lotus y Talaboman (John Talabot + Axel Boman). El primero, también uno de estos nombres que nunca fallan: electrónica pura (y de muchos estilos) con unas proyecciones visuales que acompañaban a la perfección el trip; y acabando con un Never Catch Me tremendo (¿dónde estás Kendrick? Te queremos aquí). El segundo, una sesión house con toques disco que agotó toda la energía de los que aún seguían allí capaces de seguir bailando después del día intenso.

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