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Primavera Sound 2015: Lo Mejor de la Jornada del Sábado

El último día en un festival siempre es una mezcla extraña de sensaciones. Se juntan las ganas de disfrutar los conciertos, la pena porque se acabe algo tan bueno, el cansancio arrastrado después de unos días de música y diversión, y mucho más. Una vez más, los miembros de CrazyMinds nos dividimos por el Fòrum para contaros el máximo de conciertos posible. Cerramos nuestra crónica del Primavera Sound 2015.
Kevin Morby
Kevin Morby todavía sigue probando suerte en solitario, y parece que no le va mal. Con un estilo más pop que otra cosa, el bajista de Woods nos ofreció un concierto que, al terminar, a algunos les dejó igual que al principio y a otros con cierto ritmillo en el cuerpo.
Canciones como All of my life o The Ballad of Arlo Jones hicieron menear su flequillo y el de todos. Fue un concierto bastante correcto, aunque más que un grupo parecían tres personas sumidas en sus propios instrumentos y su propia música.

Younghusband

Interesantes aunque un pelín bisoños, Younghusband volvió a sufrir el maltrato de la hora a la que los programaron (17:45h) y la atención dispersa del público. Una lástima, porque, dentro de la nueva hornada de grupos de pop de orfebrería, los ingleses destacan por la personalidad del sello con que elaboran sus melodías, la compenetración del grupo en directo y la seriedad con que se toman la labor. Por otra parte, el concierto no difirió mucho del que ofrecieron en el pasado Primavera Club, aun con el estreno de su nuevo material. Esperamos disfrutarlos de nuevo en un espacio más recogido y ver si son capaces de hacerse un hueco entre los grandes nombres del indie actual.

The Ghost of a Saber Tooth Tiger

El grupo del hijo de Lennon, decían muchos, y lo cierto es que, a pesar de que la sombra del progenitor es larga y pesada, aunque Sean Lennon tiene un discurso diferente a su padre, la estética con que se presenta la banda no parece muy apropiada para conjurar el fantasma (del padre, no del tigre diente de sable), por mucho que las influencias de la banda beban directamente de los sesenta y los setenta. Por suerte, la mimética se ciñó a la estética, pues, aunque las canciones de TGOASTT no alcancen la categoría de los clásicos en los que se reflejan, ofrecieron un concierto rotundo e impecable que puso el acento en cualidades hoy en día arrinconadas: voces corales, solos exuberantes y teclados envolventes dentro de un clasicismo atemporal. Por un momento Barcelona se pareció a Woodstock, pero desafortunadamente una breve mirada al skyline del Fòrum bastaba para romper el espejismo.

American Football
Aunque era uno de los conciertos que teníamos señalados y subrayados en rojo en nuestra agenda del festival, salimos un poco decepcionados de la actuación de los estadounidenses. Quizá fue la hora, quizá fue el cansancio, pero la actuación nos pareció bastante plana, con una fría conexión entre banda y público. Tanto que nos marchamos antes de tiempo para ver a Mac DeMarco. Un reencuentro fallido.

Mac DeMarco

Uno de los mejores conciertos a los que asistí en el festival. Una buena banda con un líder carismático, grandes dosis de sentido del humor que llegaron a su punto álgido con una descacharrante versión del Yellow de Coldplay y, sobre todo, un puñado de canciones enormes.

Hasta ahora, no habíamos podido escuchar en directo a Mac DeMarco, y tras la experiencia del Primavera Sound, repetiremos en cuanto volvamos a tener la oportunidad. Salad Days fue uno de los mejores discos del pasado año, y escucharlo en directo fue un auténtico placer.

The Bohicas

Un rock que seguirá existiendo siempre, un rock con sonidos y toques diferentes, es lo que hace The Bohicas, la joya del escenario Adidas Originals que no se quedó muy atrás de algunos grandes del Primavera Sound.
Esta nueva banda de Londres convirtió a su parte del recinto en un potente ambiente de melenas al aire. Pocas canciones son las que se conocen, pero incluso así tanto la gente como el grupo y el concierto fueron de 10. Where You At, To Die For o Crush Me lo petaron, y terminar con Swarm fue un subidón que nos dejó con las ganas de verles más veces y pronto.
We Used To Pray
H&M Pro Stage fue un escenario de bastantes novedades y We Used To Pray fue una de ellas. Este grupo de progressive pop rock se lo curra y se nota. A pesar de la poca gente que había y que hubiera sido totalmente diferente en un ambiente de noche, esta abstracta banda lo dio todo y se aseguró de que muchos de los que estábamos allí los apuntásemos en nuestra lista de escuchas habituales.
Sleaford Mods
Según nos acercábamos al escenario Adidas Originals, con el concierto del dúo británico ya comenzado, se presentía un ambiente de rabia contenida. Una rabia transmitida por solamente dos personas en un escenario desnudo, sin necesidad de luces ni decoraciones. Un ordenador con el que poner las bases y un Jason Williamson escupiendo versos que llaman a la rebeldía y que transmiten más espíritu punk que muchos de los que presumen de serlo. Son uno de los grupos del momento, y el sábado demostraron de nuevo por qué.

Foxygen

La locura que llevaron al escenario los componentes de Foxygen, sobre todo Sam France, nos dejó a todos sin energías. Era un no parar. Que si me tiro al suelo, que si me pongo a correr de un lado de otro… Era difícil seguirle y cada canción parecía la última. Quizá el hecho de que sea su última gira en un tiempo, según dijeron recientemente, le provoca aprovechar de esa manera el escenario.
Los bailes con las bailarinas no tenían desperdicio, era todo un espectáculo. We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & MagicShuggie o Hot Summer, todas fueron increíbles e hicieron botar al Primavera, y preocuparse a veces también. Está claro que de un concierto así sales satisfecho, de voz, de escenografía, de coreografía y de todo lo que se le puede pedir a un dúo californiano vestido de los 80 tocando psicodelia folkie y “cartoon fantasía”.
Tori Amos

La pianista del glamour indómito nos hizo olvidar a Eels, que canceló su participación cuando no hacía ni una semana que se había revelado el cartel definitivo. Aunque se confesó nerviosa por actuar por primera vez en Barcelona y ante tanta gente, en cuanto desplegó su talento al piano y atacó con su voz versátil Bliss, la primera de un repertorio de éxitos con alguna rareza intercalada pensada para meterse al público en el bolsillo. Pero no fue esa la razón por la que podemos afirmar que la de Maryland fue una de las grandes actuaciones del festival. Su presencia escénica, la armonía barroca y la contundencia de sus letras hicieron que, defendidas sólo con voz, piano y teclados, la fuerza desplegada llegase a enmudeces un espacio como el Ray-Ban con la misma contundencia y magnetismo que más tarde desplegarían Death From Above 1979.

Entre las rarezas, Amos nos cautivó con In Your Room, de Depeche Mode, y nos sorprendió con You Spin Me Round, de Dead or Alive, fundida con Raspberry Swirl. Pero si un momento quedó clavado en el ambiente como uno de esos momentos que hacen especial esta edición del Primavera Sound fue Cornflake Girl, una de esas canciones que, de tan perfectas, parecen imposibles. Tori Amos se despidió entre ovaciones y nos dejó con ganas de más (y en un entorno un poco más adecuado para su música).

Interpol
Si eres Interpol, tiene su experiencia, trayectoria y discografía, lo tienes que hacer muy mal para dar un concierto flojo. Aunque sus últimos álbumes no hayan conseguido igualar la brillantez de sus primera entregas, sí aportan algunos singles que consiguen que sus setlists puedan ser unos grandes éxitos perfectos para festivales.
Así fue el pasado sábado. Basta con repasar la batería de canciones que nos regalaron para comprobarlo. La tormenta perfecta de hits: Slow Hand, Evil, NYC, Not Even Jail, Pioneer, Untitled, y más. Incontestables.
Babes In Toyland
Como una versión del reverso oscuro de Sleater Kinney, estas tres supervivientes del efímero movimiento de riot girls se plantaron en un tranquilo escenario ATP. Mientras la gran mayoría de los asistentes estaban con The Strokes, las Babes decidieron que les daba igual y dieron un potente concierto de su rock más pesado.
Fue un concierto impecable y implacable, una apisonadora que tema tras tema nos hicieron recordar que fueron algo más que ese Sweet 69, y que a veces la realidad es capaz de superar la nostalgia.
The Strokes
Algo parecido podemos decir de los también neoyorquinos. Otra banda por la que parece que ya han pasado sus mejores momentos, pero que pueden confiar en sus éxitos para encabezar con éxito cualquier festival.
Dejaremos de lado el look de Julian Casablancas y el odio que debe profesarle su peluquero para centrarnos en las afiladas y brillantes guitarras de Nick Valensi y Albert Hammond Jr, que con su habilidad son quienes han logrado que The Strokes fuesen una banda diferente al resto.
El concierto fue una sucesión de hits sin apenas pausa, en la que la voz de Casablancas se quedó corta en algunas ocasiones, pero que finalmente dejó buen sabor de boca a todos los que lo presenciamos. Quien sabe si será la última vez que podamos verlos en directo.
Dan Deacon
Fue una sorpresa agradable ver que la electrónica de Deacon muta en el escenario. Este hombre que parece tranquilo vino secundado de un batería que no dejo de tocar en ningún momento, y no es una exageración, este batería se merece un monumento por los kilos dejados.
Pero el desmadre no sólo vino de su compañero, Dan es una auténtico maestro de ceremonias, y entre maquinitas y micro distorsionado nos hizo bailar como locos haciéndonos partícipes a todos y cada uno. Si vuelve por estos lares, no lo duden.
 

tUnE-yArDs

Otro nombre para grabárselo a fuego y no perder de vista. Esta fue seguramente la actuación más interesante (o, cuanto menos, la más accesible, sin por eso renunciar a la experimentación) del escenario Pitchfork, el concierto ese de tapadillo que resulta memorable que define esta edición del festival mucho más que algunos de los grandes nombres. Una orgía de percusiones y electrónica orgánica con la que Merril Garbus dejó al respetable primero boquiabierto y más tarde encandilado con los ritmos, los requiebros, la armonía vocal casi imposible, la energía de la voz de Garbus, su ímpetu y una coreografía que no por naíf fue menos efectiva ni fascinante, sino más bien lo contrario.

Caribou

Dan Snaith tuvo la prestigiosa tarea de poner el broche de oro final al festival con su elegante electrónica. Pese a celebrar su concierto en uno de los escenarios «menores», la afluencia de público fue masiva, y ya se respiraba en el ambiente esa atmósfera festiva de fin de fiesta.

La banda supo captar el mensaje e hizo bailar incesantemente a un auditorio donde no cabía un alfiler. A destacar el momento Odessa seguido de Can’t Do Without You. Prácticamente imposible un final mejor.

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