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Primavera Sound 2013 (Jueves): Phoenix, Tame Impala, The Postal Service, Woods y mucho más…

Foto: Dani Cantó/Primavera Sound
Como todos los años a estas alturas, todo amante de la música independiente tiene una cita ineludible en el Parc del Forum de Barcelona, donde durante cuatro días podemos disfrutar de la increíble e inabarcable programación del Primavera Sound. Además, este año nos encontrábamos ante una edición muy especial, ya que desde la propia organización no habían hecho más que repetirnos que este iba a ser el mejor año, el #bestfestivalever.
Así que, como no podía ser de otra forma, una delegación de Crazyminders con muchas ganas de disfrutar nos dirigimos al Forum con oídos y ojos bien abiertos para disfrutar de la mejor música del mundo.
Aunque hubo algún Crazyminder madrugador que se acercó a ver al Inquilino Comunista, para la mayoría nuestro primer concierto fue Wild Nothing. Los ritmos tranquilos de Jack Tatum fueron una introducción bastante indicadora de lo que nos iba a esperar a lo largo de una jornada que, salvo contadas excepciones, fue muy tranquila, quizá demasiado, a lo mejor por eso de que era jueves y era mejor guardar las armas pesadas para el fin de semana. Wild Nothing cumplió, sin más, o puede que fuésemos nosotros que no estábamos más que arrancando, pero optamos por un cambio de aires para ver a los estadounidenses Woods.
Para empezar, hay que reconocer que ver un concierto en el escenario Vice cuando aún es de día es una auténtica gozada. Especialmente para un madrileño de secano como yo, disfrutar de la música mientras sientes el mar a tus espaldas es una experiencia única. Eso sí, la brisa ya nos iba mandando pequeñas señales del frío que se nos avecinaba, principalmente en la noche del viernes.
Woods fue una de las primeras sorpresas agradables del festival y, aunque pudimos verlos poco tiempo, fue suficiente para terminar de enamorarnos de su característico sonido folk. Y especialmente destacable fue escuchar su magnífica Pushing Onlys, de su anterior trabajo Sun And Shade.
Poco tardó en llegar uno de los momentos más esperados por, al menos, este redactor. Y probablemente el concierto que más expectación me había creado en esta jornada de jueves: los australianos Tame Impala. Los que nos leéis normalmente, ya sabéis que su último trabajo, el aclamado Lonerism, fue nuestro disco internacional del año en 2012, y no queríamos perder la oportunidad de catarlo en directo.
No diré que el concierto me decepcionó, pero sí que esperaba algo más. Dejad que me explique. No hay duda de que, a nivel técnico, el concierto fue perfecto, con unas canciones perfectamente ejecutadas y un sonido claro que permitía apreciar y saborear los matices de los australianos, tanto que casi sonaban en vivo igual que en su versión grabada, pero faltó algo, llámalo ritmo, llámalo emoción, llámalo conexión con el público para que realmente pudiésemos hablar de un concierto redondo.
Al mismo tiempo que los aussies, Metz tocaban en el escenario Pitchfork, y demostraban que el punk es una actitud que, como el indie, a la que se populariza pierde el sentido, y casi el nombre. Metz están aún en esa actitud: guitarras, volumen y rabia para tiempos inciertos. Un camino a explorar, y una banda a seguir muy de cerca, como nos demostraron de nuevo en este Primavera Sound.
Y entonces llegó el turno de otros clásicos, nada menos que Dinosaur Jr. Como un faro ante el embiste de la mar brava, se erigieron como valor seguro en la noche del jueves. Un faro del que beben muchos de los que comparten cartel (Deerhunter, mismamente, un poco más tarde). Aplomo, contundencia y un repertorio recio, los humildes mimbres con los que subieron el volumen de los amplis y ofrecieron un jugoso festín de noise, incluyendo una version de Just Like Heaven apropiada por Mascis y Barlow, y la presencia final de Damian Abraham para cerrar el concierto con una visceral Sludgefeast. Sí, anclados en los noventa, pero con una energía que ya quisieran conjuntos más jóvenes. 
Nos acercábamos a otro de los grandes momentos del festival. Diez años después, convirtiéndose además en una de las grandes bazas del festival, The Postal Service volvían a España para repasar su celebrado y único disco hasta la fecha: Give Up. No quiero sonar demasiado crítico, pero tengo una opinión bastante clara y definida sobre este banda. Cierto que hicieron un buen disco, cierto que Such Great Heights es un temazo como la copa de un pino, pero creo que todo el tema de su retorno se ha salido de madre. Por momentos, en los días siguientes al anuncio, parecía que habían vuelto The Smiths por lo menos cuando, no nos engañemos, hablamos de una banda con un solo disco del que, seamos sinceros, el 80% de la gente (y lo mismo me quedo corto), sólo recuerda una canción, LA CANCIÓN.
Y eso se notó en el concierto ya que, aunque hubo muchas ganas de bailar y pasarlo bien, la mayoría no despertó hasta que llegó el tema que estaban esperando…Y entonces sí se desató la locura colectiva ya que, sin duda alguna, asistimos a la definición perfecta de T-E-M-A-Z-O, con todas sus letras…
Por entonces, Deerhunter estaba dando también la primera de las que, a la postre, serían sus tres actuaciones en este festival (a esto llegaremos más adelante). En un Ray-Ban a medio llenar gracias a los amigos de The Postal Service, los americanos acometieron su espectáculo con cierta cautela, que los llevó incluso a alguna salida de tono. Momento en que Bradford Cox se arremangó la falda casi literalmente y llevó a los suyos a recuperar esa confianza en tierras de Microcastle para volver con toda el ímpetu por los grandes momentos del reciente Monomania. De la candidez al virtuosismo, Deerhunter son dueños de una versatilidad asombrosa.
La luna ya estaba en todo lo alto cuando nos dirigimos al escenario Primavera para el sonido preciosista de Grizzly Bear, quienes estuvieron casi perfectos, pero quizá hubieran encajado mejor en otro horario. Cosas de la programación de los festivales… Su repertorio repasó sus distintos discos/etapas, mientras una bucólica iluminación en forma de preciosas lámparas le daban aún mayor elegancia y dramatismo a su música. Muchas veces pienso que a esta banda no se le valora como se merece, y creo que su actuación en el Primavera Sound probablemente ha sido perfecta para que muchos se den cuenta del grupo tan espectacular que conforman.
Y entonces cambiamos totalmente de tercio y estilo. Pero antes decir que, este año, el escenario maldito ha sido el Pitchfork. Las condiciones meteorológicas han malogrado más de un concierto. En el caso de Fucked Up, aplanó bastante un repertorio en otras ocasiones más rico en matices, perdiéndose la voz gutural de Damian Abraham (literalmente) en el viento. Sin embargo, estos proletarios del hardcore melódico no se amilanaron y se ofrecieron a un público que los acogió con entusiasmo. Ardorosas interpretaciones de David Comes To Life, No Pasarán y un Abraham que estaba más rato entre el público que sobre el escenario. Difícil no contagiarse con el entusiasmo de una banda tan trabajadora.
De vuelta al Heineken, nuevamente atestado de gente más de diez minutos antes de la hora programada, a eso de la 1.40 salieron los parisinos Phoenix dispuestos a ponerlo patas arriba. Algo que quedó muy claro desde ese rosario de hits con el que arrancaron, empezando por ese polémico Entertainment que, guste o no guste, funciona a la perfección en directo. De la misma manera sorprendente que los chicos de Thomas Mars funcionan en concierto, potentes y divertidos, capaces de hacer entrar en éxtasis colectivo incluso a los más rezagados de esa explanada tan difícil que es el Heineken. Poco importa que focalizaran en sus dos últimos trabajos, aún con emocionantes concesiones anteriores como Long Distance Call o So Young.
Porque probablemente su concierto sea uno de los más recordados de este Primavera Sound, al plasmar en él esa particular mezcla entre melancolía y alegría desbocada que transmiten sus temas elevada a la enésima potencia. Y a todo esto, no podemos olvidar sumarle el carisma de un Thomas Mars entregado al público, regalando una preciosa Countdown en acústico entre los emocionados presentes en las primeras filas, o acabando el concierto bajando hasta la mitad de la explanada dándose un inolvidable baño de masas. La guinda a una hora y cuarto de música apoteósico.
Las fuerzas empezaron a flaquear, pero aún había ganas de ver a Toundra. Los madrileños se subieron con una fuerza especial al escenario Vice. Supieron reunir a gran parte del público, entre la gente que pasaba y se quedaba hipnotizada por sus riffs y varios que escaparon de unos Animal Collective que no respondieron a sus expectativas. El grupo, entusiasmado con su presencia en el festival, dejó el listón bien alto.  Su fuerza en el escenario y su compenetración como grupo prevé mucho tiempo de crecimiento para este grupo, a los que esperamos que se les de más cobertura a nivel internacional ya que no tienen mucho que envidiar a muchos de los grupos con los que comparten cartel.
Y así acabamos la noche del jueves, aunque aún nos quedaban dos intensos (y algo fríos) días por delante…
* En esta crónica han participado Jorge Híjar, Álex Vidal, Irene Bermejo y Marta F Fuster.

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