InicioConciertos - ArchivoPrimavera Als Club. La Casa Encendida

Primavera Als Club. La Casa Encendida

Ayer estuvimos en el Primavera Als Club en La Casa Encendida viendo a tres bandas que tocaron en el Primavera Sound y que volvieron a hacerlo unos días después en Madrid, dos de ellas lo hicieron en el auditorio, mientras que la internacional y más esperada lo hizo en el patio del recinto.
Oso Leone: tras sus dos actuaciones en un mismo día en el festival (Hidden Stage y Pitchfork) los Mallorquines se plantaron en Madrid casi como si no se hubiesen cambiado de ropa y con la misma frialdad inicial que poco a poco se iba convirtiendo entre acordes en sutileza y sinceridad. Su espectáculo, basado en Mokragora(Su segundo álbum) es tan elegante y sofisticado que el público no entiende si tiene que aplaudir entre canción y canción o quedarse en silencio para no romper la magia. Así se fueron sucediendo Ficus I y Ficus II, Alçaria, Cactus, Clivia y demás temas, que gracias a la posición que teníamos en el auditorio (sentados en butacas) nos permitieron cerrar los ojos y viajar desde nuestros asientos en otro gran concierto de Oso Leone, que prometen hacer muchísimo ruido a lo largo de su trayectoria, pero un ruido puro y limpio, y es que son claros innovadores y promotores en un género poco explorado del que sin embargo se están haciendo dueños sin llamar la atención de manera exagerada, son un secreto que se transmite suavemente entre ritmos progresivos y rifts sofisticados que nos llevan a un lugar de ensueño.
 Standstill: los catalanes vienen interpretando en directo un espectáculo al que llaman Cénit, formado por canciones de su nuevo álbum, y rompiendo con la costumbre de tocar en auditorios, haciendo un espectáculo más épico y potente, que pueda mantener a la gente en pie, emocionada, brincando y motivada. Cuan grande es la sorpresa cuando la organización les hace tocar en el auditorio (150 plazas) y ellos deciden continuar tocando Cénit, pidiendo disculpas antes por el ruido que vamos a soportar en un lugar así. Y tal cual nos han avisado comienza un portento de Rock potente llevado por una, dos y hasta tres guitarras, un bajo, uno o dos pianistas y en algunas ocasiones hasta cuatro percusionistas, la potencia del sonido es estremecedora, tanto es así que se va la corriente (queremos creer que es por lo increíblemente fuerte que sonaba todo) el público está entregado entre las sillas, se quiere levantar y en la última canción lo hace, Standstill conquistaron a todos los asistentes gracias a su potencia sonora, su imaginación y su capacidad para dificultar el ser clasificados, dejando como mancha el haber tocado abajo en el auditorio, que hizo que el concierto no resultase ideal, pero a ellos no se les puede poner ni una sola pega por la entrega y la rotundidad demostradas.
Darkside: Nicolas Jaar y Dave Harrington eran los más esperados de la noche, el patio de la Casa Encendida estaba a rebosar así que el dúo no tardó en saltar al escenario y sin mediar palabra empezar a contagiar de beats enfermizos y sonidos perturbadores y oscuros el aire. Se respiraban bombos y acordes inexistentes durante los primeros minutos hasta que Harrington agarró la guitarra para dar paso a los grandes y pegadizos temas de la banda como Paper Trails o Heart, una de sus mayores armas en directo es su capacidad de evolucionar a gran nivel, mientras el enorme espejo central creaba efectos con el proyector y los reflejos de los focos, las canciones empezaban a desdibujarse transformándose en sombras extrañas y bailables de lo que podemos escuchar en Psych. Haciendo honor a su primer álbum en solitario Jaar llenaba de ruido el ambiente creando una densidad que hacía que el oxígeno pesase, la única liberación era la llegada del bombo que hacía que todo el mundo se moviese hipnóticamente bajo los solos de guitarra de Harrington y sus pedales creando ritmos que en cualquier otro momento habrían resultado incoherentes o fuera de lugar. Como única pega se podría poner que sabían exactamente lo que el público quería y se lo daban cuando les venía en gana, puesto que transformaban estructural y rítmicamente la mayoría de las canciones haciéndolas sonar muy parecidas, para que los presentes siempre pidiesen la catarsis bailable final.
 

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