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Pete Doherty: “La Pete experience”

PETE DOHERTY

FECHA: 18 abril de 2011

LUGAR: Sala Apolo (Barcelona).

Esto no va a ser fácil de explicar. Perdonadme de antemano. Pellizcarme para que pueda creer que lo vivido no ha sido fruto de un sueño loco y psicodélico a lo Alicia en el País de las maravillas.

Se me ocurren tantos titulares para ilustrar la crónica del concierto que ofreció Pete Doherty el pasado lunes en la sala Apolo de Barcelona que cualquiera de los que escoja no va a estar a la altura de las circunstancias. Hay tantas cosas que debería contaros, tantísimas anécdotas, a los NO presentes al evento, que las palabras se van a quedar cortas, seguro, para que lleguéis a entenderlo todo. Porque de contarlo a vivirlo hay kilómetros y porque en este caso lo del ‘ver para creer’ adquiere su máximo significado. Así que leed atentamente e intentad ponerle imaginación.

Lo de Pete en Barcelona, creo que lo mismo ocurrió en Madrid un día antes, fue realmente una experiencia. No sé si religiosa, pero sí MUY BIZARRA. Quizá podría calificarlo como el ‘concierto’, por nombrarlo de algún modo, más insólito a los que haya asistido jamás. Una experiencia magna y plenamente extravagante que escapa a lo musical. Difícil de contar y por supuesto de olvidar. Y eso que aquí quien os habla ya había visto a ‘l’enfant terrible’ Peter Doherty, se ha ganado a pulso el calificativo, junto a los Babyshambles en el FIB de 2009.

El motivo de tal visita a nuestro país se debía, en esta ocasión, a la presentación de su disco en solitario Grace/Wastelands de 2009. Ha llovido bastante desde entonces y bien nos debía una vista a sus incondicionales españoles, que los hay, y a montones. Aunque lamentablemente en nuestro país se le conozca más por su faceta autodestructiva y de rebelde sin causa y con causas, precisamente, pendientes con la justicia inglesa por sus escarceos con las drogas y demás. Una pena.

Un disco, el Grace/Wastelands, musicalmente muy aceptable, bastante más acústico de lo que venía siendo habitual, en el que colaboró su también amigo Graham Coxon en los arreglos y que vale la pena recuperar.

Pero antes de que escucháramos en directo las canciones que componen su disco en solitario y de que el público se deleitara con la presencia de Mr. Doherty, aparecieron en el escenario, teloneándole con suma gracia y de qué manera, The Ezra Beats. Un trío que llegaron pidiendo al publico ‘UN púa’ para poder tocar y que según ellos mismos son una banda ‘anti-folk’, aunque numerosos medios hayan calificado lo que hacen como, precisamente: ‘indie-punk-folk’. Mitad españoles, mitad ingleses. Y atención a la parte anglosajona del grupo, porque proviene nada más y nada menos que de la vocalista de la banda: AmyJo (al loro) Doherty. Porque sí, el lunes en Apolo todo quedaba en casa y en familia. Señoras, señores, AmyJo teloneaba a su hermano Peter. Y es que la familia Doherty lleva la creatividad y el arte en sus venas. Y el carisma también corre por ellas, impregnando su ADN, pues al igual que su hermano, AmyJo Doherty y su banda animaron al público como nadie con sus canciones alegres. A destacar la actitud sobre el escenario de la ‘hermanísima’, mitad punk-hippy, bien podría haber aterrizado directamente de Tatcheles (Berlin), mitad concursante de reality de televisión, por sus inscripciones sobre sus brazos desnudos donde podía leerse: ‘Pulpo, gallinejas, ‘pantumaca’…por aquello de tener contento al público. La hermana de Peter se llevó todo el protagonismo, animando como nadie, haciendo sonreír con sus bailes peculiares y haciendo participar a todos de lo lindo con instrumentos elaborados manualmente, me temo, con botellas de agua reciclada y piedrecitas, que hicieron las veces de instrumentos de percusión o maracas, que también tocaron desde el escenario. En definitiva, unos teloneros divertidísimos, a la altura de la noche y que en lo musical también brillaron con luz propia, todo sea dicho de paso. Cómo me gustaría ver reunida a toda la familia Doherty por Navidad…

Y después de Miss Doherty, que se negaba a abandonar el escenario, no he visto mujer más espitosa y alegre en mi vida, nos preparamos para dar la bienvenida a su hermano, Mr. Doherty. La pregunta sobre en qué estado aparecería en la sala era obligada y planeaba en el ambiente de incertidumbre de los allí presentes. Se notaba la emoción y la tensión a partes iguales. Cualquier cosa puede pasar con Peter cerca y más, si está sobre un escenario. Y no tuvimos que esperar demasiado para que ocurriera lo que temíamos. Esto es, la crónica de una borrachera anunciada. Sin atrezzo alguno sobre el escenario, solamente él, su guitarra y una botella de vino, o varias, Peter Doherty, que es capaz de acaparar la atención de tal modo que todo lo demás es superfluo, hizo acto de presencia. Su público se entregó a él desde el segundo uno. Doherty es de las personas que tienen magnetismo, que brillan aun sin quererlo y se demostró con creces en Apolo.

Visiblemente ‘embriagado’, y uso este término por lo poético del vocablo y porque le debo un gran cariño y admiración al Sr. Doherty, éste comenzó a trenzar hits, uno tras otro, sin parar. Mientras se tambaleaba, se movía como sólo él sabe hacerlo, con esa pose de dandy desaliñado y decadente, pero terriblemente seductor y elegante. Que se lo pregunten sino a las féminas allí presentes que no dejaron de lanzarle piropos durante toda la noche. ‘Pete, see you on backstage!’ fue sólo una de las propuestas que recibió socarrón. Aparentemente inestable pero musicalmente impecable. No perdía la cordura, ni perdía un sólo acorde. Aunque se rompieran cuerdas de su guitarra todo sonaba perfecto. Llevándose los temas a su terreno y cambiándoles el ritmo a su antojo, de manera brillante. Como sólo un genio, excéntrico sí, pero encantador, sabe hacer.

Perdonadme si no os hablo del setlist, pero es que no lo hubo. Pete interpretaba las canciones que su público, el más entregado, el más motivado de las primeras filas le pedía. Y sin perder la sonrisa, simpático hasta decir basta y cercano como nunca, acataba órdenes sin rechistar. Fue una sesión de ‘Peter a la carta’ espléndida, en el que el de Londres se lució con sus improvisaciones y su ‘free style’.

Y así, casi pasaron desapercibidos temas de Grace/Wastelands, para dar paso a una lista interminable de éxitos de Babyshambles y The Libertines.

Last of the English Roses, Arcady, Salome, Delivery, Beg Steal or Borrow, Albion, Music When The Lights Go Out, What Katie Did…se mezclaban sin cesar, mientras unas dulces bailarinas danzaban cuales ninfas con sus correspondientes tutús. Así durante casi dos horas que duró el show. Porque lo que nos regaló Pete, o Peter como se hace llamar ahora, no puedo calificarlo de concierto al uso, fue un espectáculo en toda regla. Lo que hace este hombre sobrepasa los límites de lo musical con nota, y sobrepasa, asimismo, lo ordinario. Todo es asombroso, sorprendente.

Pudimos asistir a un verdadero diálogo público-artista en el que no faltó el lanzamiento de objetos de todo tipo. Si en Madrid Doherty cantó con unas bragas en la mano, en Barcelona no faltaron los sujetadores. Pero tampoco los libros, que leyó con un gracioso español, el lanzamiento de zapatos, incluso de cigarrillos que gustosamente fumó saltándose leyes y normas, como provocador nato que es. Ni faltó su pose de torero con la toalla previamente robada de su hotel madrileño, ni los abrazos a las fans enloquecidas o sus besos. La reciprocidad, la conexión, era total. Pero por parte del mismo artista tampoco faltó el lanzamiento de objetos y artilugios varios. Después de su coreada y celebradísima Fuck Forever, Doherty lanzó al público la guitarra con la que estaba tocando, que obviamente se desconectó en el aire pudiendo haber causado una muerte por ‘guitarrazo’ no tipificada en el código penal, me temo. Pero a pesar todo, de ese arrebato de locura espontáneo, lo que se estaba viviendo en Apolo era toda una celebración. En las que el alcohol, sobre el escenario y puede que también fuera de él, corría sin control: vino, cerveza, whisky…daba igual!

Como el trapecista que sin red se lanza a la pista, Pete Doherty se lanza de igual modo al escenario y sobre él hace lo que le vine en gana cuando le apetece, como un niño malo y consentido por su público, que le adora. Es un showman nato divertido y gracioso, con un carisma que rompe esquemas, fronteras y prejuicios y que le hace entrañable y con el que se hace querer y mucho. Un showman encantador que además toca la guitarra e interpreta como nadie. Surgiéndole de manera espontanea, casi orgánica. Y así, cuando su organismo comenzó a decir basta, se despidió de su público eufórico. Y lo hizo comiendo, como llegó, con total naturalidad y confianza, feliz y ‘embriagado’, bastante más que al inicio. Como embriagados y fascinados nos dejó a todos por lo que allí había ocurrido. Pete nos había regalado toda una experiencia irrepetible y 100% recomendable y disfrutable. Esperemos que los excesos no le pasen factura y que tengamos a Peter Doherty por muchos, muchos años más. Porque también os he de confesar que nunca, nunca he reído tanto en un ‘concierto’ ni me lo he pasado tan bien, como tampoco nunca, nunca había sufrido tanto por la integridad física (que no mental, ni musical reitero) de un artista durante un concierto. God save Pete!

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