El sábado, aquí en el norte, la climatología no invitaba a otra cosa que no fuera quedarse en casa. Caían chuzos de punta, hacía frío, te mojabas con o sin paraguas, en fin, típico tiempo de invierno a orillas del Cantábrico. Pero abres el periódico y lo primero que ves: Concierto de Perro en sala Dabadaba. Piensas: Uffff, con éste tiempo, coger el coche para ir a Donosti, con lo mala que es la Nacional 1 donde cada vez que llueve, sí o sí, te encuentras con varios accidentes de tráfico. A media tarde, Facebook te avisa: «Hoy tienes un evento que te interesa, Concierto de Perro en el Dabadaba«. Somos vascos…. cuatro gotas de lluvia no nos van a frenar, además llevamos casi 2 semanas sin ir a ningún concierto, y es que son Perro. Venga, vámonos.
Así que nos ataviamos con el «kit antilluvia»: Parka con capucha, y botas, y nos fuimos hasta la capital guipuzcoana.
Abrían la noche el joven grupo donostiarra Albert Cavalier, a quien no habíamos tenido ocasión de ver antes, pero a partir de ahora no vamos a dejar de seguir la pista. Son jovencísimos, apenas tienen 20 años, y su energía y sus ritmos garageros, que a veces nos recuerdan a los Black Lips, nos conquistan desde la puerta de la sala (ya estaban sobre el escenario cuando llegamos), y hacen que nos aproximemos hasta primeras filas para verles mejor. Nos encontramos con un directo explosivo , y pensamos que hay un gran futuro en la escena musical donostiarra. Enormes Albert Cavalier, a quienes os recomendamos no perderos si tenéis la ocasión. Hasta los murcianos Perro alucinaron con su actuación.
A las 22:30 salían los murcianos a escena. En seguida ocuparon posiciones: doble batería, bajo y guitarra, que a lo largo del concierto se irían intercambiando constantemente.
Venían a presentar Estudias, Navajas, su último álbum, que tan buenas críticas ha cosechado, pero abrían la el concierto con ¡Viva el Porras! de su álbum Tiene Bacaclao, Tiene Melodía, que con la doble batería suena especialmente intensa y en seguida se nos mueven los pies y la cabeza casi sin darnos cuenta.
Toda la primera parte del concierto estuvo protagonizada por la doble batería que iban sincronizadas cuan reloj suizo, y aportaron a toda esta primera parte gran intensidad, si a ello le sumamos la potencia de esas guitarras y bajos con esos ritmos acelerados que tanto nos gustan y la increíble conexión entre la banda y el público, el resultado es un bolazo.
Se presentan, y nos confiesan que están encantados de volver a tocar por tercera vez en la sala Dabadaba. Agradecen también a Albert Cavalier, quienes ya están en primera fila dándolo todo y disfrutando como enanos desde el minuto uno. Suenan Falso Techo, Papi Papito Ñam Ñam y Ediciones Reptilianas, incrementando la intensidad de la actuación con cada tema. Se intercambian posiciones y bromean preguntando: ¿Pero no se supone que aquí hacía frío? Son descarados y muy divertidos, y nos lo están haciendo pasar realmente bien.
El ritmo es frenético, y las letras de sus canciones (que en primera fila no se entiende muy bien «eso es porque no sabéis hablar murciano» nos decían) en ocasiones ácidas, en ocasiones surrealistas, nos hacen cantar y bailar durante toda la hora y cuarto que duró el show. No paran de alternar entre guitarra, bajo y voz, y nos dejamos llevar por sus endemoniados ritmos, y por sus bailecitos a veces imposibles.
Otro cambio, deja Aaron la batería y pasa a los teclados, para llegar al momento álgido con La Reina de Inglaterra, ya con toda la sala venida arriba….. bueno, deciros que desde el sábado no me quito esta melodía de mi cabeza, y me encanta.
Vuelta a revisar su último álbum con Droga Porro y Olrait, donde de nuevo ha habido intercambio entre bajo y teclados y donde la energía, el sudor, el ritmo y la distorsión no han cesado en ningún momento. Si incluso han roto una baqueta, y es que se están entregando al 200%.
Todo lo bueno llega a su fin y como no podía ser de otra forma esto también. Se van despidiendo. Suena Marlotina y se desata la locura. Para terminar nos dicen que van a tocar una inédita en esta provincia , Martillo, y que ésta si que es la última. Por supuesto el público queremos más, y nos replica bromeando: » ¿Queréis más? Pues haber pagado más, cojones», y nos morimos de la risa.
Tras abandonar el escenario suenan Los Chichos y cómo no, vuelven a salir los murcianos, pero sólo van a tocar una más. Bueno, puede que dos más, tiene que haber consenso, y de momento una de las viejas, muy viejas. Muchos no la reconocemos, pero la disfrutamos igual, porque sigue sonando igual de intensa, otra vez con doble percusión, y con ritmos frenéticos.
¿Es el final? Noooo, una más. Pues sí, se nota que están a gusto, y que están disfrutando tanto o más que nosotros, porque finalmente, y por consenso entre grupo y público y petición de los miembros de Albert Cavalier, nos regalan Naciones Unidas.
En definitiva una velada magnífica en la que subieron la temperatura de la noche donostiarra a ritmo de potentes baterías , bajo y guitarra. Estamos deseando volver a verles pronto.
Fotos: Richard Curiel