Fecha: Jueves, 12 de abril del 2012
Lugar: Sala Music Hall (Barcelona)
El proyecto Pegasvs ha dado mucho que hablar desde que la pareja Sergio Pérez y Luciana della Villa subió, juguetonamente, La melodía del afilador el verano pasado. Y, como todo nuevo proyecto, aun viniendo de músicos tan fogueados como Sergio y Luciana, siempre aparece en lontananza la dicotomía hype / promesa.
Pues bien, para eso están los directos, aparte de para que los músicos puedan ganar algo en este mísero país en el que se recorta en cultura y se acosa a las salas. Nos alegramos, por eso, que la Music Hall, enclavada en pleno centro de la Ciutat Comtal, haya celebrado su primer cumpleaños y siga apostando por una agenda arriesgada y ecléctica.
Abrieron los barceloneses Y, un jovencísimo dúo electrónico demasiado apegado al sonido deprimido Joy Division, que las capas kraut no bien disimulaban, a los que se vio tensos sobre el escenario, hecho que pudo influir en la frialdad del resultado, tanto musical como del público, que aún no había alcanzado la mitad del aforo de la sala. Se les puede recriminar el aferramiento a sonidos demasiado anclados en el pasado, donde más que Neu! o Kraftwerk asomaban indicios de Spandau Ballet y Tears For Fears, pero cabe reivindicar la dignidad de una apuesta que, con bolos y soltura, tiene el potencial para conectar, cuando menos en salas de pequeño tamaño y en ambientes etéreos y electrónicos.
En contraposición, el directo del debut, Pegasvs, transforma del sonido onírico del vinilo a un asedio en toda regla contra el ensimismamiento y la racionalidad. Todo lo que de frío había sido la actuación de Y, en Pegasvs se convierte en pulsión orgánica, un bombardeo a las entrañas con el arrebato kraut de Atlántico. Sin necesidad de concesiones al público, encarados en mitad del escenario, cada uno en su mesas de sonidos, la mera complicidad entre Luciana y Sergio, sin necesidad de esos aspavientos tan rock (una mirada, un guiño, una leve sonrisa) se traducía en arpegios imposibles, en efectos de sonido ora chirriantes, ora evocadores, que a partir de una base rítmica postindustrial, metáfora de la terrenalidad de partida de las composiciones (ahí está La melodía del afilador, por mencionar un ejemplo que se gestó en tierras asturianas, o el mar, siempre presente, en canciones como Sobre las olas, Atlántico y Sol de medianoche), adquiere hechuras irreales, propias de una mitología contemporánea, expandiendo el significado a partir de los dulces significantes melódicos que conforman los teclados y la voz de Luciana.
Alternando la contundencia de las canciones más industriales (Brillar) con delirios rayanos en la psicodelia (Hasta el horizonte) y el dream pop (No volverá, Inmortal), Pegasvs fue desgranando las canciones tamizando el tempo y modulando con pericia, no exenta de algún susto (precisamente en La melodía del afilador, en la que la voz de Luciana quedó ahogada, quien sabe si por la acústica de la sala, pero que supieron corregir rápidamente).
A lo largo de los cuarenta minutos que duró su concierto (la medida del debut, de hecho), Pegasvs demostró que, aparte del talento compositivo y la pegada en directo, son dueños de un sugerente artefacto narrativo capaz de capturar la complicidad del público y hacerlos partícipes de una experiencia retrofuturista poco común en nuestro país.
El repertorio del concierto, aquí.