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Ordesa deslumbra en la presentación de ‘Días Cálidos’ en Madrid

Como esos «dardos de oro, directos al esternón», de los que hablan en su tema Días Cálidos, cada una de las canciones de Ordesa tiene la capacidad de traspasar la piel de uno y llegar a un lugar profundo, entre el corazón y la mente, para conmover el sentimiento y la razón. Y así ocurrió a una multitud el pasado sábado 8 de diciembre, con sold out en la Sala Trashcan de Madrid, donde la formación de origen toledano acudió a presentar con banda su primer álbum: Días Cálidos.

Ya fuera por sus preciosas letras, declamadas por la penetrante voz de Begoña Iratxe; por la guitarra acústica, siempre a punto, de Tomás Rey; por la dinámica creada entre la banda, todos amigos, con que grabaron el álbum; por la humildad con que se dirigían al público o por el reverb que inundaba la sala, se generó una cálida atmósfera en la Trashcan que me hizo sentirme acompañado a pesar de estar solo entre la multitud.

Comenzaron con Días Cálidos, con esa apertura tan íntima y acústica que caracteriza al tema, para dar paso luego a la riqueza instrumental de la banda. Y remataron –antes de un improvisado bis, en formato dúo–, con Golpe Al Osario, al igual que cierra su disco. Entre medias, se sucedieron los temas nuevos así como viejas joyas de sus antiguos EPs, publicados en 2015 y 2016.  

El público –donde «las caras familiares» abundaban– coreaba los temas más conocidos y no cesaba en lanzar piropos a los agradecimientos de la banda. «No estamos acostumbrados a tocar para tanta gente», reconocía Tomás en un descanso entre canciones. Aún así, y pese a los nervios reconocidos, ofrecieron una actuación deslumbrante. 

El desempeño vocal de Begoña, cantante de la formación, es maravilloso. Especialmente apabullante fue la interpretación de El Incendio de Todas Las Cosas, junto a la guitarra de Tomás. Sus riffs y melodías ganan peso cuando ella se funde en silencios, entablando así una suerte de diálogo magnífico entre voz e instrumento, como se aprecia en las Las Tres Sorores o El Tragaluz. Pero aún cuando se solapa con la voz, la brillantez de su guitarra se mantiene en ese sonido brillante, folk y de raíces, que mira a la tierra y a la memoria más íntima de sus protagonistas. 

Las letras están colmadas de metáforas. Poéticas referencias al universo, a la naturaleza, a la vida y la muerte. Y ambos las encarnan, las somatizan sin ocultarlo. Begoña interpreta y gesticula mientras canta, a la vez que Tomás repite los versos en mudo, con los ojos cerrados en segundo plano, mientras toca la guitarra. 

Esta imagen fue rematada, en la ocasión, por la banda que acompañaba al dúo: guitarra eléctrica, bajo y percusión, en las manos de grupos amigos como Boneflower o Crossed, que lograron crear atmósferas eléctricas y ensoñadoras, cercanas por momentos a un cierto dream-pop. 

Ya casi cerca del final, Begoña presentó La Salvaje. Un tema antiguo que habla sobre hacerse valer, imponerse a aquellos que te impiden ser uno mismo, y que en esta ocasión empleó para reflexionar sobre el «preocupante ascenso de ideologías de extrema derecha» en Europa.

Una interpretación conmovedora, en la que la cantante se deshizo en lágrimas a la vez que recitaba la letra mientras el público coreaba, con las emociones a flor de piel: Y soy yo,  aunque tú no quieras / aunque no lo creas / quien gana siempre.  

Siguieron aplausos, ovaciones y, mientras la banda afinaba, Begoña aprovechó «para recomponerse» y acumular toda la energía que le restaba para descargarla sobre el tema final, una de las canciones más movidas del álbum: Golpe Al Osario

Días Cálidos es la prueba de que Ordesa ha llegado para quedarse. Y su concierto en la Trashcan de Madrid fue la confirmación de que en esta ciudad tienen un hueco y un público que espera seguir dejándose hipnotizar por su música y continuar adentrándose en su vasto universo sonoro y conceptual. 

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