Noche de duermevela, ruido, liturgia y deidades en el Perro (de la parte de atrás del coche).
Óscar Barras comenzó todo, con una sesión analógica de electrónica ruidista o ruidista electrónica. Distorsión, beats sodomizados, atmósferas narcotizadas, aceleradas, llevadas al máximo de su ritmo y aguante. Tal vez todo debió de ser al revés. Sinceramente hubiese sido un bonito final de zapatilla distorsionada y anfetamínica. Pero fue el principio. Y eso le restó protagonismo. Shock ruidista para empezar la noche, impacto inicial y movimientos desconectados entre el público. Quedarse ojiplático o saltar. Cada uno asume de diferente manera las emociones planteadas.
El público llegó a completar el aforo pese a la excepcional propuesta experimental de los grupos, ya que recordemos que la velada corría a cargo de Reserva Espiritual de Occidente y Don The Tiger (el citado Óscar Barras y Chico Trópico a los platos) juntados por el gran Giradiscos. Apostillamos aquí que los descansos entre concierto y experimento fueron bien aderezados por Sara Brito, Chico Trópico djset con grandes sones.
Reserva Espiritual de Occidente, REO, son la sorpresa del año. Sorpresa aún escondida en los pequeños locales oscuros, generalmente madrileños, pero que debe desbocarse, en cualquier momento, desequilibrando la tensión emocional que manejan. La liturgia se vuelve canción, provocando efectos catárticos, mesmerismos y evangelización entre el respetable. Habiendo agotado las copias de su trabajo La noche blanca que aún puedes escuchar aquí. Los sintetizadores modulares y batería de Lüger, las trompetas, los riff de guitarra. La voz. La cantante es una deidad. El concierto, por espacio disponible quizás, fue menos rotundo y experimentó con nuevas composiciones. Una auténtica delicia culpable. No los escuches. No vayas a verlos. Déjalos brillando en la oscuridad.
Por último, fue el turno de Don the Tiger o, lo que es lo mismo, el último experimento de Adrián de Alfonso, avalado por el sello CANADA. Adrián, curtido en bandas como Veracruz, Bèstia Ferida, Capitán y Homenatges (o acompañando a artistas de la talla de Lydia Lunch, Mark Cunningham y Weasel Walter) propone misterio. Misterio a través de dejar ver sólo lo que quiere que veas. Juegos de luces y sombras. Deconstrucción total de la canción al germen inicial, partiendo de beats «naturales», guturales, ruidos predefinidos en pads. Y voces, con reverb, cacofonías, delays. Arrastra comparaciones con Esplendor Geométrico, Suicide, Cocteau Twins, Bad Seeds; pero tiene muy mala comparación. Su propuesta fue de menos a más, quedándose más en el experimento, quizás no acabando de concatenar su muy valorable propuesta.
Noche de duermevela, ruido, liturgia y deidades.