La noche del 27 de septiembre, además de haber sido excepcional por el eclipse lunar y este enorme astro rojo que se apoderó de nuestro cielo y llenó los Instagrams de medio mundo; trajo también a Thirty Seconds To Mars de vuelta en la península tras dos años sin pasarse por aquí.
Por primera vez en Getafe, el festival Neox Rocks se afianza como una de las más potentes propuestas en cuanto a eventos juveniles se refiere. No en vano, en sus dos años de vida, ha acercado a grupos de la talla de Offspring o los ya mencionados norteamericanos liderados por Jared Leto a nuestro país.
Tras un cambio de recinto necesario (del Recinto Ferial de Getafe al Polideportivo San Isidro del mismo municipio), el festival se puso en marcha en esta ciudad del sur de Madrid. Apostando por los nuevos talentos, Bultur y Belako abrieron el festival, entre las cinco y las seis de la tarde, cuando algunos fans (muy fans) llevaban ya horas y horas haciendo cola para el evento.
Algo más tarde, a eso de las 18:50, los británicos Palma Violets aparecieron en el escenario principal. Puntuales (como todas las bandas que allí tocaron, todo hay que decirlo), no dieron la primera actuación en nuestro país en lo que va de año (el FIB fue una cita anterior), pero sí sería su último bolo festivalero del año. Con un setlist acertado, pero con un sonido que no lo fue tanto, fueron un grupo perfecto para disfrutar en la sombra, cerveza en mano. Cuando Best Of Friends dio por terminado el concierto, la sensación de que el grupo ofreció «mucho ruido» y dieron «pocas nueces» a su público, colmaron el espacio donde actuaron.
Poco después, tocaba dar un poco más de caña: Demob Happy pusieron la nota hardcore de la tarde en un festival donde el pop y el rock protagonizaron toda la jornada. Ofreciendo así más variedad a un público creciente de todas las edades, su energía puso patas arriba a la audiencia que quiso ver de cerca su espectáculo de guitarras y melenas al viento.
Cuando el sol ya estaba cayendo, los suecos The Sounds, que ya han visitado más de una vez nuestro país de gira, y con cierto renombre en eventos para menores (actuaron en U18 junto a Fall Out Boy en cartel), irrumpieron con fuerza en un escenario que fue devorado por el enorme carisma de su líder, Maja Ivarsson. La rubia cantante demostró que su voz tiene una potencia que puede adueñarse fácilmente de una actuación; aunque las expectativas de casi todos los asistentes estuviesen puestas en los cabezas de cartel. En un recorrido a través de su discografía, desde su álbum debut (la muy celebrada Living in America) hasta su Weekend de 2013, la banda nórdica repasó sus temazos infalibles (Painted by Numbers y Tony The Beat, entre otros); así como temas ya conocidos en sus setlists como Dorchester Hotel (del olvidado Crossing The Rubicon) o Something To Die For. El pequeño fallo en cuanto al bajo volumen de las guitarras que pudo crispar a más de uno fue una de las nimiedades que impidieron que su directo fuera perfecto (si obviamos la exclusión del setlist de temas tan básicos como Queen of Apology, Dance With The Devil o Night After Night, excusables).
Tras este más que correcto directo, era el turno de Dover. Atrayendo a buen número de público que prefirió no buscar buen sitio para ver a Jared Leto y sus secuaces en el escenario vecino, los de Majadahonda repasaron sus temas más apreciados: los antiguos; así como los incluidos en su último álbum, Complications. Abriendo con Too Late, la banda no se dejó ni uno de sus temas imprescindibles. Sí, estuvieron Serenade, King George y Devil Came To Me, entre unos cuantos más de sus primeros álbumes; y sí, despreciaron (en cuanto a setlist se refiere) a esa etapa posterior que comprende Follow The City Lights y I Ka Kené. Un tanto estáticos en directo, su sonido sí estuvo a la altura, y desde luego, seguro contentó a sus admiradores más acérrimos.
Finalmente, la espera acabó, y en un ambiente de epicidad, se vio aparecer a Jared Leto, pelo rosa repeinado hacia atrás y túnica blanca sectaria encima, porque él es así de único, ya lo sabemos. Up In The Air resonó con sus ecos tan resabidos y fue cantado por el gentío; unas 10.600 personas según las estadísticas, que llenaron el polideportivo getafense.
Sin embargo, algo fallaba; faltaba algo. Y es que el hermanísimo, Shannon Leto, batería de la banda, no se encontraba allí. Donde debería haber sonado la potente percusión, se escuchaba un eco artificial, aparentemente pre-grabado, donde debería haber sonado ésta. Tras aclarar Jared que su hermano no se encontraba allí, todo tuvo sentido. Un concierto irregular, aburrido, guiado por un líder que remueve cielo y tierra, eso sí, como único aliciente ante el fracaso. Los temas antiguos, casi inexistentes, se salvaron de la extinción gracias a una versión acústica de The Kill interpretada en acústico, así como ocurrió con Hurricane y unas cuantas canciones más, que perdieron parte de su fuerza. Algo digno de mención es la fascinación de Jared por sacar a gente del público sobre el escenario y dejarles que canten con él algún tema de su gusto; así dio el showman un tono de improvisación a la actuación, muy disfrutada, eso sí, por aquellos afortunados que pudieron compartir escenario con su carismático ídolo. Los himnos This Is War y Kings and Queens cumplieron las expectativas, y algún que otro tema más reciente, como Bright Lights, dejaron buen sabor de boca. Pero, cómo no, para dejar en éxtasis a su audiencia, el as en la manga de Closer To The Edge + subir a una treintena de personas al escenario hizo que muchos olvidaran la mediocridad de directo que durante hora y media presenciaron.
El año que viene más, y mejor.