Foto: David Villafranca.
Con el frío criminal que hacía en Madrid el sábado por la noche, que apenas hubiera cuarenta personas en el Teatro del Arte era comprensible. En el pequeño recinto de Lavapiés, el programa incluía al australiano Ned Collette y a la británica Gemma Ray, no muy conocidos en nuestro país pero que venían apadrinados por el SON Estrella Galicia, toda una garantía de calidad en los últimos años de las noches madrileñas.
Tanto Collette como Ray viven en Berlín y fue él quien abrió la noche junto a su banda Wirewalker. Desde sus primeras grabaciones en torno a 2004, el australiano ha evolucionado de un folk-pop sobrio a un sonido mucho más psicodélico y envolvente en sus últimas canciones, como las de su reciente disco Networking in the Purgatory.
Collette supo condensar con mucho acierto y en muy poco tiempo ese viaje. Cuando se quedó solo en el escenario recordó a The Tallest Man on Earth en su manera de cantar, en su delicadeza con la guitarra y en su aplomo. Luego ya con Wirewalker, formados por un batería y un bajista que a ratos tocaba el teclado, sus canciones ganaron peso y se acercaron al pop flotante como en una muy destacable Bird.
Evitando los caminos fáciles y encadenando retorcidos giros de acordes, como un Matt Elliott en un buen día, Collette dejó un sorprendente y muy buen sabor de boca aunque con una banda tan escasa (por número) se echaran en falta los matices de Networking in the Purgatory. Mucho más rock y contundente hacia el final de su concierto, dio la sensación de que hizo bastante con muy poco. Nos quedamos con su nombre y número de teléfono.
Y si Collette hizo entrar en calor al público, a Gemma Ray quizá le faltó algo de combustible. También la británica presentaba un muy reciente álbum, el sensacional Milk For Your Motors, en el que caracolea entre el rock añejo y el soul clásico por coordenadas parecidas a Norah Jones, Alela Diane o Eilen Jewell.
La tarea de llevar este álbum al directo no era sencilla ya que Ray gira en esta ocasión sólo acompañada por un batería y ocasionalmente por un bajista. Perder los arreglos del disco y el aroma de otra época fue un obstáculo importante aunque la voz en directo de Ray sea poderosa, directa y de una profundidad notable.
Retadora y afilada con su guitarra, no sólo metafóricamente ya que usó un cuchillo para aumentar la distorsión, combinó la expresividad de Desoto con el rock polvoriento de The Right Thing Did Me Wrong. Sin embargo, daba la sensación de que Ray parecía demasiado encorsetada en un formato tan austero, sin la posibilidad de desarrollar todo el potencial de sus canciones para que conectaran con el público.
Mejor conforme avanzaba el concierto, una espléndida interpretación de Out In The Rain demostró que tiene aptitudes para el soul más intenso. Ray terminó sin bises por problemas con el horario y al final le quedó un concierto algo destemplado, con detalles de interés pero al que le faltó una chispa para avivar el fuego. Se lo perdonamos y lo tomamos como un anzuelo: para la próxima gira, lanzamos un crowdfunding y que se traiga a la banda entera.