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Mucho en Madrid: Los hijos de la noche

¿Cómo se mide el éxito de una banda en la era digital? ¿Se mide por followers, por discos vendidos, por gritos de los fans en los conciertos?

Si yo tuviera que usar una vara de medición, ya os digo que lo más fiable al final es el boca a boca. Que alguien te diga que te recomienda una banda es como el que te recomienda un bar, en realidad, si lo hace con el corazón,  lo hace porque en aquel lugar donde uno se siente feliz. Pues es lo mismo con la música, si alguien te recomienda hacer una escucha es porque algo buena ha de aguardar y siempre uno desea lo mejor a los ajenos.

La fama de Mucho está en su punto justo, creo. Alabados por la crítica especializada, adorados por sus seguidores, respetados en el sector. Sin necesidad de resultar excéntricos ni cansinos.

El pasado viernes nos dirigimos a la siempre llamada sala But (a.k.a Ochoymedio para los locales) con las expectativas francamente altas. No hay nada peor que hacer de un disco la banda sonora del mes y que cuando lo vayas a gozar en directo, nos demos un traspiés. Afortunadamente (atención: spoiler) no pasó.

Aunque llegamos pilladitos de hora, pudimos ver a los teloneros Tigres Leones. Sin ser el reclamo principal de la velada, cumplieron con buena nota esa difícil tarea de abrir un concierto. Rock intenso, de hecho, la potencia sonora se multiplica por mil en directo. Nos gustó su firmeza aunque en disco nos los imaginábamos más ligeros.

Empezaba la fiesta, la bacanal dedicada a las Musas: Marti, Víctor, Miguel y Carlos tenían mucha madera que quemar arriba y empezaron a lo grande, debutando con un aire ambiental ligeramente similar al que es capaz de crear los franceses Air. Su ya patente psicodelia bien demostrada en este largo, los teclados y sintetizadores crearon un clima óptimo para la apertura. Los audiovisuales estuvieron especialmente acertados como los juegos de luces, creando la atmósfera perfecta.

El concierto estuvo dividido entre temas antiguos que poblaron la primera parte como Sal de la tierra  o Más feliz sin televisión, donde las melodías eran más rockeras aunque para nosotros el principal valor son  las letras, siempre han sido el punto fuerte de la banda, siempre muy trabajadas, muy cargadas de contenido crítico e irónico. Al margen de su precisión musical, nos conquistan por la pluma.

La voz de Marti tiene amantes y detractores. A mí personalmente me encanta aunque en ocasiones el sonido no era todo lo nítido que nos gustaría. Su tono, desgarrado y algo crápula, hace que las canciones gocen de esta trasnochada nocturnidad y la posibilidad de alargar los versos hasta el infinito. Además, nos gusta que a veces más que cantar, esté recitando. No podemos evitar nuestra debilidad hacia este gran tipo, lo sentimos.

Entre las canciones que sonaron de este Pidiendo en las puertas del infierno sonaron Los amantes que no olvidan, una de tantas perlas que tiene donde se nota la electrificación del sonido o La Velocidad donde los acompañamientos melódicos lo hacen todo, elegantes. Salvando las distancias, a veces nos recuerdan a otros franceses ilustres: Phoenix,  auténticos amos combinando bases electrónicas y rock. 

Por supuesto que aunque fuera una presentación de este disco hubo hueco para Como si no hubiera un mañana o Grupo Revelación. En estos huecos también hubo tiempo para la crítica política, nos gusta este pequeño compromiso que adquieren las bandas con el público hablando de la actualidad.

El concierto pasó a la segunda fase donde se centraron ya en que conociéramos profundamente este recién estrenado trabajo, generando toda la magia posible con los teclados de ensueño de Víctor Cabezuelo, el hombre multibanda.

Perro Negro SL junto a Charlie Bautista, El León de tres Cabezas o los hits más esperados como la bailable Nuevas Ruinas o la maravillosa Fue cerraron una noche donde creímos que es posible ofrecer otros sonidos más amplios, entretener sin hastiar con el chiste fácil o el melodrama.

Aunque el cierre (atención con el otro spoiler) fue con Ghostbusters, donde ahí si bailaron tan mal como en su videoclip.

En resumen, yo os recomiendo encarecidamente a Mucho. Era un directo muy esperado por mí porque el disco es muy especial y aunque al sonido, como comenté antes, le faltó un poco de regulación en la parte técnica, el resto fue vibrante, incluso mejorando la experiencia de los conciertos de la anterior gira. Están frescos, están motivados y creen en lo que hacen, no les podemos pedir más.

Se notan las tablas de todos los miembros de la banda, pesa la experiencia pero en esta ocasión, les ayuda a superarse y romper con sus pasados aunque sus presentes son muy variados e intensos. Ver esta unión en el escenario es motivo de celebración.

Salimos muy felices de la sala, embriagados de mágicas melodías y la taciturna voz del alma que tienen por cantante. Y es que a Mucho les queda mucha tela que cortar.

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