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Micah P. Hinson en el Palau de la Música

MICAH P. HINSON

El pasado viernes 12 de noviembre Barcelona recibía, en el Palau de la Música, a Micah P. Hinson. El chico presentaba su último disco dentro del Festival Internacional de Jazz y la cosa prometía. El primer aspecto a destacar, más que positivo, era el heterogéneo público que lo esperaba. Había una buena representación de la modernidad barcelonesa. Obvio, pero compartía asiento con melómanos de edades más avanzadas que tenían muy claro qué iban a ver e imponían cierto respeto.
Antes de continuar, conviene advertir que las expectativas eran muy altas. Hinson publicó su primer álbum con sólo 23 años y, cuando todavía no ha llegado a los 30 (los cumple en 2011), ya cuenta con cuatro discos que pueden clasificarse sin titubear de música caviar.
Micah vivió el hecho de tocar en el Palau como si lo estuviera haciendo en su estudio. Tenía un buen lío de cables, afinó su guitarra acústica un instante antes de empezar y su mujer, Ashley, entró y salió del escenario cuando les apeteció a ambos. Él apareció solo, con su guitarra, mientras sonaba el tema instrumental A Call to Arms, que abre su último disco. Justo después nos ofreció, a dos voces con Ashley, su Beneath the Rose. Fue algo torpe, pero emocionante por el tema en cuestión.
A Hinson le acompañaba la banda de Texas Centro-Matic, a la que Micah otorgó un protagonismo exagerado. Sin cuestionar el talento de estos músicos, liderados por Will Johnson y que practican un indie-rock declaradamente americano, Micah se ausentó en exceso del escenario para cedérselo a ellos.
De todos modos, la banda gustó bastante. Otra cosa bien distinta es que personalmente yo hubiera preferido más dosis de Hinson y menos de unos teloneros encubiertos. Cuando él regresaba a escena, conseguía emocionar a un auditorio deseoso de que desfilaran poco a poco la multitud de figuras que sabe crear en sus canciones. Y pudimos escuchar y disfrutar Diggin’ A Grave, Seven Horses Seen o 2s And 3s.
Micah es un eterno adolescente, aunque la dureza de sus letras y de sus vivencias le desgarren la voz y la presencia en directo. Sin embargo, su puesta en escena nos descubre con facilidad que le hacen ilusión las cosas pequeñas: que Ashley salga a cantar con él; observar desde la puerta lateral del escenario, durante la actuación de Centro-Matic, el espléndido espacio modernista; o contarnos que estaba dejando de fumar y que por eso andaba con un cigarrillo eléctrico.
Su marcha fue agónica, porque hizo infinitos amagos de irse, alegando que era la última canción, pero siempre regresaba. Finalmente, después de más de dos horas, cerró con When We Embraced, tema más que esperado entre los asistentes. Micah recibió muchos aplausos. El público, en general, se marchó más que contento de haber podido disfrutar en directo de un artista que ha roto los moldes musicales de la modernidad y que comparte espacio con otros maravillosos como Elvis Perkins o Damien Jurado.
Otra cosa es pensar que el concierto habría ganado en intensidad en un espacio mucho más apropiado que el Palau de la Música, que generaba cierta distancia entre el público y el grupo. En cualquier caso, Micah volverá a Barcelona. Y yo repetiré. A Hinson no conviene perderle de vista. Aún le quedan muchas bellas cosas que contar.

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