Intentando no dejarme llevar por la pasión zaragozana que siempre he experimentado, he de reconocer que el FIZ es uno de los festivales más estupendos a los que he ido, tanto por organización, lugar, cartel, fechas y sonido. Me parece muy sorprendente y positivo que, en las fiestas patronales de una ciudad como Zaragoza, se ofrezca una opción tan distinta a las demás como es el caso del FIZ. Otras ciudades deberían tomar nota (en Valencia en Fallas no se ve nada parecido ni por casualidad), otro ambiente, otras opciones, que no todos tenemos los mismos gustos lúdico-musicales. Eso sin comentar el precio, muy asequible. Vamos por días.
VIERNES:
Tim Robbins and The Rogue Gallery Band, country del más purista, bien tocado, pero no es mi estilo. Eso sí, Tim muy agradable y simpático con el público, feliz de cantar, parece, en lugar de actuar, y muy bien con su guitarra y armónica.
Respecto a Pete Doherty, salió él solo con su guitarra, acompañado de vez en cuando por una bailarina que hacía piruetas a su alrededor. No puedo decir que sonaba ni bien ni mal, tan sólo que comparado con el resto, me pareció de lo menos interesante que se acercó por allí. O tal vez la fama en el mundo del corazón sea una influencia muy mala.
The Go! Team, activos, jovencísimos, repertorio reducido, sin sacar disco desde hace tiempo, con un sonido bastante embarullado y confuso, como que demasiado instrumento llevaran los niños. Parece que desde otra parte de la sala se oía mejor, pero aún así, no me sorprendió tanto, ya que para el disco también parece que les hace falta un buen productor que purifique un poco como suenan. Esta parte fue una pena, ahora, su actitud, bailes en el escenario y ganas, inmejorables; el público, más o menos satisfecho técnicamente, bailó hasta reventar, todo hay que decirlo.
Y luego, los que más se lucieron en esa noche, Dorian. No sé si tiene que ver con el hecho de que les vi el año pasado en una pequeña sala valenciana y no fueron nada del otro mundo, pero ahora me di cuenta de las carencias de dicho lugar y de lo pequeña que se les quedaba, ya que su actuación fue brutalmente buena. También es cierto que llevaban un teclista acompañando que no estaba en la mencionada actuación anterior, pero tanto su presencia escénica, su sonido y su actitud hacia el público nos dejó a todos con la boca abierta, casi hipnotizados y sin poder dejar de bailar. Magistrales.
Los Dj’s no estuvieron mal, unos mejor que otros, hala, a descansar para el día siguiente.
SÁBADO
Muy mal por mi parte, accidentado por otra, no haber visto a Bigott, pero fui informada de que su actuación fue muy buena y aclamada por sus paisanos, qué lástima habérmela perdido. Annie B. Sweet, dulce, melódica, todo bien tocado, demasiado cerca de Russian Red, tal vez un juicio precipitado por mi parte, puesto que no me interesa demasiado, pero la actuación muy correcta.
Por fin llegaron los reyes de la fiesta, los que se lo llevaron todo por delante, los que nos dejaron con la boca abierta les hubiéramos visto antes o no con una actuación gloriosa; Massive Attack. Los músicos que llevaban lo hicieron de modo memorable, más de un cantante participó, el escenario dejaba sin respiración tanto por el aspecto como por la intención reivindicativa, ya que aparecían datos constantemente en el panel trasero referentes a los beneficios en tal compañía, al gasto de agua en tal país, al promedio de pobreza en el otro, o a lo que implica la contaminación en este sitio o aquel. Por otra parte, las participaciones más destacadas fueron las de Horace Andy, y la de Martina Topley-Bird, que no sólo cantaba, sino que también tocó los teclados en varias ocasiones. Ella realizó una diferente pero destacable versión de Teardrop y él, por supuesto, de Angel, extraordinaria, casi se podría decir que la culminación del concierto, sino hubiera sido porque a mitad se fue la luz del escenario. Ellos, muy profesionales, la terminaron de modo majestuoso, pero el escenario estaba totalmente a oscuras. Tardaron unos quince minutos en arreglarlo, y una vez estuvo, el concierto siguió y no desmereció ni un ápice, así que sólo fue un accidente resuelto a tiempo.En general, intercalaron clásicos con algunos temas del último disco, Heligoland, y su actitud general hizo que el público entrara en trance de un modo increíblemente hipnotizante. Inmejorable.
Acto seguido, y con unos minutillos para que nos recuperáramos (este festival es increíblemente puntual), We Have Band, divertidos, bailables, tocando el disco de pe a pa, claro, no tienen otro, muy animados. El único defecto que les sacaría es lo mal que canta la chica, pobre, pero no lo hace con mucha frecuencia y tal vez sea cuestión de tiempo. Y por último, We are Standard, dinámicos, movidísimos y geniales tocando, vamos que acabamos con el esqueleto hecho trizas de tanto que nos movimos, imposible estar quieto con ellos allí. Como epílogo, los dj’s fueron buenos, a destacar los últimos que actuaron en el escenario grande, Addictive TV, que hacían montajes con música de todo tipo, desde los Rolling hasta los Chemical Brothers, todo esto coordinado con imágenes que se proyectaban en las pantallas, creando un efecto de baile audiovisual que yo nunca había visto y que disfruté muchísimo.
En general se puede decir que el FIZ va mejorando año tras año; lo de las pantallas era nuevo, fuera había más servicios, en ocasiones el público era más numeroso y excepto el incidente de la luz y salvo algunos casos aislados, el sonido fue de calidad. Cartel excepcional, público cívico, sonido estupendo, lugar cómodo ¿qué más podemos pedir? Ir en buena compañía, como fue mi caso. Hasta el año que viene.