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María Arnal i Marcel Bagés, artesanos de un nuevo sonido en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid

Humildad y grandeza son dos términos que, aparentemente opuestos, van de la mano cuando se trata del dúo catalán María Arnal i Marcel Bagés. Pese a rondar los 160 conciertos fuera y dentro de Europa, y contar con una de las propuestas musicales recientes más interesantes en España, la cantante de Badalona y el guitarrista de Flix se siguen deshaciendo en agradecimientos, emocionando con lágrimas y dirigiendo al público de tú a tú en los últimos bolos de su extensa gira.

Así, el pasado lunes 12 salían tras el telón del imponente Teatro Nuevo Apolo madrileño, a despedirse de esta ciudad «tan querida» para ellos ante un lleno total, con su último trabajo 45 Cerebros y Un Corazón. Y lo hicieron con la garra de siempre –y por quinta vez este año en Madrid–, logrando sin duda plasmar su huella sonora en los tímpanos de todos los presentes.

Concierto mágico

Una sábana blanca cubría el fondo y demarcaba, como dos de las caras de un cubo, el espacio en que ocurriría la magia: esa suerte de taller electrónico sobre el que Arnal i Bagés despliegan los resortes y entresijos de su ecléctico e hipnótico último disco, junto a canciones de anteriores trabajos y la nueva ‘Big Data’.

Pero el blanco de la sábana no era más que una anécdota. Su tinte fluctuaría, mediante el diseño lumínico, por los más diversos colores: del blanco al rojo, y de ahí al amarillo, el azul, el violeta o el verde como telón de fondo a los cantos y bailes de Arnal y la música de Bagés.

Desde el primer tema del álbum, que encabezó el concierto, hasta el último y tercer bis –ese ‘Miris On Miris’ de su EP Verbena (2016)–, la voz de Arnal osciló, acompañada de la música de Bagés, entre mil y una texturas: desde el más raudo de los gritos hasta el más sugerente susurro.

Una voz también brillante a cappella, cuando se trata de rescatar «jotas infinitas» de archivos sonoros, como aquella de un taxista madrileño sobre los «tiempos borrascosos» del franquismo, que primero Arnal interpreta tal cual, para luego hacerla «bastarda» mediante las fluctuaciones electrónicas, vocales y líricas de esa ‘Cançó del Taxista’ de su EP Verbena.

Si bien para sus temas más acústicos –’Bienes’, ‘Ball del Vetlatori’, ‘A La Vida’–, Arnal i Bagés reposan sentados, en aquellos más electrónicos dejan las sillas a un lado para adentrarse, cada uno a su manera y mediante una suerte de trance, de comunión musical, en ese proceso místico pero artesanal por el que dan vida propia a sus canciones.

De pie o sentados sobre el suelo, el dúo se funde con su trabajo y se torna capaz de moldear el tiempo a su antojo, creando pequeñas variantes a partir de sus propios temas, que logran cautivar al espectador ofreciendo un producto de verdadera orfebrería musical, que toma sonidos tradicionales y los continúa en clave de actualidad.

Explosión electrónica

Así ocurrió, por ejemplo, con ‘La Gent’un himno a «todo el descrédito junto» de esta pareja creativa, que fue el punto de inflexión en el setlist hacia su vertiente más experimental. Durante la dilatada y enriquecida introducción electrónica de este tema se colaron dos sombras en el escenario –el artista Niño de Elche, y el productor de su último disco, David Soler–. Ante la oscuridad reinante, una voz masculina comenzó a colarse junto a la de Arnal, en una mezcolanza de sonidos electrónicos y jadeos que no dejaban revelar en principio la letra del tema. Pero por fin apareció Arnal, dueña del escenario y de las luces, para repetir in accelerando el mantra que caracteriza al tema: «La gent no s’adona del poder que té».

Moviéndose por el escenario, Arnal logró retardar al máximo el final de la frase y acumular la tensión de todo el Teatro hasta romper, en explosión lumínica, electrónica y vocal sobre ese golpe de voz final: «que té». Ovaciones, aplausos, y un subidón de adrenalina que se mantendría durante la segunda mitad del concierto, para la que permaneció David Soler acompañando a Bagés a la guitarra y los pedales electrónicos.

Siguió una excelente versión de Desmemoria, canción construida tan solo con voces y que en cada actuación crece de una manera diferente. Y es que el lunes, en Madrid, lo hizo de una forma especialmente hipnótica, llegando un momento en que uno era incapaz de distinguir si María –en trance, dando vueltas por el escenario–, seguía cantando o eran los ecos de ella misma lo que llegaba a nuestros oídos.

Esta línea electrónica fue continuada con un tema nuevo, ‘Big Data’en que María se adueñó de un pequeño sintetizador para crecer también con su voz entre la electrónica de Bagés y Soler, como si de sus apóstoles se tratase, y con ‘No He Desitjat Mai Cap Cos Com El Teu’que contó con una intro más acústica de lo habitual, entre los chasquidos de Arnal y la guitarra de Bagés iluminados por una aureola amarilla.

Temas más conocidos

También hubo hueco para el más conocido ‘Tú Que Vienes A Rondarme’single «que les ha abierto muchas puertas» al dúo o la satírica ‘Canción Total’donde a pesar del sold out se hizo difícil lograr ese juego de llamada y respuesta que siempre propone Arnal entre las frases: «De esta civili li li li li» y «Miedo ensordecedor y aburrimiento», acompañado de un grito final.

Entre tema y tema, María Arnal aprovechaba, como de costumbre, para explicar el intríngulis de su proceso creativo y compositivo –interesantísimo y del cuál hay mucho que decir–, así como la historia y las motivaciones detrás de cada canción, en un nuevo ejercicio de honestidad y transparencia respecto de quiénes son, donde están y de donde han venido.

Una actitud que, más que nunca, logró poner al dúo catalán en comunión con un público entregado, que pidió dos bises entre ovaciones y que seguramente espera volver a verles pronto, con nuevo bebé bajo el brazo.


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